Artículo por Jano Delgado
Aunque no son todo lo conocidos que se debiera, algunos los ven como la secuela de Vanilla Fudge, algunos como el antecedente de Beck, Bogert & Appice, algunos como meros continuadores de la esencia del sonido Cream, lo cierto es que Cactus es una de las más grandes bandas que ha dado la historia del rock. Cuatro talentos indiscutibles dieron origen a uno de los supergrupos más interesantes de su tiempo…
Cuando
sale a la venta el quinto álbum de la Vanilla Fudge, ‘Rock &
Roll’ (1969, Atco), nada hace presagiar el enorme batacazo
comercial que los Fudge van a recibir. La verdad es que Vanilla Fudge
fue una banda inclasificable, capaz de lo mejor (‘Vanilla Fudge’,
1967) y de lo peor (‘The Beat Goes On’, 1968), complejos y
ambiciosos, tuvieron la mala suerte de ser tachados de pretenciosos
demasiado pronto. El álbum ‘Rock & Roll’ era un disco
que, a priori, parecía que iba a tener buenas ventas: se
acercaba más al hard rock que se estilaba por aquella época,
como Led Zeppelín, Deep Purple o Black Sabbath. Sin embargo,
el disco sería un fracaso absoluto, a pesar de ser un disco
sobresaliente.
Tras
la gira promocional del disco en 1969, la sección rítmica
de la banda, los fundamentales Carmine Appice (batería) y Tim
Bogert (bajo), se da cuenta de que no buscan lo mismo que los otros
dos miembros de los Fudge, el guitarrista Vince Martell y el teclista
Mark Stein. La lucha de egos se había hecho evidente desde la
grabación de ‘Rock & Roll’, y Bogert y Appice tenían
planes al margen de Vanilla Fudge: hacer una superbanda de blues
rock, al estilo de Cream o The Jeff Beck Group. De hecho, Bogert, que
era un apasionado de la música clásica y que, al
parecer, descubrió el R&B muy tarde, estuvo bastante
tiempo obsesionado con el grandioso ‘Beck-Ola’ del Jeff Beck
Group.
Bogert
no tardó en comentar a Appice la idea de separarse de los
Fudge, y fundar juntos un nuevo grupo. Cuenta la leyenda que el
nombre del nuevo grupo lo acordaron durante la gira de despedida de
Vanilla Fudge, tras un concierto en Arizona, donde al volver al hotel
pasaron por un autocine llamado The Cactus Drive-In. Lo que no es
leyenda es el hecho de que ambos se decidieron a dejar Vanilla Fudge
a finales de 1969, aunque aun tardarían unos meses en dejar la
banda definitivamente, con dos ideas claras: la primera que su nuevo
grupo haría blues, y la segunda, que Jeff Beck debía
ser el guitarrista.
Tanto
Bogert como Appice eran unos enamorados del estilo de Beck con la
guitarra, ya desde los tiempos de The Yardbirds, amor que se había
multiplicado desde la fundación del Jeff Beck Group. En
seguida contactaron con él por mediación de un amigo
común, un por aquel entonces desconocido John Bonham. A Jeff
Beck le encantó la idea, pues resultaba que el también
era un fan del estilo rítmico de Bogert y Appice, y además,
le garantizaba algo que para Beck sería determinante, con
Bogert y Appice se alejaría de la psicodelia. Desde los
tiempos de los Yardbirds, Beck había sido una especie de
‘gurú’ de la guitarra psicodélica, algo que ya no
le hacía ninguna gracia ni ninguna ilusión seguir
manteniendo. Beck aceptó unirse al proyecto, y propuso a Rod
Stewart como vocalista. Aunque a Stewart no le gustó nunca la
idea de formar un grupo con músicos americanos, y menos con
unos freaks como Bogert y Appice a los que les gustaba el jazz y la
música clásica, aceptó principalmente por Beck.
Todo parecía listo para hacer historia, pero todo se truncó
muy rápido.
En
noviembre de 1969 Jeff Beck sufrió un accidente que casi le
cuesta la vida y que le tuvo dos meses alejado de la música.
El accidente fue la excusa perfecta para que Rod Stewart abandonase
el proyecto, y se decidiese a fundar The Faces, junto a Ronnie Wood y
Ronnie Lane. Appice y Bogert, viendo el panorama de quedarse sin
grupo, deciden no esperar a que Beck se recupere, y se deciden a
reclutar un vocalista y un guitarrista de los propios EE. UU. Hoy es
un misterio cómo habría sonado semejante cuarteto pero,
desde luego, como proyecto era fascinante.
