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domingo, 17 de junio de 2012

Cactus


Artículo por Jano Delgado 



Aunque no son todo lo conocidos que se debiera, algunos los ven como la secuela de Vanilla Fudge, algunos como el antecedente de Beck, Bogert & Appice, algunos como meros continuadores de la esencia del sonido Cream, lo cierto es que Cactus es una de las más grandes bandas que ha dado la historia del rock. Cuatro talentos indiscutibles dieron origen a uno de los supergrupos más interesantes de su tiempo…
Cuando sale a la venta el quinto álbum de la Vanilla Fudge, ‘Rock & Roll’ (1969, Atco), nada hace presagiar el enorme batacazo comercial que los Fudge van a recibir. La verdad es que Vanilla Fudge fue una banda inclasificable, capaz de lo mejor (‘Vanilla Fudge’, 1967) y de lo peor (‘The Beat Goes On’, 1968), complejos y ambiciosos, tuvieron la mala suerte de ser tachados de pretenciosos demasiado pronto. El álbum ‘Rock & Roll’ era un disco que, a priori, parecía que iba a tener buenas ventas: se acercaba más al hard rock que se estilaba por aquella época, como Led Zeppelín, Deep Purple o Black Sabbath. Sin embargo, el disco sería un fracaso absoluto, a pesar de ser un disco sobresaliente.
Tras la gira promocional del disco en 1969, la sección rítmica de la banda, los fundamentales Carmine Appice (batería) y Tim Bogert (bajo), se da cuenta de que no buscan lo mismo que los otros dos miembros de los Fudge, el guitarrista Vince Martell y el teclista Mark Stein. La lucha de egos se había hecho evidente desde la grabación de ‘Rock & Roll’, y Bogert y Appice tenían planes al margen de Vanilla Fudge: hacer una superbanda de blues rock, al estilo de Cream o The Jeff Beck Group. De hecho, Bogert, que era un apasionado de la música clásica y que, al parecer, descubrió el R&B muy tarde, estuvo bastante tiempo obsesionado con el grandioso ‘Beck-Ola’ del Jeff Beck Group.
Bogert no tardó en comentar a Appice la idea de separarse de los Fudge, y fundar juntos un nuevo grupo. Cuenta la leyenda que el nombre del nuevo grupo lo acordaron durante la gira de despedida de Vanilla Fudge, tras un concierto en Arizona, donde al volver al hotel pasaron por un autocine llamado The Cactus Drive-In. Lo que no es leyenda es el hecho de que ambos se decidieron a dejar Vanilla Fudge a finales de 1969, aunque aun tardarían unos meses en dejar la banda definitivamente, con dos ideas claras: la primera que su nuevo grupo haría blues, y la segunda, que Jeff Beck debía ser el guitarrista.
Tanto Bogert como Appice eran unos enamorados del estilo de Beck con la guitarra, ya desde los tiempos de The Yardbirds, amor que se había multiplicado desde la fundación del Jeff Beck Group. En seguida contactaron con él por mediación de un amigo común, un por aquel entonces desconocido John Bonham. A Jeff Beck le encantó la idea, pues resultaba que el también era un fan del estilo rítmico de Bogert y Appice, y además, le garantizaba algo que para Beck sería determinante, con Bogert y Appice se alejaría de la psicodelia. Desde los tiempos de los Yardbirds, Beck había sido una especie de ‘gurú’ de la guitarra psicodélica, algo que ya no le hacía ninguna gracia ni ninguna ilusión seguir manteniendo. Beck aceptó unirse al proyecto, y propuso a Rod Stewart como vocalista. Aunque a Stewart no le gustó nunca la idea de formar un grupo con músicos americanos, y menos con unos freaks como Bogert y Appice a los que les gustaba el jazz y la música clásica, aceptó principalmente por Beck. Todo parecía listo para hacer historia, pero todo se truncó muy rápido.
En noviembre de 1969 Jeff Beck sufrió un accidente que casi le cuesta la vida y que le tuvo dos meses alejado de la música. El accidente fue la excusa perfecta para que Rod Stewart abandonase el proyecto, y se decidiese a fundar The Faces, junto a Ronnie Wood y Ronnie Lane. Appice y Bogert, viendo el panorama de quedarse sin grupo, deciden no esperar a que Beck se recupere, y se deciden a reclutar un vocalista y un guitarrista de los propios EE. UU. Hoy es un misterio cómo habría sonado semejante cuarteto pero, desde luego, como proyecto era fascinante.
