Un artículo de Antonio Ramírez
Electric Riders pertenecen a esa generación de grupos españoles que protagonizó el renacer de la psicodelia al acabar la década de los 90 (antes hubo un breve “conato” con grupos como Blue Bus, Soul Bisontes, Kozmic Muffin, etc.) y junto a otros como Mermaid, Fuzz machine, Viaje a 800 o Fooz abrieron el camino para muchas de las bandas que han ido surgiendo después. Aun así, el rock psicodélico ha sido un género poco fértil en España en comparación con otros géneros musicales y aun dentro de esa escasez pocos grupos se han atrevido a pisar el terreno por el que ha ido evolucionando el sonido de los Electric Riders, con esa mezcla de psicodelia luminosa y melódica heredera de la costa-oeste americana en los 60 y un hard rock muy de los 70. Ellos, con tres discos editados son ya una auténtica banda de culto para muchos de los amantes del rock psicodélico, y poco a poco se han ido haciendo un hueco a un nivel internacional hasta el punto de llamar la atención del sello alemán Nasoni Records.
La banda se formó en Pamplona a finales del verano de 1999 y la integraban Iñaki Anoz al bajo, Angel Aietxu a la batería y el que ha sido la columna vertebral de Electric Riders durante todo este tiempo: Adolfo Alcocer a la guitarra/voz. Durante esta primera etapa se denominarían como Ghostriders, aunque se cambiaron pronto a Electric Riders cuando supieron que había un grupo extranjero que se llamaba de la misma manera. En cuestión de gustos musicales había bastante unanimidad en la linea a seguir, pues todos sus integrantes se interesaban desde un primer momento por sonidos más o menos similares: psicodelia, progresivo y hard rock de los 70. Aprovechando los ensayos (en los que al parecer se fumaban cantidades industriales de porros) se hacen unas primeras grabaciones, pero no será hasta febrero y marzo del 2000 cuando se graba una primera maqueta con 6 temas que les ayudará a encontrar sus primeros bolos. Estos primeros conciertos, todos por Navarra, son definidos por el uso de mucha distorsión en temas muy largos que no se sabían muy bien cuando iban a acabar. También echaban mano de parafernalia psicodélica, como los juegos de luces y efectos con sonidos pregrabados, con un resultado que el mismo Adolfo definiría después como “curioso y desastroso a la vez”.
Después de un año Iñaki deja la banda y entra Javier Sarrias, normalmente llamado Sarri, un colega suyo proveniente de otro grupo que se había separado, para ocupar su puesto al bajo. Este cambio renueva las energías del grupo y rápidamente preparan nuevos temas, esta vez mucho más consistentes que los del comienzo. Así, con muy pocos medios materiales (dinero), pero con la ilusión de tener entre manos lo que consideraban un buen material, se meten en junio de 2001 en un estudio de Pamplona y graban lo que sería su primer disco, usando un fin de semana para registrar todos los temas y poco más de una jornada para mezclarlos.
El trío cuenta para la grabación con algunas colaboraciones en varios de los temas. Terminado el verano editan en CD el disco que se llamaría “Get Your Experience” a través de un sello creado por ellos mismos: El Nagual (término extraído de “Las enseñanzas de Don Juan” de Carlos Castaneda). Get Your Experience es un disco grabado con poco medios, lo que se nota en cierta crudeza en su sonido que tiene mucho que ver con las prisas y la inevitable falta de detallismo en este tipo de grabaciones a contra-reloj. Pero pese a eso cuenta con una magia innegable, muy eléctrico y más progresivo que psicodélico es un disco bastante oscuro y de atmósferas muy inquietantes. Adolfo no tiene una gran voz, es evidente al escuchar este disco, pero la austeridad de sus melodías vocales hace un interesante contrapunto con el resto de los instrumentos y el resultado es un rock que igual tiene los pies en el suelo que de pronto puede dispararse hacia el espacio, y así ocurre con muchos de los temas. La presentación del disco si deja mucho que desear, sobretodo porqué la portada que escogieron para este primer trabajo es francamente horrorosa... ¡mejor hubiera sido usar el colorista diseño del interior del libreto!.