El
guitarrista que ocuparía la plaza de Jeff Beck dentro del
grupo sería Jim McCarty, un auténtico genio de la
guitarra que nunca gozó de la fama que merecía por
haber sido primero guitarrista de los Detroit Wheels de Mitch Ryder,
y luego por haber vendido sus servicios en la ciudad de Detroit
(además de grabar con la Buddy Miles Express, también
participó en la mítica jam session de Hendrix y Jack
Bruce de 1968). El encuentro se produjo a través de Bogert,
que vio a McCarty en un concierto con los Detroit Wheels y luego
hicieron una jam session juntos, y sin duda le había dejado un
buen sabor de boca. Hoy nos resulta raro pensar en Cactus con otro
guitarrista que no fuera McCarty, pues en esta banda demostró
que fue uno de los mejores guitarristas de su tiempo, cambiando el
registro R&B y soul de la banda de Ryder por la dinamita y el
frenesí que desprendía con Cactus.
La
elección del vocalista sería, aunque más tardía,
más fácil. Bogert y Appice conocían a Rusty Day
de las diversas colaboraciones de éste con Vanilla Fudge, pues
había sido vocalista en algunos conciertos y, además,
su calidad estaba por encima de toda duda después de los
formidables trabajos que había realizado al lado de la banda
de Ted Nugent, los grandísimos Amboy Dukes. A pesar de ello,
algunas fuentes afirman que fue una recomendación de McCarty.
Day había sido despedido por Nugent de la banda por motivos
relacionados con las drogas, de hecho, en los Ambos Dukes ‘se juntó
el hambre con las ganas de comer’, ya que si bien es cierto que Day
tenía un serio problema con las drogas, no es menos cierto que
Nugent era un severo líder de banda y totalmente contrario a
su uso. Aun hoy sorprende cómo los discos del reaccionario
Nugent pueden sonar tan psicodélicos siendo completamente
contrario al uso de drogas.
La
banda ya estaba formada: Rusty Day a la voz, Jim McCarty a la
guitarra, Tim Bogert al bajo y Carmine Appice a la batería.
Todo parecía perfecto… la banda al completo deseaba formar
un grupo de blues, a los cuatro miembros les interesaba la
improvisación, no parecía haber ningún problema,
pero ya salían a la luz algunos futuros problemas,
principalmente la adicción de Day a las drogas en general y a
los estupefacientes en particular. Bogert y Appice eran una sección
rítmica de ensueño, ambos tenían una técnica
prodigiosa y, a la vez, eran capaces de imprimir a los ritmos una
potencia desbordante. Por su parte, Jim McCarty era el guitarrista
perfecto para el grupo, se había educado y crecido con el R&B
(además de nacer en una ciudad claramente vinculada a la
música, Detroit) y era un asistente fiel a las jam sessions
que se llevaban a cabo en diversos locales de Detroit, o de todo el
país, cuando se encontraba de gira (además de hacer
jams con Hendrix, con el que mantenía una cordial amistad, y
con Jack Bruce, también participó en diversas jams en
la Costa Oeste), lo que hizo que tuviese una gran calidad en las
improvisaciones. Day, por su lado, era el perfecto cantante de blues,
potente o delicado cuando hay que serlo, pero siempre enérgico
y con un toque de buen gusto que le hacía inimitable.
Y
a partir de ahí, el trabajo de Cactus fue una locura. Actuaron
en pequeños garitos durante la que sería última
gira de Vanilla Fudge, de modo de Appice y Bogert tocaban con los
Fudge y cuando terminaban, se iban a pequeños clubs para tocar
con Cactus. Esto era, como decíamos, una locura, y no duro
mucho: a mediados de mayo de 1970 Bogert y Appice se separan
definitivamente de Vanilla Fudge para dedicarse por completo a
Cactus. Aunque parece que estaban dedicados a Cactus más de lo
que podría parecer, pues en marzo de ese mismo año ya
se habían metido en el estudio junto a McCarty y Day para
registrar lo que sería su primer álbum, ‘Cactus’
(1970, Atco).