El guitarrista que ocuparía la plaza de Jeff Beck dentro del grupo sería Jim McCarty, un auténtico genio de la guitarra que nunca gozó de la fama que merecía por haber sido primero guitarrista de los Detroit Wheels de Mitch Ryder, y luego por haber vendido sus servicios en la ciudad de Detroit (además de grabar con la Buddy Miles Express, también participó en la mítica jam session de Hendrix y Jack Bruce de 1968). El encuentro se produjo a través de Bogert, que vio a McCarty en un concierto con los Detroit Wheels y luego hicieron una jam session juntos, y sin duda le había dejado un buen sabor de boca. Hoy nos resulta raro pensar en Cactus con otro guitarrista que no fuera McCarty, pues en esta banda demostró que fue uno de los mejores guitarristas de su tiempo, cambiando el registro R&B y soul de la banda de Ryder por la dinamita y el frenesí que desprendía con Cactus.
La elección del vocalista sería, aunque más tardía, más fácil. Bogert y Appice conocían a Rusty Day de las diversas colaboraciones de éste con Vanilla Fudge, pues había sido vocalista en algunos conciertos y, además, su calidad estaba por encima de toda duda después de los formidables trabajos que había realizado al lado de la banda de Ted Nugent, los grandísimos Amboy Dukes. A pesar de ello, algunas fuentes afirman que fue una recomendación de McCarty. Day había sido despedido por Nugent de la banda por motivos relacionados con las drogas, de hecho, en los Ambos Dukes ‘se juntó el hambre con las ganas de comer’, ya que si bien es cierto que Day tenía un serio problema con las drogas, no es menos cierto que Nugent era un severo líder de banda y totalmente contrario a su uso. Aun hoy sorprende cómo los discos del reaccionario Nugent pueden sonar tan psicodélicos siendo completamente contrario al uso de drogas.
La banda ya estaba formada: Rusty Day a la voz, Jim McCarty a la guitarra, Tim Bogert al bajo y Carmine Appice a la batería. Todo parecía perfecto… la banda al completo deseaba formar un grupo de blues, a los cuatro miembros les interesaba la improvisación, no parecía haber ningún problema, pero ya salían a la luz algunos futuros problemas, principalmente la adicción de Day a las drogas en general y a los estupefacientes en particular. Bogert y Appice eran una sección rítmica de ensueño, ambos tenían una técnica prodigiosa y, a la vez, eran capaces de imprimir a los ritmos una potencia desbordante. Por su parte, Jim McCarty era el guitarrista perfecto para el grupo, se había educado y crecido con el R&B (además de nacer en una ciudad claramente vinculada a la música, Detroit) y era un asistente fiel a las jam sessions que se llevaban a cabo en diversos locales de Detroit, o de todo el país, cuando se encontraba de gira (además de hacer jams con Hendrix, con el que mantenía una cordial amistad, y con Jack Bruce, también participó en diversas jams en la Costa Oeste), lo que hizo que tuviese una gran calidad en las improvisaciones. Day, por su lado, era el perfecto cantante de blues, potente o delicado cuando hay que serlo, pero siempre enérgico y con un toque de buen gusto que le hacía inimitable.
Y a partir de ahí, el trabajo de Cactus fue una locura. Actuaron en pequeños garitos durante la que sería última gira de Vanilla Fudge, de modo de Appice y Bogert tocaban con los Fudge y cuando terminaban, se iban a pequeños clubs para tocar con Cactus. Esto era, como decíamos, una locura, y no duro mucho: a mediados de mayo de 1970 Bogert y Appice se separan definitivamente de Vanilla Fudge para dedicarse por completo a Cactus. Aunque parece que estaban dedicados a Cactus más de lo que podría parecer, pues en marzo de ese mismo año ya se habían metido en el estudio junto a McCarty y Day para registrar lo que sería su primer álbum, ‘Cactus’ (1970, Atco).
 