Respecto a la música (que al final es lo que más importa), se abre Get Your Experience con el estupendo “Graceland”, un tema con un marcado juego de bajo/batería y una guitarra muy sucia por el fondo. En su centro hay una repentina entrada de un sintetizador de un sonido muy radiactivo. En el segundo corte, “All Dead”, la guitarra tiene mucha más importancia, con varios espléndidos solos repartidos a lo largo de todos su minutos. También me gustaría destacar la linea de bajo. Es un tema muy bueno, para mi gusto uno de los mejores del disco. “Olimpos Temple”, es una composición a medio tiempo donde la guitarra suena muy distorsionada y diría que efervescente, con muy buenos detalles como un solo de bajo en su centro y un breve un final con sitar y percusiones orientales. “El Nagual” es un impresionate instrumental con muchos cambios de ritmo (gran trabajo del batería) y una cruda guitarra que me recuerda al Neil Young más ácido y agresivo. A continuación “Ocean Velvet”, otro corte instrumental que suena algo más contemporáneo (pienso en Screaming Trees o los primeros discos de QOTSA por ejemplo), donde Adolfo da una lección de todos los diferentes sonidos que pueden sacarse de una guitarra. El resultado es un corte muy evocador que transmite muchas sensaciones diferentes. “L.S.D.” es nuevamente un tema instrumental, pero esta vez mucho más duro y agresivo que los anteriores, con una batería muy contundente y un fabuloso riff de guitarra, también una linea de bajo bien trabajada sobre la que un órgano empieza a crear figuras. Es otro de los platos fuertes del disco. “Stone Wall” es también bastante contundente, con un base rítmica muy machacona. Al final suena nuevamente un sintetizador creando interesantes atmósferas. “Last Afternoon” es algo más melódica, contando con coros, entradas de flauta, sonidos al revés y una suave y espléndida guitarra wah-wah. El final es acústico y enlaza con “Adromeda” un breve instrumental también acústico y un toque de teclado en plan cacofónico. “Stainless Dream” es el corte que cierra el CD y el más largo, es casi en su totalidad un instrumental con aires de raga que va desarrolládose poco a poco, subiendo de intensidad eléctrica hasta que al final entra la voz de Adolfo con una muy aceptable melodía vocal. En suma, es un disco francamente bueno pese a sus carencias en cuanto a producción, lógicas por la escasez de medios. Por lo demás no es un disco nada comercial, con muchos instrumentales, no hay melodías pegadizas aunque si muy efectivas y su fuerte es la explotación de un sonido muy eléctrico y primario en combinación con cierta experimentación en los ritmos. Adolfo es un guitarra muy original y su sonido no es el típico que se podría esperar dentro del estilo, de hecho está muy alejado de los riffs pastosos típicos del stoner y su guitarra suena mucho más abierta y dinámica. Por lo tanto este disco no los coloca directamente en la emergente escena stoner, sino que marca el inicio de una trayectoria en constante evolución dentro del rock psicodélico y progresivo como referencias permanentes, tal y como demuestran sus posteriores discos.
A partir de octubre de 2001 inician una gira (contando con la colaboración de un teclista, Felix) para ir presentando el disco y así venderlo como podían, sobretodo en los numeros conciertos que dieron con grupos como Sex Museum (Fernando Pardo los citaría en entrevistas de aquella época como uno de sus grupos españoles favoritos), Mermaid, Fooz, Blackberry Clouds, etc. además trabajan con una distribuidora de Bilbao (sobretodo especializada en grupos punk) para mover un poco el disco. En todo caso la difusión fue bastante precaria y sobretodo lenta, con lo que pocos medios, ni siquiera los locales, se harán eco de este primer disco de Electric Riders (que ahora ya es difícil de encontrar, por cierto). Pese a ello la banda no para de ofrecer conciertos durante un año y medio, ganándose poco a poco el respeto en los ambientes underground, especialmente del norte de España.
En septiembre de 2002 participan en el 5º Magic Festival de Torredembarra (Tarragona) junto a otras 20 formaciones, como por ejemplo los madrileños Fuzz Machine. Tras esta gira Adolfo decide que su voz no es la más apta para el grupo y se buscan un vocalista para el poder limitarse a tocar su guitarra (y haciendo de ocasional voz de apoyo). Para ello piden a David “Dowie” Goñi, al que conocían por su participación en otras formaciones de la zona, que se integre en la banda, el cual acepta. También entra una nueva teclista, Bea Hurtado, que empezará a tocar de forma fija en los conciertos de esta etapa. Con esta nueva formación siguen tocando mientras van preparando nuevos temas, pero no será hasta 2003 que entren a registrarlos, para ello se van a un estudio de Galicia. Allí tienen algunos problemas, pero pese a ello ellos están muy contentos con los temas y graban al margen de cualquier tipo de contratiempo.