‘CACTUS’
(1970)
El
debut de Cactus en estudio no pudo ser más afortunado y, a
pesar de que fue producido por la propia banda, hoy se mantiene como
uno de los mejores discos de blues rock jamás grabados. En su
momento se dijo que era un disco de ‘blues progresivo’, algo así
como hermanado con lo que, por la misma época, estaban
haciendo Johnny Winter en EE. UU. o Savoy Brown en Inglaterra. Lejos
de entrar en una disputa sobre las etiquetas, el homónimo de
Cactus es uno de los mejores discos de la historia del rock: hard
blues intenso y boogie rock son las características de esta
joya que, sin embargo, también tuvo problemas en su
lanzamiento: Atlantic (marca dueña de la firma Atco) censuró
y retiró la portada original, similar a la que apareció
pero que representaba a un cactus más sencillo, uno grande con
dos pequeños a los lados… como la imagen se asemejaba a un
pene fue retirada de inmediato.
Posiblemente,
el disco de blues más potente grabado hasta su fecha, con una
base rítmica demoledora (Bogert toca el bajo como si de una
guitarra se tratase, mientras Appice golpea frenético la
batería), un trabajo deslumbrante de McCarty (sus riffs son
tan antológicos como sus solos) y un Rusty Day que derrocha
potencia en los temas más poderosos y delicadeza cuando los
temas lo requieren, además de realizar un trabajo
completísimo, y también maníaco, con la
harmónica.
No
hay más agresiva de comenzar un disco que con una versión
ultra-acelerada del clásico ‘Parchman Farm’ un frenético
boogie con un Bogert y un Appice grandiosos, sobre los que destacan
los riffs de guitarra y harmónica. Una de las mejores
versiones, si no la mejor, jamás grabadas de este clásico
del blues. Más relajada es ‘My Lady From South Of Detroit’,
una balada pseudo-acústica con protagonismo absoluto de Day y
un reposado solo de McCarty. ‘Brother Bill’ es más
interesante, un country-blues a la vieja usanza con buena harmónica
y mejor guitarra, pero a la que le sigue uno de los mejores temas del
disco, la revisión del clásico ‘You Can't Judge A
Book By The Cover’, de Dixon, un derroche de clase y potencia con
buenos cambios de ritmo y unos solos magistrales. ‘Let Me Swim’
es un rock and roll como mandan los cánones, y ‘No Need To
Worry’ es un blues lento absolutamente prodigioso que sería
uno de los momentos álgidos de sus directos, con versiones
larguísimas dirigidas por la guitarra de McCarty. ‘Oleo’
es un blues rock marca de la casa, todo un himno de Cactus, con un
Day bestial y los enormes guitarrazos de McCarty, y con solos de
Bogert y McCarty para enmarcar… así hasta la tremenda ‘Feel
So Good’, magnífica, y con un solo de
Appice...Imprescindible.
Después
de los numerosos conciertos en pequeños garitos cuando Bogert
y Appice aun pertenecían a Vanilla Fudge, quien les iba a
decir a los cuatro músicos que su debut oficial iba a ser en
un enorme estadio y que, además, lo iban a llenar… el lugar
sería Philadelphia, y se congregaron allí más de
200.000 jóvenes para disfrutar de un concierto de Grateful
Dead, The Steve Miller Band, Jimi Hendrix y Cactus (menudo cartel)…
En
mayo de 1970, ‘Cactus’, el debut homónimo sale a la luz y
sus ventas son ínfimas. De hecho tan sólo llegó
a un triste puesto 54 de las listas americanas… las ventas escasas
destinaban al grupo casi irremediablemente a ‘banda de culto’,
algo que el aun menor éxito de los discos posteriores iba a
afianzar. Resulta increíble que en un tiempo en el que el
mercado de rock está dominado por el hard rock, el blues rock
y el recién nacido rock progresivo, este álbum no
barriera en las listas… pero la historia del rock está llena
de estas situaciones tan contradictorias.
Cactus
no se da por vencido, y a comienzos del siguiente año se edita
su segundo Lp, ‘One Way… Or Another’, y también editado
por Atco.
‘ONE
WAY… OR ANOTHER’ (1971)
Con
el álbum debut, Cactus había puesto el listón
muy alto, pero el cuarteto no sólo salió airoso de las
comparaciones, sino que en mi opinión se trata de una obra más
madura y perfecta, una obra de arte que aguanta comparaciones no sólo
con el LP homónimo del grupo, sino también con otros
grandes clásicos de su tiempo (léase ‘Led Zeppelín
II’, ‘Led zeppelín III’, ‘Deep Purple In Rock’,
‘Captain Beyond’, ‘Climbing!’ o ‘Johnny Winter And’, por
poner algunos ejemplos).
