Artículo de Jano Delgado
(Infinitas gracias a Poti, a Joanna Deacon y a Tony McPhee por su ayuda)
Inglaterra. Segundo lustro de los años sesenta. Los Beatles, el underground, el progresivo y el blues. En un punto equidistante se encontraba Tony McPhee, un músico inquieto que empezó su andadura dentro del pop aunque pronto se decantó por el blues, hasta convertir a su banda, The Groundhogs, en una de las más originales bandas del rock británico de comienzos de los setenta. Hoy es considerada una banda de culto, y Mentes de Ácido siente especial devoción por ella.
Denso, oscuro, salvaje. Así es el personal universo de Tony McPhee, siempre con un pie dentro del blues más rudo y con otro dentro de un estilo inclasificable, absolutamente personal, la ‘marca de la casa McPhee’. Una banda con más de cuatro décadas de carrera sin altibajos, madura, llena de sorpresas, que comprende alguno de los discos de guitarra más innovadores de su tiempo, y que, afortunadamente, y aunque con cuentagotas, aun sigue dando guerra.
Nos hemos puesto en contacto con Tony McPhee, que amablemente a contestado a unas escasas preguntas que queríamos formularle (thank you, Tony), y así entender mejor la peculiar odisea de Las Marmotas.
De entre toda la segunda generación de bandas de blues aparecidas en Gran Bretaña hacia 1968 (Ten Years After, Savoy Brown, Spooky Tooth, Fleetwood Mac, Stone The Crows o, como no, Led Zeppelin), los Groundhogs de Tony McPhee ocupan un lugar destacado, a pesar de que McPhee puede, como veremos, ubicarse como músico de la primera generación. Si la primera generación de blues británico tenía los nombres que abrieron el camino (Cyril Davies o Alexis Korner) y alguna de las bandas que popularizaron el blues en Gran Bretaña (The Yardbirds, los Bluesbreakers de Mayall, los primeros Rolling Stones o los Animals), la segunda generación se diferenciaba de la primera en una característica fundamental y, en cierta forma, evidente: las bandas de 1968 o 1969 partían del blues para crear algo diferente, mucho más arriesgado y original. La razón es que entre una y otra generación Cream y la Jimi Hendrix Experience fueron el modelo a seguir. Tanto una como otra habían mostrado lo que se podía hacer partiendo del blues.
Todas las bandas importantes de la segunda generación fueron lo suficientemente distantes entre sí para que todas hayan tenido cierta influencia en el rock posterior: Ten Years After unía el blues y el jazz, y se basaba en el virtuosismo de su guitarrista Alvin Lee; Savoy Brown era una banda liderada por otro guitarra, Kim Simmonds; Spooky Tooth y Led Zeppelin lograron una imponente mezcla de blues y hard rock; los Fleetwood Mac y Stone The Crows se formaron con miembros procedentes de la banda de John Mayall, y si los primeros eran clásicos y se basaban en el feeling guitarrístico de Peter Green, el segundo era más agresivo, con el toque soul de la tremenda voz de Maggie Bell y la guitarra del malogrado Les Harvey. Por su parte, The Groundhogs era una de las bandas de blues más experimentadas de Inglaterra, ya que Tony McPhee, su líder, llevaba dentro de los circuitos de blues desde la primera mitad de los sesenta (el propio Clapton ha citado alguna vez a McPhee como uno de los guitarristas que más le influyeron en sus primeros años), y siempre intentó ir mas allá con su guitarra, a base de sonidos eclécticos, experimentando con diversos efectos, y ese toque guitarrístico peculiar que le daba al tocar sus dedos en lugar de con púa, como lo hacían los grandes bluesmen de las décadas pasadas.
Aunque sus comienzos pueden encuadrarse dentro del pop, como casi todos los grupos nacidos hacia 1963 (bajo el nombre de The Dollarbills, aunque también estuvo en el grupo Truth, que hacía versiones de los Beatles y los Kinks, y en The Boz People, junto a Boz Burell, futuro miembro de los imprescindibles King Crimson), Tony T.S. McPhee se enamoró muy joven del blues, a través de un disco de su hermano mayor Sam, la recopilación de country blues ‘The Blues Roll On’ (que incluía a Mississippi Fred McDowell), pero sobretodo, a raíz de presenciar un concierto, algunos años después, de Cyril Davies. El blues marcaría a McPhee desde muy joven gracias a Sam, diez años mayor que él, y que además del blues le introduciría en otros sonidos como la música turca, la africana, e incluso, el flamenco. Con el tiempo, The Dollarbills cambiaron su nombre por John Lee’s Groundhogs, un doble homenaje a su gran ídolo y, a la postre, su mayor influencia, John Lee Hooker (un tema de Hooker se llamaba ‘Ground Hog Blues’). Así, desde sus comienzos en el blues, The Groundhogs ofrecieron la imagen más ruda y salvaje del blues clásico. Y digo ‘clásico’ porque el grupo liderado por McPhee tuvo una actitud decididamente blues durante sus primeros años, sin hacer la menor concesión ni cambio de imagen de cara a la galería.
Su primera oportunidad se presenta bajo una historia de buena suerte: los Bluesbreakers de Mayall deben dejar la gira que estaban llevando a cabo como acompañantes de John Lee Hooker por Inglaterra, y puesto que los Groundhogs sienten devoción por el bluesman y comparten misma agencia de contratación que Mayall, McPhee y los suyos los reemplazan. Al lado de Hooker alcanzarían madurez como banda de blues, marcaría el camino a seguir por el grupo, y alcanzarían cierta fama como banda de directo en los sectores especializados. El resultado de semejante unión serían alguna gira y un notable álbum, ‘John Lee Hooker & The Seven Nights’ (Verve 1965, luego reeditado bajo diversos nombres, ‘Hooker & The Hogs’, ‘John Lee Hooker And The Groundhogs’ o ‘The London Sessions ’65’), en la que el grupo se mostraba como una perfecta banda de acompañamiento para el bluesman. Acompañarían a Hooker en sus giras británicas hasta 1969, y el viejo bluesman reconoció que eran la mejor banda de blues de todo Gran Bretaña.
Su primera oportunidad se presenta bajo una historia de buena suerte: los Bluesbreakers de Mayall deben dejar la gira que estaban llevando a cabo como acompañantes de John Lee Hooker por Inglaterra, y puesto que los Groundhogs sienten devoción por el bluesman y comparten misma agencia de contratación que Mayall, McPhee y los suyos los reemplazan. Al lado de Hooker alcanzarían madurez como banda de blues, marcaría el camino a seguir por el grupo, y alcanzarían cierta fama como banda de directo en los sectores especializados. El resultado de semejante unión serían alguna gira y un notable álbum, ‘John Lee Hooker & The Seven Nights’ (Verve 1965, luego reeditado bajo diversos nombres, ‘Hooker & The Hogs’, ‘John Lee Hooker And The Groundhogs’ o ‘The London Sessions ’65’), en la que el grupo se mostraba como una perfecta banda de acompañamiento para el bluesman. Acompañarían a Hooker en sus giras británicas hasta 1969, y el viejo bluesman reconoció que eran la mejor banda de blues de todo Gran Bretaña.