CACTUS’ (1970)

El debut de Cactus en estudio no pudo ser más afortunado y, a pesar de que fue producido por la propia banda, hoy se mantiene como uno de los mejores discos de blues rock jamás grabados. En su momento se dijo que era un disco de ‘blues progresivo’, algo así como hermanado con lo que, por la misma época, estaban haciendo Johnny Winter en EE. UU. o Savoy Brown en Inglaterra. Lejos de entrar en una disputa sobre las etiquetas, el homónimo de Cactus es uno de los mejores discos de la historia del rock: hard blues intenso y boogie rock son las características de esta joya que, sin embargo, también tuvo problemas en su lanzamiento: Atlantic (marca dueña de la firma Atco) censuró y retiró la portada original, similar a la que apareció pero que representaba a un cactus más sencillo, uno grande con dos pequeños a los lados… como la imagen se asemejaba a un pene fue retirada de inmediato.
Posiblemente, el disco de blues más potente grabado hasta su fecha, con una base rítmica demoledora (Bogert toca el bajo como si de una guitarra se tratase, mientras Appice golpea frenético la batería), un trabajo deslumbrante de McCarty (sus riffs son tan antológicos como sus solos) y un Rusty Day que derrocha potencia en los temas más poderosos y delicadeza cuando los temas lo requieren, además de realizar un trabajo completísimo, y también maníaco, con la harmónica.
No hay más agresiva de comenzar un disco que con una versión ultra-acelerada del clásico ‘Parchman Farm’ un frenético boogie con un Bogert y un Appice grandiosos, sobre los que destacan los riffs de guitarra y harmónica. Una de las mejores versiones, si no la mejor, jamás grabadas de este clásico del blues. Más relajada es ‘My Lady From South Of Detroit’, una balada pseudo-acústica con protagonismo absoluto de Day y un reposado solo de McCarty. ‘Brother Bill’ es más interesante, un country-blues a la vieja usanza con buena harmónica y mejor guitarra, pero a la que le sigue uno de los mejores temas del disco, la revisión del clásico ‘You Can't Judge A Book By The Cover’, de Dixon, un derroche de clase y potencia con buenos cambios de ritmo y unos solos magistrales. ‘Let Me Swim’ es un rock and roll como mandan los cánones, y ‘No Need To Worry’ es un blues lento absolutamente prodigioso que sería uno de los momentos álgidos de sus directos, con versiones larguísimas dirigidas por la guitarra de McCarty. ‘Oleo’ es un blues rock marca de la casa, todo un himno de Cactus, con un Day bestial y los enormes guitarrazos de McCarty, y con solos de Bogert y McCarty para enmarcar… así hasta la tremenda ‘Feel So Good’, magnífica, y con un solo de Appice...Imprescindible.
Después de los numerosos conciertos en pequeños garitos cuando Bogert y Appice aun pertenecían a Vanilla Fudge, quien les iba a decir a los cuatro músicos que su debut oficial iba a ser en un enorme estadio y que, además, lo iban a llenar… el lugar sería Philadelphia, y se congregaron allí más de 200.000 jóvenes para disfrutar de un concierto de Grateful Dead, The Steve Miller Band, Jimi Hendrix y Cactus (menudo cartel)…
En mayo de 1970, ‘Cactus’, el debut homónimo sale a la luz y sus ventas son ínfimas. De hecho tan sólo llegó a un triste puesto 54 de las listas americanas… las ventas escasas destinaban al grupo casi irremediablemente a ‘banda de culto’, algo que el aun menor éxito de los discos posteriores iba a afianzar. Resulta increíble que en un tiempo en el que el mercado de rock está dominado por el hard rock, el blues rock y el recién nacido rock progresivo, este álbum no barriera en las listas… pero la historia del rock está llena de estas situaciones tan contradictorias.
Cactus no se da por vencido, y a comienzos del siguiente año se edita su segundo Lp, ‘One Way… Or Another’, y también editado por Atco.