La
banda suena, si cabe, más compacta, de forma que funciona como
un perfecto mecanismo de relojería. Blues rock, boogie rock y
mucha clase son la receta de este segundo disco de Cactus, y el
modelo a seguir por muchas, muchas bandas a partir de este momento.
Para este álbum, de nuevo bajo el sello Atco, la banda contó
con una sencilla portada de un paisaje, alejada de la polémica
de la foto de su debut, aunque no todas las ediciones de ‘One Way…
Or Another’ tienen esta portada, pues en distintas reediciones la
portada fue cambiada por otra, si cabe, más sencilla.
El
disco se abre con el clásico de Little Richard ‘Long Tall
Sally’, convertido por Cactus en un blues lento y espeso, de una
fuerza demoledora (al que beneficia, sin duda, la ralentización
del ritmo) que parece ser un título de la propia banda
(imponente trabajo de Bogert y, sobre todo, Appice). Más
movida es la siguiente pieza, ‘Rockout, Whatever You Feel Like’,
escrita por Cactus, y que constituye un típico tema de su
tiempo, con un ritmo, si se quiere más pop, al que las voces,
casi recitadas, de Day, y la guitarra (doblada) y la harmónica,
no hacen sino mejorar. Más interesante aun es ‘Rock N’Roll
Children’, tema original de la banda que con el tiempo se ha
convertido en un himno clásico del blues rock, con un solo de
McCarty antológico. ‘Big Mama Boogie’, otro tema propio,
es un acercamiento al blues de John Lee Hooker, dividido en dos
partes, la primera de las cuales se trata de un boogie acústico
con McCarty a la guitarra y Day a la voz y harmónica, que da
paso a la segunda parte, un frenético boogie eléctrico
instrumental. La cara B comienza, como la primera, con una versión,
en esta ocasión el clásico del soul ‘Feel So Bad’
de Willis, que la banda transforma en un oscuro y opresivo blues
marca de la casa, con un trabajo de McCarty imponente, del que su
amigo Hendrix estaría orgulloso, y que da paso al precioso
instrumental acústico ‘Song For Aries’. ‘Hometown Bust’
es un magnífico country blues lento, arrastrado, decadente,
que la banda lleva de forma magistral hasta la explosión y
clímax final. Para cerrar semejante joya, el tema que da
título al álbum, ‘One Way… Or Another’ que,
posiblemente, sea el mejor tema jamás grabado por Cactus, un
heavy blues de una intensidad insuperable, con un trabajo alucinante
de la sección rítmica (lo que hacen es realmente
complejo) y con un McCarty que demuestra que es uno de los mejores de
su tiempo a las seis cuerdas....Alucinante.
Sin
embargo, a pesar de las buenas críticas, ‘One Way… Or
Another’ aun se vende menos que su debut (no subió del
puesto 88 de las listas), lo que condena a Cactus a ser una banda
minoritaria con público fiel (lo que hoy llamaríamos
banda de culto). Pero paralelamente, su reputación como banda
de directo sube como la espuma. Hubo quien dijo que Cactus fueron la
mejor banda en directo de su tiempo: la fuerza de una sección
rítmica que podría competir con cualquier otra de la
historia del rock, un guitarra solista que se educó con el
soul de Detroit y se desarrollo en el hard blues con ayuda de su
amigo Hendrix, y un vocalista, loco y desorientado en la vida,
centrado como pocos encima de un escenario, favorecieron esta
reputación. No se grabó ningún disco oficial de
Cactus en directo, aunque es posible encontrar discos piratas de la
primera formación: entre ellos, destacan ‘Live At WCFM-FM,
Rochester NY 1971’ o ‘Live At The Action House, Long Island, NY
1971’, además de un extraordinario ‘Cactus First LP
Outtakes’, con tomas alternativas y descartadas para su debut, que
incluye ‘Help Me’, de Williamson, y ‘Rumble’, de Wray.