La entrada de los nuevos miembros hace que el sonido de Electric Riders evolucione hacia una dirección más melódica y matizada. David aporta un cierto sentimiento pop a las melodías vocales y quizás por eso el nuevo material es más tendente a la psicodelia de los 60, especialmente la que se hizo en la costa-oeste de Estados Unidos, con ritmos fuertes y muy eléctricos, pero con un cuidado especial en las melodías y las voces. También el órgano da una dimensión mucho más profunda a la música del grupo. Por todo ello el sonido se vuelve mucho más preciosista y sembrado de unos detalles que merecen muchas escuchas para ser apreciados del todo. Así pues, la banda edita su segundo disco, que se llama Messengers, otra vez envuelto en una portada bastante “arriesgada” (en este caso un dibujo muy naiff y extraño) y nuevamente a través de su propio sello El Nagual.
Este disco tiene bastante más incidencia que el anterior y obtiene excelentes críticas en aquellos medios que se toman la molestia de tomarlos en serio. Por desgracia esto no significa gran cosa en realidad (por ejemplo para encontrar discográfica y un respeto a un nivel fuera del underground), aunque para el grupo supone mucho en cuanto a darse ánimos para seguir en la brecha.
Messenger se abre con “Two pieces broken mirror”, buen ejemplo de por donde ha ido los tiros para la banda, con una fuerte presencia de órgano, un juego bajo/batería mucho menos rudo que antes y la guitarra de Adolfo cediendo a la voz parte de su protagonismo. Sigue con “Nevolution” un tema casi instrumental con una interesante combinación de órgano y guitarra. “Bad your Body” se inicia con una atmósfera muy a lo Pink Floyd, con un órgano muy atmósferico y unos sutiles punteos de guitarra. David demuestra que es un cantante seguro y con muchas posibilidades, en este es caso es apoyado por unos coros. “Fall in the fall” es un tema con un estupendo trabajo de David en las melodías vocales. Tambien el batería hace una buena exhibición y Adolfo de marca un gran solo. Muy en esa linea es el siguente corte: “The Great Bonfire”.
“Sign on the roof” es un corte mucho más acústico y en cierta manera me recuerda a esos temas tan melancólicos de los primeros Smashing Pumpkins, con una guitarra eléctrica muy sutil y evocadora. “Metamorphosis” es un gran corte con aires de rock sureño que se inicia con un excelente juego bajo/batería, pero donde pronto entra la guitarra de Adolfo para darnos un buen recital. El órgano y la voz se combinan a la perfección con las figuras que él va creando. “Song for a Awakening” es mucho más sixtie, por momentos me recuerda nuevamente a Pink Floyd y otros a cosas como Spirit.
En “Floten Beauty” el órgano tiene otra vez mucho protagonismo, especialmente en la breve jam que suena al final del tema, donde también hay que destacar el buen trabajo del batería. Tras un breve intervalo silencioso de 20 segundos llega “Outburts!” el único instrumental del disco, esta vez con aires muy a lo Doors. Cierra el disco con “S.F. Sorrow is Born”, una estupenda e intensa versión de un tema de los Pretty Things, con un afilado órgano como principal protaganista y el resto de la banda siguiéndole muy de cerca. Es, en suma, un buen disco, aunque mucho menos potente que el anterior pues la guitarra eléctrica interviene menos, no hay solos demasiado largos y la distorsión es mucho más suave, algo que se reafirma por una producción bastante más refinada y detallista, nada que ver con la crudeza del primer disco.