ONE WAY… OR ANOTHER’ (1971)


Con el álbum debut, Cactus había puesto el listón muy alto, pero el cuarteto no sólo salió airoso de las comparaciones, sino que en mi opinión se trata de una obra más madura y perfecta, una obra de arte que aguanta comparaciones no sólo con el LP homónimo del grupo, sino también con otros grandes clásicos de su tiempo (léase ‘Led Zeppelín II’, ‘Led zeppelín III’, ‘Deep Purple In Rock’, ‘Captain Beyond’, ‘Climbing!’ o ‘Johnny Winter And’, por poner algunos ejemplos).
La banda suena, si cabe, más compacta, de forma que funciona como un perfecto mecanismo de relojería. Blues rock, boogie rock y mucha clase son la receta de este segundo disco de Cactus, y el modelo a seguir por muchas, muchas bandas a partir de este momento. Para este álbum, de nuevo bajo el sello Atco, la banda contó con una sencilla portada de un paisaje, alejada de la polémica de la foto de su debut, aunque no todas las ediciones de ‘One Way… Or Another’ tienen esta portada, pues en distintas reediciones la portada fue cambiada por otra, si cabe, más sencilla.
El disco se abre con el clásico de Little Richard ‘Long Tall Sally’, convertido por Cactus en un blues lento y espeso, de una fuerza demoledora (al que beneficia, sin duda, la ralentización del ritmo) que parece ser un título de la propia banda (imponente trabajo de Bogert y, sobre todo, Appice). Más movida es la siguiente pieza, ‘Rockout, Whatever You Feel Like’, escrita por Cactus, y que constituye un típico tema de su tiempo, con un ritmo, si se quiere más pop, al que las voces, casi recitadas, de Day, y la guitarra (doblada) y la harmónica, no hacen sino mejorar. Más interesante aun es ‘Rock N’Roll Children’, tema original de la banda que con el tiempo se ha convertido en un himno clásico del blues rock, con un solo de McCarty antológico. ‘Big Mama Boogie’, otro tema propio, es un acercamiento al blues de John Lee Hooker, dividido en dos partes, la primera de las cuales se trata de un boogie acústico con McCarty a la guitarra y Day a la voz y harmónica, que da paso a la segunda parte, un frenético boogie eléctrico instrumental. La cara B comienza, como la primera, con una versión, en esta ocasión el clásico del soul ‘Feel So Bad’ de Willis, que la banda transforma en un oscuro y opresivo blues marca de la casa, con un trabajo de McCarty imponente, del que su amigo Hendrix estaría orgulloso, y que da paso al precioso instrumental acústico ‘Song For Aries’. ‘Hometown Bust’ es un magnífico country blues lento, arrastrado, decadente, que la banda lleva de forma magistral hasta la explosión y clímax final. Para cerrar semejante joya, el tema que da título al álbum, ‘One Way… Or Another’ que, posiblemente, sea el mejor tema jamás grabado por Cactus, un heavy blues de una intensidad insuperable, con un trabajo alucinante de la sección rítmica (lo que hacen es realmente complejo) y con un McCarty que demuestra que es uno de los mejores de su tiempo a las seis cuerdas....Alucinante.
Sin embargo, a pesar de las buenas críticas, ‘One Way… Or Another’ aun se vende menos que su debut (no subió del puesto 88 de las listas), lo que condena a Cactus a ser una banda minoritaria con público fiel (lo que hoy llamaríamos banda de culto). Pero paralelamente, su reputación como banda de directo sube como la espuma. Hubo quien dijo que Cactus fueron la mejor banda en directo de su tiempo: la fuerza de una sección rítmica que podría competir con cualquier otra de la historia del rock, un guitarra solista que se educó con el soul de Detroit y se desarrollo en el hard blues con ayuda de su amigo Hendrix, y un vocalista, loco y desorientado en la vida, centrado como pocos encima de un escenario, favorecieron esta reputación. No se grabó ningún disco oficial de Cactus en directo, aunque es posible encontrar discos piratas de la primera formación: entre ellos, destacan ‘Live At WCFM-FM, Rochester NY 1971’ o ‘Live At The Action House, Long Island, NY 1971’, además de un extraordinario ‘Cactus First LP Outtakes’, con tomas alternativas y descartadas para su debut, que incluye ‘Help Me’, de Williamson, y ‘Rumble’, de Wray.
Sus shows, que mezclaban potentes y anfetamínicos temas de hard blues con apasionadas versiones de clásicos del blues, los sitúo en la cumbre de su tiempo (los mismísimos Hendrix y Ted Nugent llegarón a afirmar que eran la mejor banda de directo de su momento), e incluso, según cuenta la leyenda, fueron despedidos en varias ocasiones debido a que volaban la cabeza del público antes de que salieran al escenario las estrellas del cartel. Al parecer, a menudo, sus conciertos se convertían en auténticos campos de batalla, que comenzaba con Rusty Day soltando discursos políticos de corte anarquista en los que fomentaba la desobediencia cívica o en las que animaba al público a enfrentarse con las fuerzas de seguridad (alguna vez Day fue, incluso, arrestado ‘por incitación a la violencia’), otras veces en cambio, los conciertos de Cactus se convertían en paraísos artificiales de drogas y hermandad, con el público subiendo al escenario a bailar… el público nunca sabía lo que se iba a encontrar en un concierto de Cactus, pero la calidad interpretativa, los buenos temas y el espectáculo sobre las tablas del grupo lo hacían algo difícil de resistir. Pero no todo era complicado en sus shows, sino también al margen de los directos, ya que la personalidad de los miembros de la banda era compleja y difícil fuera del escenario: en los hoteles, con los fans y las groupies, el comportamiento de la banda dejaba mucho que desear. En su tiempo las bacanales y las orgías de Appice eran comentadas y conocidas en todos los sectores de la industria, desde los tiempos de Vanilla Fudge.
La dificultad en la que se movía la banda en estas circunstancias (alabados por sus compañeros, seguidos por un público fiel, pero ignorados por la crítica y los medios) trajo consecuencias terribles al seno de la banda. Bogert y Appice, líderes indiscutibles de la banda, que adoraban a Day eran conscientes de que, tarde o temprano, tendrían que deshacerse de él: sus problemas con las drogas cada día lo hacían más incontrolable, y en directo llegaba a perder los papeles con más frecuencia de los que al resto del grupo le gustaba. Además, Appice y Bogert, recibían presiones para cambiarlo desde Atco, que prefería un cantante a la forma de Robert Plant (modelo a seguir en aquellos años). Por otro lado, parece que McCarty tampoco estaba del todo a gusto en el seno de la banda, aunque no estamos seguros de si se debió al camino que llevaba la banda, o de si se debió a que era ninguneado por sus propios compañeros, ya que realmente, tanto Bogert como Appice siempre han tenido fama de ‘hombres difíciles’.
A pesar de estos problemas que, al final, darían con el fin de la banda, al menos con esta formación legendaria, a finales de ese mismo año 1971 sacarían a las tiendas su tercer álbum, ‘Restrictions’ (1971, Atco).