Sus
shows, que mezclaban potentes y anfetamínicos temas de hard
blues con apasionadas versiones de clásicos del blues, los
sitúo en la cumbre de su tiempo (los mismísimos Hendrix
y Ted Nugent llegarón a afirmar que eran la mejor banda de
directo de su momento), e incluso, según cuenta la leyenda,
fueron despedidos en varias ocasiones debido a que volaban la cabeza
del público antes de que salieran al escenario las estrellas
del cartel. Al parecer, a menudo, sus conciertos se convertían
en auténticos campos de batalla, que comenzaba con Rusty Day
soltando discursos políticos de corte anarquista en los que
fomentaba la desobediencia cívica o en las que animaba al
público a enfrentarse con las fuerzas de seguridad (alguna vez
Day fue, incluso, arrestado ‘por incitación a la
violencia’), otras veces en cambio, los conciertos de Cactus se
convertían en paraísos artificiales de drogas y
hermandad, con el público subiendo al escenario a bailar… el
público nunca sabía lo que se iba a encontrar en un
concierto de Cactus, pero la calidad interpretativa, los buenos temas
y el espectáculo sobre las tablas del grupo lo hacían
algo difícil de resistir. Pero no todo era complicado en sus
shows, sino también al margen de los directos, ya que la
personalidad de los miembros de la banda era compleja y difícil
fuera del escenario: en los hoteles, con los fans y las groupies, el
comportamiento de la banda dejaba mucho que desear. En su tiempo las
bacanales y las orgías de Appice eran comentadas y conocidas
en todos los sectores de la industria, desde los tiempos de Vanilla
Fudge.
La
dificultad en la que se movía la banda en estas circunstancias
(alabados por sus compañeros, seguidos por un público
fiel, pero ignorados por la crítica y los medios) trajo
consecuencias terribles al seno de la banda. Bogert y Appice, líderes
indiscutibles de la banda, que adoraban a Day eran conscientes de
que, tarde o temprano, tendrían que deshacerse de él:
sus problemas con las drogas cada día lo hacían más
incontrolable, y en directo llegaba a perder los papeles con más
frecuencia de los que al resto del grupo le gustaba. Además,
Appice y Bogert, recibían presiones para cambiarlo desde Atco,
que prefería un cantante a la forma de Robert Plant (modelo a
seguir en aquellos años). Por otro lado, parece que McCarty
tampoco estaba del todo a gusto en el seno de la banda, aunque no
estamos seguros de si se debió al camino que llevaba la banda,
o de si se debió a que era ninguneado por sus propios
compañeros, ya que realmente, tanto Bogert como Appice siempre
han tenido fama de ‘hombres difíciles’.
A
pesar de estos problemas que, al final, darían con el fin de
la banda, al menos con esta formación legendaria, a finales de
ese mismo año 1971 sacarían a las tiendas su tercer
álbum, ‘Restrictions’ (1971, Atco).
‘RESTRICTIONS’
(1971)
Absolutamente
magistral álbum que hace del Cactus con la formación
original, desde este momento, una banda mítica: tres discos,
tres obras maestras. Los primero que sorprende es la portada, ya que
después de las dos primeras, clásicas fotografías
de paisajes más o menos americanos, para este ‘Restrictions’,
Cactus opta por una portada algo más, si se quiere, futurista.
Pero habrá más novedades en el interior de la carpeta,
en la música. Ya que este disco no sigue la evolución
lógica que se supondría teniendo en cuenta los dos
primeros trabajos de la formación… para este tercer trabajo,
lo que se muestra es una vuelta a las raíces de la banda, por
lo que aparece más hermanado con el debut que con el más
progresivo segundo álbum.
Naturalmente
hay anfetamínicos hard blues, o heavy blues, pero también
country blues a la vieja usanza, soul y algo de folk, lo que
convierte a este disco en uno de los más completos de Cactus.
Para este disco, cuentan con algo de ayuda: Ron Leejack a la guitarra
slide y Albhy Galuten al piano, luego productor, entre otros, de los
Bee Gees de finales de los setenta y principios de los ochenta (los
del ‘Stayin’ Alive’). Leejack era miembro de Wicked Lester,
banda pre-Kiss que también incluía a Gene Simmons y
Paul Stanley). Los juegos de guitarras entre Leejack y McCarty serán
uno de los factores más interesantes del disco.
Desde
la inicial ‘Restrictions’, de Day y Appice, que se trata de un
producto soul rock bastante intenso con un Day colosal y un unas
guitarras inmejorables. ‘Tokin’ Chokin’’, es un country blues
a la vieja usanza con una excelente slide de Leejack, y voces
corales. Más interesante es ‘Guiltless Glider’, más
de ocho minutos de hard blues, oscuro y opresivo, que suena realmente
actual, y que es uno de los pilares del disco (sensacional McCarty).