Tony McPhee: Creo que tocamos muy bien con él [Hooker] porque entendíamos perfectamente su música. A él le gustamos tanto que nos pidió que le acompañáramos cada vez que actuara en Gran Bretaña. (…) Tenía una técnica fascinante y era todo un caballero ¡aunque solía quedarse delante de mí cuando yo hacía un solo para que diera la impresión de que era él quien estaba tocando.
(En ‘John Lee Hooker’, de Juan Campos, Ed. La Máscara, pág. 93)
Aunque no sólo acompañaron a Hooker en sus visitas británicas, muchos otros bluesmen clásicos pidieron acompañarse del grupo de McPhee, caso de Champion Jack Dupree, Jimmy Reed, Memphis Slim o Little Walter.
Pero McPhee es un músico inquieto, y en 1966 fuerza a John Lee’s Groundhogs a separarse. Entre 1966 y 1968, McPhee llevaría a cabo diversos proyectos: uno personal, que sería un fracaso importante, Herbal Mixture (que co-lidera junto a John Dummer), un grupo de pop psicodélico en la onda de The Yardbirds, tan agradable como intrascendente (reedición de sus singles junto con las primerísimas grabaciones de los Groundhogs, incluidos los singles de 1964 y 1965, en el álbum ‘Please Leave My Mind’), graba un disco en solitario de blues acústico con algunos conocidos del circuito de blues inglés, ‘Me And The Devil’, y además tres proyectos en los que participó como músico de sesión que fueron esenciales para el futuro de los Groundhogs: colabora con Champion Jack Dupree y Eddie Boyd,; graba como guitarra solista de la John Dummer Band en el disco ‘Cabal’, y en el disco ‘Western Flier’ de Hapshash And The Coloured Coat. Si los primeros bluesmen le ayudan a pulirse dentro del blues más clásico, a través de la asimilación, por parte de McPhee, de que no existen fórmulas maestras para el blues, la John Dummer Band le muestra lo que quiere hacer a corto plazo, formar su propia banda de blues rock (de hecho tiene tanta prisa por reformar sus Groundhogs, que aparece en los créditos de la Dummer Band, pero en ninguna foto de la carpeta), y por último, Hapshash And The Coloured Coat le muestra que se puede hacer buena música alejado del blues, de hecho, casi se podría decir, incluso, que alejado de los cánones de la música popular.
Hacia 1968, Tony McPhee tiene una gran reputación como guitarrista. Algunos años antes, Mayall le invita a unirse a sus Bluesbreakers, tras la primera salida de Clapton (antes de grabar el mítico ‘Bluesbreakers With Eric Clapton’), y un poco más tarde sería Peter Green (otro ‘discípulo’ de Mayall) el que le invita a unirse a sus Fleetwood Mac. No serían los únicos, Chris Barber y Alexis Korner también le propusieron unirse a sus respectivas bandas a mediados de los sesenta. Sin embargo, McPhee tiene sus propios planes: crear su propia banda de blues, la nueva encarnación de los Groundhogs.
Mentes de Ácido: ¿Qué puedes decirnos de tu forma de tocar la guitarra?
Tony McPhee: Mi forma de tocar la guitarra viene de diferentes elementos de mis héroes del blues, Hubert Sumlin, John Lee Hooker, Howlin’ Wolf, Robert Johnson etc.
En este momento, el grupo vive un momento agridulce como banda, ya que tienen una más que reconocida reputación como banda de directo, incluso han grabado junto a grandes artistas, pero aun no han conseguido editar un LP a su nombre. En Inglaterra se empieza a hablar de la calidad del grupo en directo, basado, principalmente, en nunca repetir un concierto (canciones siempre tocadas de forma diferente, espacio para la improvisación…), aunque esto será más claro algunos años después.
Mentes de Ácido: ¿Cree que el directo es la fórmula perfecta para una banda de rock?
Tony McPhee: Era la única manera de sobrevivir para una banda por aquellos días, y de acercar tu sonido a tanta gente como fuera posible. “La máquina publicitaria” era mucho más limitada por aquel entonces. Aunque sigo pensando que el directo tiene algo especial.
Mentes de Ácido: ¿Qué concierto recuerdas con más cariño?
Tony McPhee: Mi concierto favorito fue en Glasgow, en el Greens Playhouse donde llenamos “hasta la bandera” después de haber teloneado unos meses antes allí a los Stones. Fue genial conseguir tanta multitud como cabezas de cartel.
1968 y 1969 fueron años en los que muchas bandas decidieron grabar discos de blues, pero que fueran novedosos. Es lo que se ha venido llamando blues progresivo, o lo que es lo mismo, una serie de discos que partiendo desde las coordenadas clásicas del blues intentan reinventarlo a través de la influencia de elementos ajenos al blues, como puedan ser el jazz, el rock, el hard rock, o incluso, el rock progresivo. Es difícil señalar a un solo personaje o banda que cambiase la concepción del blues, convirtiéndolo en blues progresivo o hard blues, pero lo verdaderamente importante, al margen de nombres como Cream, Johnny Winter, Canned Heat, Ten Years After, Savoy Brown o los propios Groundhogs, es que realmente hubo una reinvención del blues que afectó a muchas bandas de su tiempo, e incluso, a los grandes bluesmen negros (como lo demuestran la colaboración de Hooker con Canned Heat en el inmenso ‘Hooker & Heat’, o la grabación del psicodélico ‘Electric Mud’ a cargo de Muddy Waters).
El problema de la falta de un álbum a su nombre se soluciona en 1968, cuando Roy Fisher, el manager de los primeros Groundhogs, les consigue un contrato con Liberty/United Artist, y McPhee junto a Pete Cruickshank al bajo, Ken Pustelnik (ex The Deep) a la batería y Steve Rye a la harmónica, decide re-formar The Groundhogs para grabar ‘Scratching The Surface’, el que sería su debut, producido por Mike Batt. Lo cierto es que ‘Scratching The Surface’ es un disco que hoy llama poco la atención, pero que en su momento fue original de algún modo. El debut de los Groundhogs es, definitivamente, un disco de blues clásico, inspirado por los sonidos de Hooker, pero no es menos cierto que su clasicismo recurre a la base del blues negro, sin pasar por el tratamiento que los blancos solían dar al estilo. Más interesante sería ‘Blues Obituary’, segundo LP (1969), que aún manteniendo la línea del debut de blues clásico, se beneficia de la salida de Steve Rye, dejando al grupo como trío, y en el que destaca un tono mucho más oscuro y tétrico, e incluso un toque progresivo que lo hace un disco muy especial, su portada lo dice todo.