RESTRICTIONS’ (1971)


 
Absolutamente magistral álbum que hace del Cactus con la formación original, desde este momento, una banda mítica: tres discos, tres obras maestras. Los primero que sorprende es la portada, ya que después de las dos primeras, clásicas fotografías de paisajes más o menos americanos, para este ‘Restrictions’, Cactus opta por una portada algo más, si se quiere, futurista. Pero habrá más novedades en el interior de la carpeta, en la música. Ya que este disco no sigue la evolución lógica que se supondría teniendo en cuenta los dos primeros trabajos de la formación… para este tercer trabajo, lo que se muestra es una vuelta a las raíces de la banda, por lo que aparece más hermanado con el debut que con el más progresivo segundo álbum.
Naturalmente hay anfetamínicos hard blues, o heavy blues, pero también country blues a la vieja usanza, soul y algo de folk, lo que convierte a este disco en uno de los más completos de Cactus. Para este disco, cuentan con algo de ayuda: Ron Leejack a la guitarra slide y Albhy Galuten al piano, luego productor, entre otros, de los Bee Gees de finales de los setenta y principios de los ochenta (los del ‘Stayin’ Alive’). Leejack era miembro de Wicked Lester, banda pre-Kiss que también incluía a Gene Simmons y Paul Stanley). Los juegos de guitarras entre Leejack y McCarty serán uno de los factores más interesantes del disco.
Desde la inicial ‘Restrictions’, de Day y Appice, que se trata de un producto soul rock bastante intenso con un Day colosal y un unas guitarras inmejorables. ‘Tokin’ Chokin’’, es un country blues a la vieja usanza con una excelente slide de Leejack, y voces corales. Más interesante es ‘Guiltless Glider’, más de ocho minutos de hard blues, oscuro y opresivo, que suena realmente actual, y que es uno de los pilares del disco (sensacional McCarty). Aunque la versión del clásico de Howlin’ Wolf ‘Evil’ será el tema por el cual el disco es recordado: otra nueva reinvención del blues, sencillamente, con Bogert y Appice en continuo estado de gracia, y un McCarty impecable. El siguiente tema sería ‘Alaska’, un medio tiempo de blues con protagonismo de la harmónica de Day y la guitarra de Mccarty, en las antípodas del frenetismo del anterior tema. El blues rock salvaje vuelve a hacer su aparición con ‘Sweet Sixteen’, firmada por la banda, aunque toma la melodía del clásico ‘Rollin’ And Tumblin’’ de Waters, y que es una gozada. Más oscura es ‘Bag Drag’, de McCarty y Day, más cercano al hard rock que se estila por la época de procedencia fundamentalmente británica, con un solo memorable de McCarty. ‘Mean Night In Clevaland’ es un breve blues acústico, que muestra la vinculación de la banda al blues tradicional.
 