Aunque la versión del clásico de Howlin’ Wolf ‘Evil’
será el tema por el cual el disco es recordado: otra nueva
reinvención del blues, sencillamente, con Bogert y Appice en
continuo estado de gracia, y un McCarty impecable. El siguiente tema
sería ‘Alaska’, un medio tiempo de blues con protagonismo
de la harmónica de Day y la guitarra de Mccarty, en las
antípodas del frenetismo del anterior tema. El blues rock
salvaje vuelve a hacer su aparición con ‘Sweet Sixteen’,
firmada por la banda, aunque toma la melodía del clásico
‘Rollin’ And Tumblin’’ de Waters, y que es una gozada. Más
oscura es ‘Bag Drag’, de McCarty y Day, más cercano al
hard rock que se estila por la época de procedencia
fundamentalmente británica, con un solo memorable de McCarty.
‘Mean Night In Clevaland’ es un breve blues acústico, que
muestra la vinculación de la banda al blues tradicional.
Es
increíble que este ‘Restrictions’ aun tuviera menos
repercusión que ‘One Way… Or Another’, de hecho no pasó
del puesto 155 en las listas. Pero en cierta forma, se puede explicar
por la ‘cabezonería’ del grupo, que lejos de ceder ante
las presiones de Atco, que les pedía un sonido ‘más
británico’, para competir con unos Led Zeppelin o unos Black
Sabbath que estaban ocupando las listas en todo el mundo, Cactus
saca, en pleno 1971, un álbum de puro blues rock. El precio
que tuvieron que pagar por hacer lo que ellos quisieron fue el fin de
la banda: Jim McCarty decidió abandonar la formación y
Rusty Day fue despedido.
Jim
McCarty colaboraría posteriormente con Bob Seger en sus Bob
Seger’s Seven y con Bob Hodge en sus The Dynasaurs And Alleycats,
aunque la estabilidad la alcanzaría posteriormente con The
Rockets. Day por su parte, tuvo peor suerte, ya que tras un intento
con moderado éxito de hacer una nueva versión de Cactus
entre Georgia y Florida, nunca dejó las drogas y fue asesinado
un 3 de junio de 1982 a consecuencia de un ajuste de cuentas,
naturalmente, relacionado con sustancias prohibidas.
Con
McCarty y Rusty Day fuera de la banda, Bogert y Appice deciden ceder
a las presiones de Atco, que querían algo similar o bien a Led
Zeppelin o bien a The Faces, las dos bandas que estaban arrasando en
aquellos años. Ahora sin Day existía la posibilidad de
contratar a un cantante ‘más británico’, como le
exigía Atco. El elegido para sustituir a Day sería el
gran Peter French, que abandonó los colosales Atomic Rooster
para ponerse a las órdenes de Appice y Bogert. Para sustituir
a McCarty, se optó por un camino alternativo, ya que se ficho
al guitarrista Werner Fritzschings
(posteriormente en Riff Raff, junto a Doug Lubahn, bajista de
The Doors y Clear Light) y al
teclista Duane Hitchings (posteriormente teclista de Beck, Bogert &
Appice, Ted Nugent, Badfinger y Alice Cooper, entre otros, aunque
anteriormente había prestado sus servicios a Janis Joplin y a
Hendrix).
Aunque
la banda es excepcional, lo cierto es que está a años
luz de la formación original, y eso que tanto Fritzschings
como French cumplen a las mil maravillas, pero en el grupo no tienen
ningún tipo de poder: es la banda de Appice y Bogert. La nueva
formación, en quinteto, gira por EE. UU. con éxito, y
recogen algún tema de esa gira para lo que sería su
cuarto álbum, ‘Ot’N’ Sweaty’ (1972, Atco).
‘OT’N’
SWEATY’ (1972)
Sin
duda, estamos ante su disco más flojo, un intento de acercarse
al hard rock de origen británico que, aunque aceptable,
palidece al compararlo con sus tres obras anteriores. Grabado la
mitad en directo y la otra mitad en estudio, sin duda se beneficia de
la parte en directo, tres soberbios temas de blues rock y boogie rock
grabados en el Mar-Y-Sol Pop Festival, en Puerto Rico, en abril de
1972: la gran ‘Swim’ con un buen trabajo a la guitarra y
teclados, la frenética ‘Bad Mother Boogie’, que como su
título indica es un boogie rock, con un French ejerciendo de
perfecto maestro de ceremonias y un Fritzschings
realmente magistral, y ‘Our Lil' Rock'n'Roll Thing’, un
rock claramente inspirado en el sonido Faces, aunque más
salvaje, con un French demasiado similar a Rod Stewart (que, al fin y
al cabo, era lo que Atco pedía a Bogert y Appice). La verdad
es que estos tres temas en directo son realmente buenos y demuestran
que la banda sigue teniendo pese a las perdidas buena forma sobre las
tablas.