Después de que McPhee colaborase con la banda Hapshash And The Coloured Coat en el álbum ‘Western Flier’ (1968), se produce la primera salida de la banda, el harmonicista Steve Rye se une a la Brunning Hall Sunflower Blues Band (con Jo-Ann Kelly), por lo que The Groundhogs se convierte en un trío, formato que mantendrá durante muchos años. Su colaboración con Hapshash And The Coloured Coat sería esencial para el futuro de los Groundhogs, ya que el sonido de Hapshash sería algo enteramente novedoso para McPhee. ‘Western Flier’ era un disco complejo, con toques de progresivo, folk, incluso se acercaba a veces a la música medieval y al canto gregoriano, lo que abría el abanico de posibilidades de McPhee. Además, otro miembro del grupo, el letrista Mike Batt sería un personaje importante en el futuro de los Groundhogs, al producir el primer disco de la formación.
Aunque el segundo disco de los Groundhogs, volverá a seguir las claves blueseras del debut, en ‘Blues Obituary’ (1969) ya se dejan notar algunas diferencias, pero sobre todo, el interés del trío en generar canciones originales de blues. Es decir, en ‘Blues Obituary’ (título que hace referencia a ‘la extinción del blues’, cuyo espacio está siendo ocupado por el rock), The Groundhogs llevan a cabo un blues ciertamente más arriesgado y original que en ‘Scratching The Surface’, mucho más, si se quiere, progresivo, y el resultado es un álbum de crudísimo y oscuro blues, pero a la vez, con una energía increíble de la que carecía el debut. En resumen, un álbum excepcional, con piezas alucinantes en las que McPhee por fin se desata tanto como cantante y guitarrista (su trabajo es inapelable) como compositor: ‘Times’ con su maravillosa slide, el crudo arreglo que le dan al clásico ‘Mistreated’ convirtiéndola en una de las referencias de su sonido, el tremendo instrumental ‘Light Was The Day’ con sus guitarras psicodélicas y sus percusiones salvajes, o el oscuro ‘B. D. D.’ son auténticas joyas de su estilo.
Incluso en este contexto, el blues, el grupo de McPhee fue original de algún modo, primero por tomar como referencia el blues negro, sin pasar por un tratamiento británico, y segundo por la forma de McPhee de afrontar su instrumento, al margen de otros guitarristas de su generación, sino más bien recurriendo a las fuentes originales. Un clasicismo basado en el blues negro americano que era, precisamente, una de las características que hacían originales al grupo. Por su parte, la sección rítmica es apabullante: afrontando sus instrumentos con gran libertad, a la manera heredada de Cream, con una compenetración sorprendente. Si Cruickshank (que estuvo al lado de McPhee desde 1962) es un auténtico reloj de precisión, Pustelnik está menos atado a la hora de tocar, de hecho, el propio McPhee reconoce que a veces ha tenido problemas para seguirle.
En algún sentido, se acercaban más a lo que, al otro lado del Atlántico estaban haciendo grupos de white blues como The Paul Butterfield Band. En Inglaterra, The Groundhogs comparte con los Ten Years After de Alvin Lee y los Fleetwood Mac de Peter Green el status de gran banda de blues rock británica: las tres son clásicas pero originales de algún modo… si el grupo de Lee ofrece fuerza, los Mac ofrecen un estilo más cuidado (no en vano sus miembros proceden de la banda de Mayall). Por su parte, The Groundhogs ofrecen el lado más rudo del blues clásico, la imagen británica de John Lee Hooker (en los Estados Unidos esa imagen sería ocupada por The Paul Butterfield Band, por un lado, y por Canned Heat, por otro). Pero habría muchas más bandas mencionadas antes, como los colosales Savoy Brown de Kim Simmonds, Chicken Shack, Spooky Tooth o Stone The Crows, aunque ninguna de ellas como The Groundhogs.
Lo que mostró ‘Blues Obituary’ es a una banda de blues inquieta, que parecía decidida a ofrecer cosas realmente nuevas dentro de los márgenes del blues. Sin embargo, para su siguiente disco, de 1970, las novedades son mucho mayores, y el blues estará, al menos a primera vista, en un segundo plano. Es tan grande la evolución que The Groundhogs vive en su seno que es inevitable preguntarse: ¿qué ocurrió entre 1969 y 1970 para que se produjese en el seno del grupo semejante evolución?
Mentes de Ácido: ¿Qué ocurrió en el seno de la banda para el cambio que se produjo entre ‘Blues Obituary’ y ‘Thank Christ for The Bomb’? ¿Cómo afectó ese cambio a la banda?
Tony McPhee: El blues estaba pasando de moda y empecé a encontrar dificultades para escribir canciones de blues que fueran suficientemente diferentes. El blues puede llegar a ser un poco limitado. De cualquier modo, el resto de la banda estaba feliz con el cambio.
La banda no deja de crecer en estos últimos años de los sesenta, su reputación como banda en directo se incrementa, y la creatividad aparece, como lo demuestra ‘Thank Christ For The Bomb’ (1970), que sería uno de los pilares de la carrera de la banda y donde, por fin, se materializaría su personal sonido. ‘Thank Christ For The Bomb’ muestra a un grupo que parece haber alcanzado plena madurez, dejando a un lado el blues clásico de sus dos primeros discos para girar hacia la floreciente escena de hard rock que había en Inglaterra. El disco tiene un buen éxito de ventas, llegó al puesto 9 de las listas inglesas, donde se mantuvo durante 13 semanas.
‘Thank Christ For The Bomb’ entra en los charts (algo que la banda esperaba) y permite al grupo tener más libertad, pues les facilita el hacer más conciertos, incluso talonear a los Rolling Stones… con todo, el éxito de ‘Thank Christ For The Bomb’ nunca se volvería a repetir, por lo que fue su punto más alto de fama en toda su carrera, y perlas del calibre de ‘Soldier’, ‘Garden’ o ‘Eccentric Man’ serían temas habituales de sus directos durante muchos años. Quizás un mayor consumo de drogas sería la causa de que la creatividad del grupo, especialmente McPhee, estallase… McPhee ha crecido mucho como guitarrista y compositor desde ‘Blues Obituary’. Esto permite al grupo ofrecer, por un lado, una nueva vuelta de tuerca del blues, y por otro acercarse a los nuevos sonidos que estaban imperando en Inglaterra en aquellos años. Led Zeppelin, que ha aparecido tras la separación de Cream, ha removido los cimientos del rock británico y, de alguna forma ha marcado uno de los caminos a seguir. Decir que The Groundhogs se vinculan al sonido de los de Page y Plant sería algo, no obstante, injusto. Si bien es cierto que la banda de McPhee abandona el clasicismo blues de sus primeros discos, no es menos cierto que ‘Thank Christ For The Bomb’ intenta también una cierta reinvención del blues. Muchos grupos de aquellos años utilizan el blues como vehículo para desarrollar ideas, en principio, alejadas del blues (es el caso de Johnny Winter And en América, o Led Zeppelin y Ten Years After en Inglaterra), y los Groundhogs, por su parte, en un estilo propiamente McPhee, donde todo tiene cabida, y que les acerca, en este sentido, más a lo que estaban haciendo The Stooges o MC5 (utilizar las figuras rítmicas del blues en sonoridades absolutamente novedosas en aquellos años) en los Estados Unidos, o algunas bandas alemanas de comienzos de los setenta, que a sus compatriotas británicos.