Es increíble que este ‘Restrictions’ aun tuviera menos repercusión que ‘One Way… Or Another’, de hecho no pasó del puesto 155 en las listas. Pero en cierta forma, se puede explicar por la ‘cabezonería’ del grupo, que lejos de ceder ante las presiones de Atco, que les pedía un sonido ‘más británico’, para competir con unos Led Zeppelin o unos Black Sabbath que estaban ocupando las listas en todo el mundo, Cactus saca, en pleno 1971, un álbum de puro blues rock. El precio que tuvieron que pagar por hacer lo que ellos quisieron fue el fin de la banda: Jim McCarty decidió abandonar la formación y Rusty Day fue despedido.
Jim McCarty colaboraría posteriormente con Bob Seger en sus Bob Seger’s Seven y con Bob Hodge en sus The Dynasaurs And Alleycats, aunque la estabilidad la alcanzaría posteriormente con The Rockets. Day por su parte, tuvo peor suerte, ya que tras un intento con moderado éxito de hacer una nueva versión de Cactus entre Georgia y Florida, nunca dejó las drogas y fue asesinado un 3 de junio de 1982 a consecuencia de un ajuste de cuentas, naturalmente, relacionado con sustancias prohibidas.
Con McCarty y Rusty Day fuera de la banda, Bogert y Appice deciden ceder a las presiones de Atco, que querían algo similar o bien a Led Zeppelin o bien a The Faces, las dos bandas que estaban arrasando en aquellos años. Ahora sin Day existía la posibilidad de contratar a un cantante ‘más británico’, como le exigía Atco. El elegido para sustituir a Day sería el gran Peter French, que abandonó los colosales Atomic Rooster para ponerse a las órdenes de Appice y Bogert. Para sustituir a McCarty, se optó por un camino alternativo, ya que se ficho al guitarrista Werner Fritzschings (posteriormente en Riff Raff, junto a Doug Lubahn, bajista de The Doors y Clear Light) y al teclista Duane Hitchings (posteriormente teclista de Beck, Bogert & Appice, Ted Nugent, Badfinger y Alice Cooper, entre otros, aunque anteriormente había prestado sus servicios a Janis Joplin y a Hendrix).
Aunque la banda es excepcional, lo cierto es que está a años luz de la formación original, y eso que tanto Fritzschings como French cumplen a las mil maravillas, pero en el grupo no tienen ningún tipo de poder: es la banda de Appice y Bogert. La nueva formación, en quinteto, gira por EE. UU. con éxito, y recogen algún tema de esa gira para lo que sería su cuarto álbum, ‘Ot’N’ Sweaty’ (1972, Atco).

OT’N’ SWEATY’ (1972)