En mi opinión es un disco que hubiera agradecido algún exceso guitarrero aquí y allá, o algun tema largo donde los intrumentos se hubiena lucido más. Aun así, como decimos, es un buen disco de rock psicodelico tirando a suave, de grandes melodías y atmósferas muy sugerentes. Tras editar el disco siguen tocando y en 2004 se presentan al certamen Villa de Bilbao, donde quedan como finalistas, lo cual les vale para telonear a Arthur Lee en el mítico concierto que ofreció en Bergara el 24 de marzo de ese año, un hecho que marca uno de los momentos cumbre de la Electric Riders. Sin embargo hay deserciones y el grupo se queda sin batería, teclados y bajo. Esto provoca un tiempo de parón forzoso hasta que entran Jaime Zuasti al bajo y Carlos Lanas a la batería.
Tras un cierto tiempo de incertidumbre comienzan a ofrecer conciertos y entre otros eventos participan en Sevilla en nuestro primer Festival de Mentes de ácido, celebrado en diciembre de 2005 junto a otros grupos como Green Manalishi (donde está tocando actualmente Sarri), Zoom, Rip KC y Mater Dronic. En ese festival cosechan un gran éxito y sorprenden por su gran fuerza en el escenario. Es un hecho que la entrada de Jaime (que se suma al nucleo compositivo del grupo) y Carlos aporta aires nuevos a Electric Riders y como consecuencia se produce una tercera regeneración en el estilo del grupo. Las guitarras se endurecen y los ritmos se aceleran de forma sensible. Ahora la referencia más clara del grupo es el hard rock de los 60/70, pero también el rock ácido más guitarrero e incluso la movida grunge de los 90.
Con este nuevo ímpetu van preparando nuevos temas mientras no dejan de tocar por toda la geografía del estado. Para grabar el disco usan los servicios de una casa okupa en Tolosa que dispone de un estudio, allí graban el disco casi totalmente en directo, salvo algunas guitarras y las voces. Cuentan para ello con Karlos Osinaga (responsable de gran cantidad de grabaciones de grupos de la zona) y la colaboración de Txiki de los Soulbreaker Company, Iñigo Cabezafuego (Ex-Mermaid y ahora en Royal Canal) que también estuvo por allí haciendo de las suyas, J. C. Sisto (Mater Dronic) y la antigua teclista del grupo, Bea.
Comienzan a mover el resultado de estas grabaciones entre varias discográficas hasta que la alemana Nasoni Records (que ha editado a grupos como La Ira de Dios, Johnson Noise, Liquid Visions, etc) se muestra interesada en sacarles el disco en CD y una edición limitada en vinilo para coleccionistas. Esto supone, por fin, dejar la auto-edición y contar con el respaldo de una discográfica. Pero eso no significa en la práctica gran cosa, al menos en la cuestión de promoción y conciertos, o al menos así ocurre con Nasoni, bastante desentendida con esas labores para los grupos que edita. No obstante es un hecho muy positivo ser editados por una discográfica tan referente para los amantes de la psicodeñia y eso los coloca en el centro del punto de mira a un nivel internacional.
El disco, que se llama “Music for a family gathering”, ofrece una estupenda combinación de hard rock y rock ácido, con un sonido brillante, con temas bien ejecutados y originales, y quisiera destacar el tono alegre que los Electric Riders han logrado dotar a su sonido, algo que es dificil de encontrar en estos momentos. El resultado es un disco que puede recordar a los Screaming Trees más caleidoscópicos, los sesenteros Spirit o a los míticos Demian, grupo al que riden varios homenajes en este disco.