El caso de ‘Thank Christ For The Bomb’ es paradigmático del tiempo en el que fue concebido. Como el propio McPhee explica, el blues se ha quedado pequeño para el desarrollo que está sufriendo el grupo. McPhee echa una mirada a su alrededor y descubre que va a ser difícil crecer dentro de los severos límites del blues. Sin embargo, ‘Thank Christ For The Bomb’ todavía puede ser visto como un disco de blues, o mejor, de blues progresivo. McPhee pone toda la carne en el asador y se atreve con una serie de temas arriesgados en los que, como sus contemporáneos, se dobla las guitarras, dejando crecer toda su imaginación. ‘Thank Christ For The Bomb’ es un disco oscuro, pero que contiene alguno de los mejores temas grabados por el grupo (‘Darkness Is No Friend’, las geniales guitarras dobladas de ‘Strange Town’, la épica desnuda de la pacifista ‘Thank Christ For The Bomb’, con un desarrollo eléctrico brillante, la originalidad de ‘Soldier’ (que el mismo John Peel alabó cuando apareció) o ‘Garden’, la potencia desbordante de ‘Eccentric Man’). Cambios de ritmo, guitarras salvajes, voces acertadamente temblorosas, bases rítmicas pétreas son las características de un álbum que, de algún modo, contiene importantes críticas a un mundo capitalista. Incluso hay quien afirma que es, en cierta forma, un disco conceptual que gira en torno a la enajenación de los individuos en el marco de las sociedades desarrolladas del capitalismo occidental, algo que enriquece un álbum que roza la perfección.‘Thank Christ For The Bomb’, además, será el disco favorito del propio McPhee, y contará con la ventaja de tratar temas que permanecen actuales, y una música que aún hoy parece del futuro. Siempre interesado por la lírica de sus canciones (es un disco cuyas letras están muy trabajadas), McPhee tiene, al menos en estos años, una visión idealista del mundo, aunque alejado de toda influencia hippie, por su carácter malhumorado, oscuro (a veces indescifrable) y contestatario. Con los años, sus letras dejarán de ser idealistas, para mostrar su cara más crítica y pesimista con la condición humana.
El éxito de ventas de este trabajo ayuda a que en noviembre de ese mismo año la banda vuelva a entrar en el estudio de grabación para facturar el que, posiblemente, sea su mejor trabajo, ‘Split’ (editado en 1971). Tuvo un gran éxito de ventas (llegó al puesto 5), tanto que distribuyeron pocas copias y las tiendas se quedaron sin material (quizás, de haber distribuido más copias, el disco hubiera llegado al número uno). Su primera cara contiene un tema, ‘Split’, dividido en cuatro partes, y que trata de un viaje por una crisis mental del propio McPhee.
Mentes de Ácido: ¿Cuál es el origen de ‘Split’?
Tony McPhee: La noche después de un concierto en Huddersfield, me invitaron a la casa de Mick Hubberts (un técnico) a un curry. Mick tenia un inquilino americano que había hecho algunos porros de cannabis con la hierba que Ken Pustelnik (mi antiguo batería) le había dado. Recuerdo como regresamos del concierto la noche anterior e intentarlo sin ningún efecto. También recuerdo pensando sobre ello (y es divertido recordarlo ahora) que las semillas se habían quedado dentro y que el porro podría ‘petar’ como un cigarro explosivo de esos de broma. Compartí un porro que el tío había hecho. De repente la tele de Mick se dividió por la mitad. Los demás parecían estar pasándolo bien pero yo me sentía raro. Fui al baño y abrí el grifo pero empecé a sentir que “las cosas” crecían como en ‘Alicia en el País de las Maravillas’. Intente tocar la guitarra para centrarme en algo pero estaba perdiendo contacto con la realidad y todo lo que podía ver eran espirales. Mi corazón latía tan rápido que pensaba que iba a explotar, Mick me pidió que vigilara el curry, ya que la última vez que lo vio se estaba saliendo de la sartén, fui a la cocina y abrí una ventana, y el jardín parecía un paisaje de Marte. La mujer de Mick estaba allí, así que me agarre a ella porque ella no estaba fumada y necesitaba a alguien así para conseguirlo yo también (conseguir estar bien).
Incluso empecé a perder la consciencia. Después de unas horas volví a la normalidad. Estoy seguro que aquel episodio abrió una puerta que no pude cerrar.
Unas semanas después, mi entonces mujer y yo, nos fuimos a pasear con el hijo de nuestra casera, era un día muy caluroso, y mas tarde, aquella noche no podía dormir. Fue entonces cuando me dio un ataque de pánico, empecé a preguntarme cómo podía existir, sigo teniendo problemas en explicarlo, era una negación de la existencia, así que intente huir de aquel pensamiento, corrí escaleras arriba, hacia la parte superior de los apartamentos (‘Split 1’) estaba demasiado oscuro y encendí las luces, y entonces estaba demasiado iluminado (‘Split 2’) no pude deshacerme del pensamiento en toda la noche, finalmente pude dormir de puro exhausto (‘Split 3’) pero cuando me levante el sentimiento volvió hacia mí inmediatamente, estaba completamente paranoico (‘Split 4’). Mirando hacia atrás, hubo algunos meses donde hubiera creído cualquier cosa, una puerta se abrió en mi mente y no pude cerrarla. No lo temo ahora, pero solía hacerlo.
‘Split’ se me antoja no sólo como el disco más importante de los Groundhogs, sino también como uno de los álbumes más importantes de su tiempo. 1970 es un año esencial para el curso del rock, en el que se ve claramente como los cambios comenzados hacia 1968 y desarrollados en 1969 han dado sus frutos: el rock ha cambiado. El underground de finales de los sesenta está ya, al menos en parte, dentro del overground. El hard rock y el progresivo primigenios ha afectado a buena parte de la música rock: la psicodelia tiene un desarrollo muy rico en la hard psicodelia, el rock progresivo entra en los charts, y el blues triunfa, básicamente como blues rock (o hard blues). ‘Split’ sería uno de los grandes álbumes que llevaron a cabo esa concepción del rock nueva, típica de los setenta, en parte por el enorme trabajo de Martin Birch a los controles. El grupo de Cruickshank, Pustelnik y McPhee parece alejarse definitivamente, al menos en comparación con sus discos anteriores, del blues para crear una música realmente innovadora, en la que temas de primigenio hard rock reciben un tratamiento de guitarras heredado de la psicodelia más salvaje. La cara A, compuesta por las cuatro partes de ‘Split’ contiene 20 minutos de pura energía, con un sentimiento y una emotividad que no dejan de sorprender, con una sección rítmica que puede mirar cara a cara a los Bruce/Baker o a los Bogert/Appice, y con un McPhee en estado de gracia, que muestra su evolución desde el blues clásico a través de unos recursos que parecen infinitos (guitarras dobladas, dobles solos de guitarra, wah wah, slide, fuzz, delays…). La cara B contiene la que, posiblemente, es el tema más conocido de la banda, ‘Cherry Red’, una obra de arte de gran potencia (posible antecedente del punk) y de nuevo, con un McPhee soberbio, con unos solos de guitarras propios de los mas grandes de la época. En conclusión, a McPhee siempre le ha perseguido la sombra de guitarrista ‘de culto’, lo que le ha llevado a estar infravalorado, aunque la verdad es que tenía poco o nada que envidiar a Page o Clapton, incluso llegaría a decir que fue tan innovador, y puede que técnicamente más, que los dos anteriores.