Sin duda, estamos ante su disco más flojo, un intento de acercarse al hard rock de origen británico que, aunque aceptable, palidece al compararlo con sus tres obras anteriores. Grabado la mitad en directo y la otra mitad en estudio, sin duda se beneficia de la parte en directo, tres soberbios temas de blues rock y boogie rock grabados en el Mar-Y-Sol Pop Festival, en Puerto Rico, en abril de 1972: la gran ‘Swim’ con un buen trabajo a la guitarra y teclados, la frenética ‘Bad Mother Boogie’, que como su título indica es un boogie rock, con un French ejerciendo de perfecto maestro de ceremonias y un Fritzschings realmente magistral, y ‘Our Lil' Rock'n'Roll Thing’, un rock claramente inspirado en el sonido Faces, aunque más salvaje, con un French demasiado similar a Rod Stewart (que, al fin y al cabo, era lo que Atco pedía a Bogert y Appice). La verdad es que estos tres temas en directo son realmente buenos y demuestran que la banda sigue teniendo pese a las perdidas buena forma sobre las tablas.
Sus temas en estudio, por el contrario, son más oscuros, cercanos al hard rock de la época: aunque ‘Bad Stuff’ es un buen tema de hard rock, con potentes riffs, carece de la pegada que conferían a sus temas la anterior formación, y es que no se parece a los anteriores discos de Cactus, de forma que existe un problema de fondo, ¿realmente este es un disco de Cactus? Lejos de polémicas, ‘Bad Stuff’ es un tema realmente interesante, aunque ‘Bringing Me Down’ no lo sea tanto, y que, pese al buen hacer de French, no consigue rematar un medio tiempo que, en el fondo, es mediocre. Más interesante es ‘Bedroom Mazurka’, un muy buen R&B de French y Hitchings, del que los futuros Black Crowes parecen haberse inspirado para varios temas… de nuevo, se baja el listón con ‘Telling You’, otro medio tiempo, hasta finalizar con ‘Underneath The Arches’, un breve tema cantado casi a capela por la banda, que parece grabado en una reunión de borrachos…Una pena de disco, que podía haber tenido mejor suerte…
Cuál sería la sorpresa de Atco cuando resultó que el disco en el que se había cedido a todas sus demandas (nuevo cantante que, aunque alemán, tenía un estilo británico, nuevo cambio de dirección de la banda como punto intermedio entre los Led Zepp y los Faces…), resultó ser el disco menos vendido de Cactus (no subió del puesto 162 de las listas). Esto supone que Atco deje de interesarse por completo en Cactus, lo que destina a la banda hacia un final claro. Pero el final no se debería tanto a Atco como a los propios Bogert y Appice que, desencantados ya con un proyecto en el que han dejado todo, no consiguen remontar el vuelo. Todo cambiaría para ellos cuando ven la posibilidad de unirse a un sueño de años atrás: el guitarrista Jeff Beck. Jeff Beck había roto por segunda vez el Jeff Beck Group, por lo que, por fin, parecía hacerse realidad un sueño de ambos sectores, tanto de Beck como de Bogert y Appice, ruptura que, además, coincidía con una situación nefasta de Cactus. Así se crea la Beck, Bogert & Appice, supergrupo que dejaría para la posteridad dos discos geniales: ‘Beck, Bogert & Appice’ (1973, CBS) y ‘Beck, Bogert & Appice Live’ (1974, CBS, en edición japonesa), pero esa es otra historia...
Por su parte, es Duane Hitchings quien consigue el nombre de Cactus, aunque lo cambiará por un más realista The New Cactus Band, con el que grabará un disco, el mediocre ‘Son Of Cactus’, en el colaboraban músicos que, anteriormente, habían formado en Blues Image y Iron Butterfly…
Sin embargo, aquí no acaba la historia de esta gran banda. En 1996 aparece ‘Cactology: The Cactus Collection’ un completo recopilatorio que incluía una increíble versión en directo de ‘Parchman Farm’. Pero todo mejoraría, ya que en 2004 aparecen dos discos dobles esenciales: ‘Barely Contained: The Studio Sessions’ y ‘Fully Unleashed: The Live Gigs’.

BARELY CONTAINED: THE STUDIO SESSIONS’ (2004, Rhino)


Doble álbum que contiene toda la producción de Cactus en estudio, es decir, incluye completos sus cuatro discos para Atco: ‘Cactus’ (1970), ‘One Way… Or Another’ (1971), ‘Restrictions’ (1971) y ‘Ot’N’ Sweaty’ (1972), por lo que es la mejor obra conocida para acercarse al grupo. Además, contiene algún tema inédito magistral, como ‘Rumblin’ Man’, ‘The Sun Is Shining’ y ‘Hound Dog Sniffin’’.