Sus
temas en estudio, por el contrario, son más oscuros, cercanos
al hard rock de la época: aunque ‘Bad Stuff’ es un buen
tema de hard rock, con potentes riffs, carece de la pegada que
conferían a sus temas la anterior formación, y es que
no se parece a los anteriores discos de Cactus, de forma que existe
un problema de fondo, ¿realmente este es un disco de Cactus?
Lejos de polémicas, ‘Bad Stuff’ es un tema realmente
interesante, aunque ‘Bringing Me Down’ no lo sea tanto, y que,
pese al buen hacer de French, no consigue rematar un medio tiempo
que, en el fondo, es mediocre. Más interesante es ‘Bedroom
Mazurka’, un muy buen R&B de French y Hitchings, del que los
futuros Black Crowes parecen haberse inspirado para varios temas…
de nuevo, se baja el listón con ‘Telling You’, otro medio
tiempo, hasta finalizar con ‘Underneath The Arches’, un breve
tema cantado casi a capela por la banda, que parece grabado en una
reunión de borrachos…Una pena de disco, que podía
haber tenido mejor suerte…
Cuál
sería la sorpresa de Atco cuando resultó que el disco
en el que se había cedido a todas sus demandas (nuevo cantante
que, aunque alemán, tenía un estilo británico,
nuevo cambio de dirección de la banda como punto intermedio
entre los Led Zepp y los Faces…), resultó ser el disco menos
vendido de Cactus (no subió del puesto 162 de las listas).
Esto supone que Atco deje de interesarse por completo en Cactus, lo
que destina a la banda hacia un final claro. Pero el final no se
debería tanto a Atco como a los propios Bogert y Appice que,
desencantados ya con un proyecto en el que han dejado todo, no
consiguen remontar el vuelo. Todo cambiaría para ellos cuando
ven la posibilidad de unirse a un sueño de años atrás:
el guitarrista Jeff Beck. Jeff Beck había roto por segunda vez
el Jeff Beck Group, por lo que, por fin, parecía hacerse
realidad un sueño de ambos sectores, tanto de Beck como de
Bogert y Appice, ruptura que, además, coincidía con una
situación nefasta de Cactus. Así se crea la Beck,
Bogert & Appice, supergrupo que dejaría para la posteridad
dos discos geniales: ‘Beck, Bogert & Appice’ (1973, CBS) y
‘Beck, Bogert & Appice Live’ (1974, CBS, en edición
japonesa), pero esa es otra historia...
Por
su parte, es Duane Hitchings quien
consigue el nombre de Cactus, aunque lo cambiará por un más
realista The New Cactus Band, con el que grabará un disco, el
mediocre ‘Son Of Cactus’, en el colaboraban músicos que,
anteriormente, habían formado en Blues Image y Iron Butterfly…
Sin
embargo, aquí no acaba la historia de esta gran banda. En 1996
aparece ‘Cactology: The Cactus Collection’ un completo
recopilatorio que incluía una increíble versión
en directo de ‘Parchman Farm’. Pero todo mejoraría, ya que
en 2004 aparecen dos discos dobles esenciales: ‘Barely
Contained: The Studio Sessions’ y ‘Fully Unleashed: The Live
Gigs’.
‘BARELY
CONTAINED: THE STUDIO SESSIONS’ (2004, Rhino)
Doble
álbum que contiene toda la producción de Cactus en
estudio, es decir, incluye completos sus cuatro discos para Atco:
‘Cactus’ (1970), ‘One Way… Or Another’ (1971),
‘Restrictions’ (1971) y ‘Ot’N’ Sweaty’ (1972), por lo que
es la mejor obra conocida para acercarse al grupo. Además,
contiene algún tema inédito magistral, como ‘Rumblin’
Man’, ‘The Sun Is Shining’ y ‘Hound Dog Sniffin’’.
‘FULLY
UNLEASHED: THE LIVE GIGS’ (2004,
Rhino)
Mucho
más interesante es este doble ‘Fully Unleashed: The Live
Gigs’, doble recopilatorio en directo que responde a una de las más
grandes demandas de la historia del rock: material en directo de los
originales Cactus, al margen de discos piratas de sonido mediocre.