Este disco tuvo un éxito arrollador de crítica, lo que llevo a la banda a telonear a los mismísimos The Rolling Stones en su tour británico de 1971. De dicha gira ha quedado para la posteridad un directo colosal, ‘Live At Leeds ‘71’, donde se aprecia la fuerza con la que The Groundhogs realizaban sus directos, y que apareció, en principio como un disco promocional de 100 copias para Estados Unidos. De hecho, de esta época existen un buen números de directos, algunos editados oficialmente y otros como bootlegs, en ellos el repertorio es similar, centrándose en sus dos álbumes más recientes, ‘Thank Christ For the Bomb’ y ‘Split’, y algún que otro tema, entre los que cabe destacar ‘Mistreated’, del ‘Blues Obituary’ o la extraordinaria versión que del ‘Still A Fool’ de Waters se marcaba el grupo, convirtiéndolo en una jam de blues ácido que solía superar el cuarto de hora. Lo cierto es que nos atrevemos a calificar a los Groundhogs como una de las mejores bandas en directo de su época, y es que resulta tan interesante como increíble la enorme potencia de la sección rítmica, y como McPhee es capaz de hacer olvidar las guitarras dobladas de las versiones en estudio con una sola guitarra. El ‘Live At Quinn Abbey’, ‘Live At Leeds ’71’ o ‘BBC Radio One. Live In Concert’ son algunos ejemplos de lo que eran capaces de hacer sobre las tablas, y que me atrevería a definir tan geniales como esenciales para entender a The Groundhogs.
1972 dio a la banda una de cal y otra de arena… por un lado, The Groundhogs graba un disco en enero, ‘Who Will Save The World? The Mighty Groundhogs’, producido de nuevo por ‘el mago’ Martin Birch (luego productor de bandas como Iron Maiden), con una maravillosa portada estilo ‘Marvel Comic’ de Neil Adams (luego famosísimo dibujante de cómic), pero que, aunque sigue teniendo partidarios entre los fans del grupo (por ejemplo, Julian Cope), lo cierto es que el mismo McPhee nunca estuvo muy contento con el resultado final (según sus propias palabras, debido, en parte, al estudio en el que lo grabaron). Sin embargo, ‘Who Will Save The World?’ es un disco excelente, pero también mucho más arriesgado que sus anteriores discos: McPhee empieza a utilizar sintetizadores y mellotrones (algo que muchos seguidores nunca le perdonaron), además de alejarse aún más del blues. El medio tiempo pseudo-boogie de ‘Wages Of Peace’, esa extraña perla llamada ‘Earth Is Not Room Enough’, con su relajada parte central de mellotron, la oscuridad casi apocalíptica de ‘Music Is The Food Of Thought’, la preciosa ‘Death Of The Sun’ o esas joyas incalificables que son ‘Body In Mind’ y, sobretodo, ‘The Grey Maze’, con un McPhee impresionante y un acompañamiento rítmico tan salvaje como perfecto. Este álbum supone la primera gran aproximación del grupo a los pantanosos terrenos del progresivo.
No deja de ser interesante que The Groundhogs pertenezcan en este tiempo al sello Liberty/United Artist, bajo la supervisión de Andrew Lauder (luego en A&R), que también graba los discos de Can, Amon Düül II, Man o Hawkwind. Éstas bandas, junto a los Groundhogs, serían los grandes grupos ‘de culto’ del sello, y serían esenciales para el futuro del rock. En 1972, parece que The Groundhogs ha dejado el blues (casi) definitivamente, al menos en sus discos en estudio, y puede ser que gran parte de ese hecho esté, de alguna manera, influenciado por las tres bandas arriba mencionadas. De hecho, McPhee llegó a aportar su guitarra en un disco de Amon Düül II, aunque muchos años después (‘Die Lösung’, 1989), y siempre tuvo buenas relaciones con Hawkwind, incluso The Groundhogs contó en los 80 con el bajista de Dave Anderson, que había sido bajista, además de los Amon Düül II, de Hawkwind en su primer disco, antes de la entrada de Lemmy Kilmister. Críticos, como Julian Cope, sitúan el estilo de los Groundhogs bajo la misma etiqueta que los grupos anteriormente citados, incluso más que con respecto a grupos de blues progresivo de finales de los sesenta.
Por otra parte, The Groundhogs tuvieron un gran éxito en la gira americana de aquel 1972, cuyo resultado sería el poderoso ‘U.S. Tour ’72’, que no se editaría hasta 1999, aunque también algún bootleg, como ‘Shadows 1972’. 1972 es el año en el que el trío aparece en el mítico Top of The Pops. Sin embargo, no todo serían buenas noticias de aquella gira, porque, a su regreso a Inglaterra, McPhee llegaría con la muñeca rota y con la mala noticia de que el batería Ken Pustelnik abandonaba la formación. Su sustituto sería Clive Brooks, que procedía del grupo Egg, formado de las cenizas de los míticos Arzachel.
En septiembre de ese mismo año, McPhee, Cruickshank y Brooks vuelven al estudio a grabar ‘Hogwash’, que parece una vuelta de tuerca al sonido Groundhogs tras el ‘fallido’ LP anterior, y que cuenta con una labor magistral del ingeniero de sonido Martin Rushent. Pero McPhee tampoco hace ninguna concesión esta vez: sigue alternando guitarras y sintetizadores, logrando una mezcla imponente de ambos. ‘I Love You Miss Ogyny’, de título polémico, ‘S’one Song’, la perfecta y emocionante ‘3744 James Road’ (que habla de la estancia del grupo en Memphis, en una casa con la dirección del título), la pseudo-acústica belleza de ‘Earth Shanty’ de una originalidad que aún hoy deja perplejo, o ‘Sad Is The Hunter’ (dura crítica a la condición humana en general, y a los cazadores de animales en particular) son temas realmente buenos, que retoman el pasado de los Groundhogs pero con un sonido propio de 1972, lo que da al disco un carácter, si se quiere, más progresivo, con unos riffs no tan potentes como sí milimétricos y afilados, pero donde hay una perfecta combinación de nuevos sonidos progresivos, con el blues rock marca de la casa (hermanado de cierta forma al no menos colosal ‘Back To The Future’ de los galeses Man), llegando a superar cualquier estilo para llegar a una música plena, dura, del futuro, que tendría cierta continuación años más tarde. Muchos de los grupos actuales como QOTSA o Masters Of Reality deben mucho a este disco, incluso el propio Jack Endino productor de muchos de los grupos mas importantes de los 90's, como Screaming Trees y guitarrista de SkinYard, dice que éste fue el disco que le cambio la vida.