FULLY UNLEASHED: THE LIVE GIGS’ (2004, Rhino)



 
Mucho más interesante es este doble ‘Fully Unleashed: The Live Gigs’, doble recopilatorio en directo que responde a una de las más grandes demandas de la historia del rock: material en directo de los originales Cactus, al margen de discos piratas de sonido mediocre. Este doble CD lujosamente editado se muestra como uno de los mejores discos en directo de la historia, mostrando a una banda en estado de gracia, y en su mejor momento. Aunque el disco no es un concierto íntegro, sino que está hecho a base de remiendos de distintas actuaciones, sorprende ver lo bien que queda el disco en conjunto, incluso por el hecho de contener actuaciones de las dos formaciones de Cactus.
De los 18 temas que tiene, 12 nunca habían visto la luz, por lo que el álbum es imprescindible, aunque tiene el inconveniente fundamental de su elevado precio, debido a que se trata de una edición limitada de 5.000 ejemplares numerados.
Entre los dos discos, hay actuaciones diversas: temas grabados en el Ellis Auditorium, en Memphis, Tennessee, en diciembre de 1971; parte de la actuación de la banda en el mítico festival de la Isla de Wight, Inglaterra, en agosto de 1970, tan sólo cuatro meses después de la fundación de la banda; una actuación en el Gilligan’s Club de Buffalo, Nueva Cork en junio de 1971, en el cual está presente el guitarrista Ron Leejack, que había sido guitarra en el álbum ‘Restrictions’; los temas del Mar-Y-Sol Pop Festival, recogidos en ‘Ot’N’ Sweaty’ en abril del 1972, entre otras cosas.
Desde la inicial ‘Intro/Long Tall Sally’ del CD 1 que mejora enormemente a la versión en estudio, a la que le sigue un anfetamínico ‘Bag Drag’. Uno de los puntos álgidos del álbum es la colosal versión de más de 16 minutos del clásico ‘Evil’ convertida por la banda en una impresionante jam session con protagonismo de la guitarra de McCarty y, luego, un extenso solo de Appice. Le sigue una potente versión de ‘Parchman Farm’, con un Day excelente a la harmónica. Después, el medio tiempo country blues ‘Alaska’ da paso a una versión potentísima de ‘Oleo’, que incluye un solo de Bogert sensacional, que comanda, con su bajo, una jam realmente original. Uno de los grandes momentos de sus directos era la versión que la banda hacía del blues lento ‘No Need To Worry’ que, siempre se convertía en una jam sessions. En esta ocasión ‘No Need To Worry’ se desarrolla más de 20 minutos, tras una introducción de McCarty, comienza un tema que va subiendo en intensidad continuamente, acariciando un clímax que nunca llega a alcanzar. Magistral. Cierra el CD 1 ‘Let Me Swim’, en una versión similar a la del estudio.
El CD 2 comienza con la tremenda ‘Big Mama Boogie, Parts 1 & 2’, magnífico, una de las grandes piezas del doble disco, que se desarrolla más de cuarto de hora, en el que la intensidad va creciendo cada segundo, hasta una explosión de electricidad casi insuperable. También es sensacional el collage de clásicos del R&B hecho puro salvajismo eléctrico ‘Medley: Heeby Jeebies/Money/Hound Dog/What'd I Say’, en más de 17 minutos, o dos versiones, más cortas, pero igualmente intensas que en el primer CD de ‘No Need To Worry’ y ‘Parchman Farm’. Aun más excitante, quizás por ser de mis favoritas de la formación, es ‘One Way... Or Another’, que tras una larga introducción comienza el tema con una fiereza absoluta, y un McCarty absolutamente pletórico, o la buena versión que ofrecen de ‘Bro. Bill’. Los siguientes temas pertenecen a la etapa de Fritzschings y French, y son los tres temas incluidos en ‘Ot’N’ Sweaty’: ‘Swim’, ‘Bad Mother Boogie’ y ‘Our Lil Rock-N-Roll Thing’, que se benefician del buen trabajo vocal de French y la guitarra de Fritzschings, como hemos comentado más arriba. Para cerrar semejante obra maestra del rock en directo como es este doble CD nada mejor que una versión inédita de ‘Bedroom Mazurka’, de ‘Ot’N’ Sweaty’, que como decíamos se asemeja a lo que décadas después harían The Black Crowes, y con un glorioso Fritzschings.
Cactus, una de las bandas más injustamente olvidadas de los tiempos gloriosos del invento del rock que hoy parece, afortunadamente, está volviendo a ser valorada como lo que fue: una de las mejores bandas de la historia.

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