Comienza con “Needles”, donde destaca rapidamente la voz de Dowie y un estupendo bajo que lleva todo el peso del tema. En el centro un solo de guitarra muy bueno que se combina con la siempre excepcional línea de bajo y unos acertados toques de órgano del teclista de los Soulbreaker Company. Le sigue “Frank and Me”, un corte más rápido y galopante, con acústica, gran trabajo de batería y una buena linea de voz (incluido coros). En el centro cambios de ritmo, toques de sintetizador y otra vez la gran guitarra eléctrica de Adolfo. “Death of a Omega Man”, tema donde destacaría el bajo de Jaime, como siempre fenomenal, que en el centro se luce en una sección muy trabajada (acompañado por una batería eficaz). Continuamos con “Skating over crystal dome”, tema que empieza de forma muy similar a uno de los míticos Demian, por lo demás es un corte marchoso aderezado con muy buenos coros, una parte central repleta de cambios de ritmo (otra vez con un bajo muy bueno) y toques de órgano. Tiene un final guitarrero magistral. “13th Roses” es un corte más progresivo, de ritmo más lento y algo cercano al Jazz. También lento, aunque con una parte al final más intensa, el corte llamado “FAQ”, donde la guitarra se combina con el bajo a la perfección. “Scarecrow and Loaded Gun” es uno de los himnos del disco, muy rápido, donde Dowie canta a las mil maravillas y donde todo el grupo se luce, especialmente Adolfo con su guitarra. “Paper Spermatozoids” es otro corte con el espíritu de Demian, con un buen riff y una batería ejecutada diestramente, poco después del centro encontramos un fenomenal solo de guitarra. “Feedind a dog with an empty disch” es un corte con gran carga de guitarra ácida donde Adolfo hace un trabajo fenomenal, este es de los mejores. “The strange world of Wanda Potts” es el tema más experimental y progresivo del disco, con cambios cortantes de ritmo y toques de vientos. Después se convierte en un tema suave para acabar como en el comienzo. “Cellophane girl” es un tema que suena ultra-americano, como si viniera de las praderas de Utah o algo así. Para acabar, “Coming”, versión de un tema de Demian (grupo que fuera la segunda parte de los mágicos Bubble Puppy), tocada a la perfección y donde debemos destacar la impresionante combinación de las guitarras de Adolfo y JC Sisto (Fuzz Machine, Mater Dronic), toda una orgía eléctrica. Un cierre de disco que resulta un placer.
Tras sacar el disco hacen una gira para presentarlo y su incidencia en los medios es mayor y aun más positiva que con los dos anteriores, contando incluso con un artículo en la revista Ruta 66. Un servidor pudo verles un par de conciertos en Algeciras en dos días consecutivos, uno con sus temas y otro exclusivamente de versiones con temas de Monster Magnet o The Stooges por ejemplo. Fue algo fenomenal. Todo parece ir como la seda, pero Carlos tiene que dejar el grupo. Esto es un nuevo varapalo y deben buscarle un substituto adecuado, el cual será Ander Zabalza, batería en Royal Canal (grupo donde había entrado a colaborar Adolfo) y también en Galactus, banda paralela donde también participa Dowie. Con esta formación tocan nuevamente en el festival Mentes de ácido, concretamente en la fiesta de presentación de la segunda edición. Ander apenas se sabía todavía los temas (había tenido muy poco tiempo para preparárselos), pero aun así dan un conciertazo que nos deja con la boca abierta. También tocan en el Grande Rock festival junto a otros grupos como Viaje a 800 o Rip KC. Tras esto intentaron tocar lo máximo posible y hacen una gira muy agotadora, incluyendo incluso algunas actuaciones en el extranjero. Esta gira es bastante eccidentada y entre otros imprevistos deben parar un tiempo por una lesión del bajista en un brazo. Cuando se recupera vuelven a la carga y entre otros eventos participan en el SpaceLopera Rock de Algeciras donde se les nota mucho el cansancio.
Comienzan a idear un nuevo disco pero su gestación se prolongó más en el tiempo de lo que el grupo esperaba. A comienzos de su grabación, David, el que fuera vocalista de la banda desde 2003, abandona la banda provocando un largo parón y muchas dudas sobre la continuidad del proyecto. No obstante, el resto del grupo tiene grandes ilusiones y afortunadamente para sus fans decide seguir adelante, para ello reclaman la ayuda de Txus, cantante ya participante en otras bandas de la vecina Vitoria (ER son de Pamplona) como Dixon II o Arenna, para que ponga voz a las canciones del grupo y finalmente termina por integrarse como miembro para sus actuaciones. Así pues, la grabación del disco se extendió desde junio de 2009 hasta enero de este 2010, se lo tomaron con bastante tranquilidad y es algo que se nota totalmente cuando se escucha el disco, extremadamente cuidado. El registro del disco, llamado The Trial, tuvo lugar en el estudio Primera Base de Madrid, contando con el trabajo técnico de Jose Lopez, que también ha producido el disco junto a la banda. Como en otros discos en los que ha participado (Soulbreakers Company, Mystic Frequency Worm, etc), Lopez ha conseguido un sonido impecable para este nuevo disco de los Riders, con una textura más limpia y refinada que en trabajos anteriores de los ER.