Este doble CD lujosamente editado se muestra como uno de los mejores
discos en directo de la historia, mostrando a una banda en estado de
gracia, y en su mejor momento. Aunque el disco no es un concierto
íntegro, sino que está hecho a base de remiendos de
distintas actuaciones, sorprende ver lo bien que queda el disco en
conjunto, incluso por el hecho de contener actuaciones de las dos
formaciones de Cactus.
De
los 18 temas que tiene, 12 nunca habían visto la luz, por lo
que el álbum es imprescindible, aunque tiene el inconveniente
fundamental de su elevado precio, debido a que se trata de una
edición limitada de 5.000 ejemplares numerados.
Entre
los dos discos, hay actuaciones diversas: temas grabados en el Ellis
Auditorium, en Memphis, Tennessee, en diciembre de 1971; parte de la
actuación de la banda en el mítico festival de la Isla
de Wight, Inglaterra, en agosto de 1970, tan sólo cuatro meses
después de la fundación de la banda; una actuación
en el Gilligan’s Club de Buffalo, Nueva Cork en junio de 1971, en
el cual está presente el guitarrista Ron Leejack, que había
sido guitarra en el álbum ‘Restrictions’; los temas del
Mar-Y-Sol Pop Festival, recogidos en ‘Ot’N’ Sweaty’ en abril
del 1972, entre otras cosas.
Desde
la inicial ‘Intro/Long Tall Sally’ del CD 1 que mejora
enormemente a la versión en estudio, a la que le sigue un
anfetamínico ‘Bag Drag’. Uno de los puntos álgidos
del álbum es la colosal versión de más de 16
minutos del clásico ‘Evil’ convertida por la banda en una
impresionante jam session con protagonismo de la guitarra de McCarty
y, luego, un extenso solo de Appice. Le sigue una potente versión
de ‘Parchman Farm’, con un Day excelente a la harmónica.
Después, el medio tiempo country blues ‘Alaska’ da paso a
una versión potentísima de ‘Oleo’, que incluye un
solo de Bogert sensacional, que comanda, con su bajo, una jam
realmente original. Uno de los grandes momentos de sus directos era
la versión que la banda hacía del blues lento ‘No
Need To Worry’ que, siempre se convertía en una jam
sessions. En esta ocasión ‘No Need To Worry’ se desarrolla
más de 20 minutos, tras una introducción de McCarty,
comienza un tema que va subiendo en intensidad continuamente,
acariciando un clímax que nunca llega a alcanzar. Magistral.
Cierra el CD 1 ‘Let Me Swim’, en una versión similar a la
del estudio.
El
CD 2 comienza con la tremenda ‘Big Mama Boogie, Parts 1 & 2’,
magnífico, una de las grandes piezas del doble disco, que se
desarrolla más de cuarto de hora, en el que la intensidad va
creciendo cada segundo, hasta una explosión de electricidad
casi insuperable. También es sensacional el collage de
clásicos del R&B hecho puro salvajismo eléctrico
‘Medley: Heeby Jeebies/Money/Hound Dog/What'd I Say’, en más
de 17 minutos, o dos versiones, más cortas, pero igualmente
intensas que en el primer CD de ‘No Need To Worry’ y ‘Parchman
Farm’. Aun más excitante, quizás por ser de mis
favoritas de la formación, es ‘One Way... Or Another’, que
tras una larga introducción comienza el tema con una fiereza
absoluta, y un McCarty absolutamente pletórico, o la buena
versión que ofrecen de ‘Bro. Bill’. Los siguientes temas
pertenecen a la etapa de Fritzschings
y French, y son los tres temas incluidos en ‘Ot’N’ Sweaty’:
‘Swim’, ‘Bad Mother
Boogie’ y ‘Our Lil Rock-N-Roll Thing’, que se benefician del
buen trabajo vocal de French y la guitarra de Fritzschings,
como hemos comentado más arriba. Para
cerrar semejante obra maestra del rock en directo como es este doble
CD nada mejor que una versión inédita de ‘Bedroom
Mazurka’, de ‘Ot’N’ Sweaty’,
que como decíamos se asemeja a lo que décadas
después harían The Black Crowes, y con un glorioso
Fritzschings.
Cactus,
una de las bandas más injustamente olvidadas de los tiempos
gloriosos del invento del rock que hoy parece, afortunadamente, está
volviendo a ser valorada como lo que fue: una de las mejores bandas
de la historia.
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