Temáticamente, ‘Hogwash’ es un álbum poco menos que profético, pues en él McPhee saca a la luz su preocupación por el mundo actual, con una lírica muy inteligente en la que se muestra realmente enfadado, Las canciones finales de ‘Hogwash’ muestran a McPhee en solitario, en acústico, demostrando que nunca abandonará el blues.
En el impagable directo ‘BBC Sessions 70-72’ se incluyen abrasivas versiones de ‘I Love You Miss Ogyny’, ‘3744 James Road’ , ‘Earth Shanty’ , ‘Sad Is The Hunter’ y ‘You Had A Lesson’.
A finales de 1972, McPhee empieza a experimentar con su guitarra y con sintetizadores, y en 1973 graba ‘The Two Sides Of Tony TS McPhee’, en solitario y en el estudio de su casa de Suffolk, un álbum con clara vocación experimental, que combina elementos del blues acústico en los cuales McPhee se siente muy a gusto, con ‘The Hunt’, un tema de casi 20 minutos de experimentación electrónica, que aún suena actual, y que muestra a un McPhee muy interesado en las nuevas tecnologías. La escucha de ‘The Hunt’ puede llegar a convertirse en toda una experiencia, quizás agotadora por su dificultad, pero siempre interesante, además de criticar duramente uno de los temas que más le preocupan, la caza de animales.
Al año siguiente, The Groundhogs vuelven a entrar en el estudio para grabar ‘Solid’ (aunque antes llegarían a grabar un single, ‘Sad Go Round - Over Blue’), que sería uno de los discos más recordados por los fans de la banda y en la que, de nuevo, recurrían a ese sonido tan personal que caracteriza las obras del trío durante este periodo, incluyendo un uso muy interesante de los sintetizadores. En esta ocasión, las ventas serían realmente escasas, lo que propiciaría el fin de The Groundhogs. Siguiendo la tónica de los dos trabajos anteriores del grupo, guitarras y sintetizadores, este álbum cuenta con no pocos partidarios, quizás porque ‘Solid’ sí consigue lo que ‘Who Will Save The World?’ sólo intenta, a través de un tratamiento decididamente más rock, donde el sonido es más afilado y a la vez más cuidado. Desde ‘Light My Light’ (uno de los grandes temas de la formación) hasta esa oscura locura que es ‘Joker’s Grave’, pasando por las perfectas uniones de sintetizadores y guitarras que son ‘Sins Of The Father’ o ‘Snow Storm’, la progresiva ‘Plea Sing Plea Song’ o el clásico blues acústico ‘Free From All Alarm’. Puede ser que el disco que se beneficie de la experimentación llevada a cabo por McPhee en ‘The Two Sides…’ un año antes.
Tras la grabación de ‘Solid’, el grupo se separa.
Mentes de Ácido: ¿Por qué fue diferente el sonido de aquella época? ¿Cree que fue una época irrepetible?
Tony McPhee: Fue porque muchas bandas de aquellos días venían del blues, aunque nunca volvió completamente, nada lo hace en realidad, pero también pienso que es una equivocación intentar hacerlo.
Naturalmente, hay quien pensaba que los Groundhogs acabaron con la grabación de ‘Split’, otros más optimistas opinan que ‘Solid’ fue el principio del fin del grupo. McPhee, de todas formas, nunca fue partidario, como decía Zappa, ‘de buscar el camino fácil’, y lo demuestra con una serie de discos que dentro de un marco que puede considerarse blues rock, a través una forma, si se quiere, progresiva, alternando guitarras llenas de zigzagueos, cambios de ritmos y melodías realmente complejas, con sintetizadores, desafiando a todo su medio entorno musical. Hubo quien no se lo perdonó.
Afortunadamente, McPhee vuelve a formar la banda a finales de 1975, pero con unos miembros totalmente nuevos: además de McPhee a la guitarra, le acompaña a dicho instrumento Dave Wellbelove, Martin Kent al bajo y Mick Cook a la batería… la primera vez que The Groundhogs grababa como cuarteto desde su debut, y el resultado de esta re-formación fue el álbum ‘Crosscut Saw’, a principios de 1976, que se mantiene aún como un notable disco de blues rock que se beneficia de un carácter más oscuro y tortuoso de anteriores entregas y donde el trabajo de McPhee es prácticamente perfecto. Su guitarra pocas veces ha aparecido tan deformada y enferma. El disco tiene cierto carácter conceptual, ya que en los temas que lo forman hay un tema más o menos fijo: la maldad de la mujer, lo que ha hecho que se especule sobre el carácter misógino de Tony McPhee. Sin embargo, nuestra idea es otra: McPhee ha crecido con el blues, y ‘la maldad de la mujer’ es un tema esencialmente ligado al blues, resultando más bien una oda al poder que la mujer ejerce sobre el hombre. El disco es muy potente, uno de los más poderosos de los Groundhogs, envuelto en una oscura atmósfera que, a veces, lo emparenta (salvando las distancias) con los primeros Black Sabbath. ‘Crosscut Saw’, las poderosas guitarras de ‘Promiscuity’ o ‘Boogie With Us’, o la épica de ‘Eleventh Hour’ muestran a un grupo impresionante, unos ‘dinosaurios del rock’ que aún tienen muchas cosas que enseñar a las nuevas generaciones.
A McPhee le agrada esta formación, y a mediados de ese mismo año vuelve a entrar en el estudio para otro nuevo disco, ‘Black Diamond’, con el único cambio en la guitarra acompañante, donde Rick Adams sustituye a Dave Wellbelove. Quizás ‘Black Diamond’ no es tan potente ni abrasivo como ‘Crosscut Saw’, pero en muchos sentidos es un disco más perfecto (puede ser el álbum más infravalorado de McPhee) donde su evolución como guitarrista vuelve a subir un peldaño, mezclando los sonidos típicos de la banda con efectos de chorus en sus guitarras que las hacen aun más poderosas, derrochando una creatividad que parece no tener límite. Las tremendas ‘Friendzy’, con sus guitarras enfermas, ‘Fantasy Partner’, que encajaría a la perfección en ‘Thank Christ For The Bomb’, el blues actualizado de ‘Live Right’ o el precioso tema que da título al álbum, son muestras de ello.