Respecto a este refinamiento del sonido opino que vino muy bien al cambio de estilo de la banda. Porque la entrada de Txus ha supuesto un cierto viraje musical, y es algo muy lógico dada la importancia de un vocalista a la hora de definir el sonido global de una grabación. Aunque sin abandonar las bases de un rock con tendencias psicodélicas o progresivas, Electric Riders han variado algo sus referencias y sobretodo su actitud musical y les ha salido un disco que yo definiría como crepuscular, pues desde el rock bastante alegre e incluso en ocasiones festivo de sus dos anteriores discos han regresado ahora al espíritu de los comienzos del grupo, a aquel Get Your Experience del 2001, con un estilo bastante más oscuro y enrevesado, más imprevisible y que exige del oyente mucha más atención. Es, desde luego, un disco muy eléctrico y guitarrero, pero ya no se basa tanto en los temas repletos de melodías pegadizas y directas, aquí nos encontramos con un desarrollo de los temas mucho más dramático (y yo diría que incluso teatral) y los temas se entrelazan los unos con los otros formando un conjunto, algo que no es casual pues se trata de un disco conceptual en lo temático: la triste historia de John Merrick, el llamado Hombre Elefante que hiciera célebre David Lynch con su excelente pelicula. Algunos de los temas son practicamente instrumentales, con largas secciones eléctricas, breves interludios acústicos y finalmente la voz de Txus, ejemplo de ello es “Cut this crap with your knive”, un auténtico temazo. Txus, hasta el momento, había participado en bandas relacionadas con el sonido stoner, su estilo en otras grabaciones era logicamente en esa onda tan concreta, pero para este disco ha roto con esa linea y ha aportado un registro diferente, pienso que mucho más interesante y rico, quizás debido a que Electric Riders no es un grupo facilmente catalogable y trasciende etiquetas, por tanto ofrece a sus miembros más libertad a la hora de explorar sus posibilidades o sus ideas.
Respecto al resto de la banda, se presenta a un nivel excelente. Evidentemente su guitarra destaca por un trabajo impresionante a lo largo de todo el disco. Adolfo es un consumado músico que poco a poco ha modelado su estilo y sabe dosificar y mantener un equilibrio entre la sutileza o los deparrames de pura electricidad. Pero la base rítmica, en un constante mano a mano entre Jaime a las cuatro cuerdas y Ander en la batería, es algo fenomenal, crucial para haber conseguido la alta calidad del disco. También destacar el uso de los coros de Jaime y Adolfo en contrapunto de la voz de Txus, algo que puede ser anecdótico para otro grupo en ER se ha convertido en una constante, muchos de sus temas cuentan con un trasfondo coral que queda muy bien, como en “Foreword to abyss”, el corte que abre el CD, aunque ocurre en casi todos los temas. Igualmente hay que recordar que han habido varias colaboraciones de músicos con instrumentos de vientos u otros. En suma, The Trial es un disco altamente recomendable, con temas que en mi opinión quedan regitrados en la mente para siempre como la muy acústica “Galows pole” o la impresionante “Don't lie to the raper”, con unos riffs de antología y un diálogo de guitarra y harmónica (grabada por Roberto Lopez) que corta la respiración. En fin, el nivel global de los temas es excelente. Una vez más Electric Riders se salen por la tangente y continuan por un camino absolutamente personal y escasamente transitado en este país, con un pie en el hard rock y otro en lo progresivo, logrando una mezcla perfecta y equilibrada. Sus tres anteriores discos son muy buenos, llevamos mucho tiempo diciéndolo, pero creo que este último es de más alcance, es una obra más arriesgada y exigente para con el oyente, quizás porque es un disco que debe juzgarse en todo su conjunto, si el oyente conecta con su propuesta obtendrá una muy grata recompensa de un disco repleto de matices y recobecos esperando ser descubiertos.
Tras editar este disco la banda no logra cuajar con esta formación y en estos momentos el grupo ya no está en activo, sus miembros andan en diferentes proyectos más o menos estables. No obstante, los discos de Electric Riders quedan ahí para ser descubiertos y disfrutados por todo aquel interesado en la buena psicodelia y el rock en general. Es lo que hay, una banda más que desaparece (aunque quien sabe si vuelven a juntarse) en un país que maltrata la música rock con desinterés y falta de apoyos. Difícil es aguantar en estas circunstancias.
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