El éxito de estos dos discos sería casi ínfimo (existe una edición en CD que incluye los dos álbumes), no hay que olvidar que en Inglaterra se estaba gestando en punk en aquellos días, y el blues, o blues rock, ya no era del gusto de la juventud. Sin embargo, y esto es curioso, pueden considerarse que, en algún sentido, son dos de sus discos más ‘comerciales’. The Groundhogs se convertían de la noche a la mañana en ‘aburridos dinosaurios del rock’. El inevitable directo de esta gira, sería el fiero y salvaje ‘Live U.K. Tour '76’ (editado en 2004), de una potencia desbordante grabado en la gira del ‘Crosscut Saw’, y con un épico ‘Cherry Red’ de casi cuarto de hora. Son los años del nacimiento del punk y The Groundhogs parecen no tener sitio en la escena. ‘Live U.K. Tour '76’ es un álbum vibrante, un directo realmente diferente, no se parece a nada de lo grabado en vivo por el grupo antes o después, por eso es esencial para entender ese ‘oscuro’ tiempo que vivió la banda a mediados de los setenta.
Mentes de Ácido: Entre 1975 y 1977, el público se interesa masivamente por el rock, pero hay un cambio en las tendencias, y los grupos clásicos pasan a un segundo plano. ¿Cómo vivió la banda esta época?
Tony McPhee: …Muy difícilmente. Como muchas otras bandas no consigues superar el cambio, y The Groundhogs nos separamos en 1976 hasta que volví a formar la banda en 1984.
Una de las cosas que se le suele recriminar a McPhee es que perdió la esencia del ‘sonido groundhogs’ con el paso de los años, y si bien es cierto que dejo de lado el blues más clásico y la hard psych de comienzos de los sesenta, nos parece que no es menos cierto que McPhee nunca perdió lo que hemos venido definiendo como ‘marca de la casa McPhee’, y es que todos los discos de los Groundhogs, estén más cerca del blues, del hard rock o del progresivo, suenan a Groundhogs. ‘Black Diamond’, ‘Hogwash’ o ‘Solid’ son discos, quizás, alejado de las sonoridades de ‘Split’, pero que guardan con él un aire de familia, en esos ritmos y melodías llenos de recovecos, esas guitarras tan salvajes como emotivas, y esa voz quebrada tan propia de McPhee, una forma absolutamente personal de entender el rock. Lejos de intentar agotar o exprimir una fórmula o una figura rítmica, el afán experimentador de McPhee sería una de las más interesantes y originales características del sonido del grupo.
En los años siguientes McPhee compaginó diversos trabajos y colaboraciones, desde Terraplane, una banda vinculada a la obra de Robert Johnson, colaborar con Mike Batt (viejo conocido de Hapshash And The Coloured Coat con el que colabora en ‘Tarot Sweet’, 1979) o con Billy Boy Arnold (‘Checkin’ It Out’, 1980), hasta formar una banda al margen de Groundhogs, con escaso éxito, la Tony McPhee Band, que graba sólo un single (‘Time Of Action / Born To Be With You’, 1983) pero da numerosos bolos en Inglaterra o formar una banda como Tony McPhee’s Turbo, en el que estaría el futuro miembro de los Groundhogs Alan Fish.
Después del éxito del clásico directo ‘Hoggin’ The Stage’ (edición de 1983 de un directo de 1972), McPhee decide volver a re-formar los Groundhogs, de nuevo en formato de trío, con el bajista Alan Fish y el baterista Mick Kirton, con los que realizó muchos conciertos. Con esa formación decide volver al estudio para grabar el notable ‘Razor’s Edge’ (1984), aunque también se grabaría ‘No Surrender’, directo de la gira de 1985 pero no editado hasta finales de los ochenta. ‘Razor’s Edge’ es el primer disco de la formación desde ‘Black Diamond’, y es un disco que debe ser inscrito en el tiempo en el que fue hecho, 1985, cuando el mercado estaba ocupado, en buena medida, por el heavy metal y lo que se vino en llamar AOR. Así, aunque tiene la esencia de los Groundhogs, puede ser calificado de ‘blues metal’, un disco muy potente, posiblemente el más potente de todos los grabados por el grupo, y también el disco que peor ha envejecido, quizás debido a una producción floja, típica de los años ochenta. Con todo, tiene temas soberbios, como la propia ‘Razor’s Edge’, ‘I Confess’, la alucinante ‘Moving Fast, Standing Still’ o ese blues clásico que es ‘I Want You To Love Me’.
Los cambios de formación son constantes en la banda, y los Hogs vuelven a cambiar en 1987, pues entran Dave Anderson al bajo (que había tocado, nada más y nada menos, con Hawkwind y Amon Düül II) y Mick Jones a la batería, con los que vuelve a entrar en el estudio para facturar un nuevo LP, ‘Back Against The Wall’ (1987), y de ese tiempo vuelve a quedar constancia de la clase del grupo en directo con ‘Hogs On The Road’ (1988).
‘Back Against The Wall’ es un ejemplo de actualización del blues rock progresivo en los difíciles finales de los años ochenta, y de alguna forma, una vuelta a las sonoridades de ‘Thank Chist For The Bomb’ y ‘Split’, en formato de trío, como mandan los cánones, y con una sección rítmica impagable, McPhee vuelta a destilar clase a las seis cuerdas: ‘No To Submission’, ‘Waiting In Shadows’, la fascinante ‘Ain’t No Slaver’ o la acústica y desnuda ‘54146’ son buenas pruebas de la enorme calidad de este álbum (el título ‘54146’ hace referencia al número de serie de la Gibson SG que le fue robada al propio McPhee). ‘Hogs On The Road’, por su parte, fue el álbum que se grabó de la gira de ‘Back Against The Wall’, e incluye material clásico y material más reciente (tremendas versiones de ‘3744 James Road’, ‘Amazing Grace’, ‘I Love You Miss Ogyny’) y alguna revisión de clásicos del blues. Ambos discos han sido recientemente editados en un CD doble bajo el nombre de ‘54146’.
Los noventa se caracterizan, sobre todo, porque marcan el inicio de la ya definitiva aventura en solitario de McPhee al margen de Groundhogs, a través de discos y actuaciones en los que Tony está acompañado de su guitarra, y se dedica a tocar blues clásico acústico. Su primer álbum así, ‘The Blues And The Beast’ (1993), grabado en Alemania, es un disco excelente, pero también ‘Foolish Pride’, grabado poco después, donde Mcphee se encarga de todos los instrumentos. ‘Slide, TS Slide’ sería una muestra de su capacidad en solitario sobre las tablas de un escenario, capacidad que le llevaría a talonear a Jefferson Starship durante estos años. Es increíble ver a McPhee en solitario tocando blues, lo lleva en la sangre, es un enamorado del estilo. Además, en 1992 se produce una colaboración soñada desde hacía décadas, McPhee presta sus servicios en algunos temas para el álbum ‘Dining with the Sharks’ de los míticos Blue Cheer, banda con la que Groundhogs tiene más de un punto de contacto.
En 1996 vuelve a reformar unos nuevos Groundhogs (esta vez bajo el nombre de Tony McPhee’s Groundhogs) para grabar ‘Who Said Cherry Red?’, disco en directo acompañado por Dale Iviss a la batería y Pete Chymon al bajo, formación que no duraría ni un año, pues en 1997 The Groundhogs vuelven a grabar un disco, el notable ‘Hogs In Wolf’s Clothing’ (1998, disco de versiones de Howlin’ Wolf, pero que suena a puro Groundhogs) con una nueva formación: los excelentes Pete Correa (batería) y Eric Chipulina (primero como guitarrista, mientras Alna Fish estaba en el grupo, y luego como bajista), otros hombres crecidos dentro del blues rock… Con esta formación también grabará ‘Eccentric Man. Live At The Marquee’ y el brutal directo ‘Groundhogs Night’, un doble CD que actualiza los clásicos de la banda con una fuerza, una potencia y una calidad realmente indescriptible. Posteriormente, Chipulina y Correa, junto a Alan Fish (también acompañante de McPhee durante algún tiempo) formarían la notable banda de blues rock Egypt. ‘Groundhogs Night’ muestra a una banda, y en especial a un McPhee, que puede seguir pateando culos de grupos y guitarristas con 20 o 30 años menos, ofreciendo un impresionante recital a las seis cuerdas.
A partir de ahí es el tiempo de los tributos, de las recopilaciones de los materiales añejos, el reconocimiento, por fin, de McPhee como uno de los más grandes guitarristas de su tiempo, la importancia de la banda para la escena blues rock, incluso se la considera una de las ‘raíces del punk’…
Mentes de Ácido: ¿Piensa que The Groundhogs han sido alguna vez valorados en su justa medida?
Tony McPhee: Realmente no, a pesar de que tuvimos algo de éxito en las listas de álbumes durante los primeros 70, y yo fui votado el 4º mejor guitarrista de UK en el 71. En el otro lado de la moneda, está muy bien que pueda seguir teniendo una vida normal, sin tener que enfadarme ni tener discusiones todo el tiempo.
1999 comienza con una nueva grabación de The Groundhogs, ‘The Muddy Waters Song Book’, un álbum tributo al gran Waters en el que se acompaña de los Egypt Chipulina y Correa, y en el que se aprecia el gran amor de McPhee por la obra del bluesman.
Hoy, Tony McPhee sigue en activo, con diversos proyectos, entre los que destaca el dúo de blues acústico que tiene junto a su esposa Joanna Deacon, que tienen muchos conciertos en las Islas, y acaban de editar un álbum, ‘Blues At Ten’… también ha colaborado en el disco homenaje a John Lee Hooker ‘From Clarksdale To Heaven (A Tribute To John Lee Hooker)’ grabando un par de temas (‘Groundhog Blues’ y ‘I'm Leaving’) con los míticos Dick Heckstall-Smith y Clem Clempson (Colosseum). Y de vez en cuando, menos frecuentemente de lo que nos gustaría, vuelve a coger la guitarra eléctrica para hacer algunos conciertos eléctricos, en dos caminos diferentes: alguna vez ha reunido a los Groundhogs originales, Peter Cruickshank y Ken Pustelnik (que siguen unidos a la obra de McPhee con su propio grupo, Groundhogs Rhythm), para hacer conciertos (su memorable actuación en Shrewsbury en 2003, con el trío clásico – Pustelnik, Cruickshank y McPhee – quedó recogida en el DVD ‘60/40 Split’, demostrando que siguen siendo geniales), pero es más fácil disfrutarle al lado de los Tony McPhee’s Groundhogs, junto a Dave Anderson y baterías diferentes.. Además, Martyn Hanson (autor de libros sobre Colosseum o The Nice) ha escrito un libro sobre la historia del grupo, que lleva por título ‘Hoggin’ The Page. Groundhogs: The Classic Years’ (2005, Northdown).
Habitantes de una tierra no explorada, orgullosos de encontrarse allí, The Groundhogs se sitúan en un universo peculiar, que puede ser visto como el hábitat del más especial e inquieto bluesman blanco de la historia del rock, McPhee es un ejemplo de integridad, siempre yendo acorde con los tiempos pero guardando unas pautas que le son propias, ‘el sonido McPhee’, tan imitado como inimitable, y que ha marcado, aun desde su posición minoritaria de grupo de culto (quizás incluso se le puede catalogar de ‘grupo maldito’), a generaciones posteriores.
George Brigman o los actuales Orange Sunshine tienen una esencia Groundhogs incuestionable en su sonido, pero no son los únicos, Master Of Reality, Queens Of The Stone Age (versionan ‘Eccentric Man’), Current 93 (versión de ‘Sad Go Round’), Mudhoney, Earthless (ambos versionan ‘Cherry Red’), Foo Fighters o Pavement (Dave Grohl y Steve Malkmus son grandes seguidores de los Groundhogs) también dejan entrever importantes puntos en común con el grupo de McPhee. Incluso músicos, en principio, alejados del estilo de los Groundhogs les consideran una de las bandas más influyentes de la historia del rock, caso de Captain Sensible, líder de The Damned, y fan confeso del grupo.
Pero McPhee es un músico inquieto, y en 1966 fuerza a John Lee’s Groundhogs a separarse. Entre 1966 y 1968, McPhee llevaría a cabo diversos proyectos: uno personal, que sería un fracaso importante, Herbal Mixture (que co-lidera junto a John Dummer), un grupo de pop psicodélico en la onda de The Yardbirds, tan agradable como intrascendente (reedición de sus singles junto con las primerísimas grabaciones de los Groundhogs, incluidos los singles de 1964 y 1965, en el álbum ‘Please Leave My Mind’), graba un disco en solitario de blues acústico con algunos conocidos del circuito de blues inglés, ‘Me And The Devil’, y además tres proyectos en los que participó como músico de sesión que fueron esenciales para el futuro de los Groundhogs: colabora con Champion Jack Dupree y Eddie Boyd,; graba como guitarra solista de la John Dummer Band en el disco ‘Cabal’, y en el disco ‘Western Flier’ de Hapshash And The Coloured Coat. Si los primeros bluesmen le ayudan a pulirse dentro del blues más clásico, a través de la asimilación, por parte de McPhee, de que no existen fórmulas maestras para el blues, la John Dummer Band le muestra lo que quiere hacer a corto plazo, formar su propia banda de blues rock (de hecho tiene tanta prisa por reformar sus Groundhogs, que aparece en los créditos de la Dummer Band, pero en ninguna foto de la carpeta), y por último, Hapshash And The Coloured Coat le muestra que se puede hacer buena música alejado del blues, de hecho, casi se podría decir, incluso, que alejado de los cánones de la música popular.
Hacia 1968, Tony McPhee tiene una gran reputación como guitarrista. Algunos años antes, Mayall le invita a unirse a sus Bluesbreakers, tras la primera salida de Clapton (antes de grabar el mítico ‘Bluesbreakers With Eric Clapton’), y un poco más tarde sería Peter Green (otro ‘discípulo’ de Mayall) el que le invita a unirse a sus Fleetwood Mac. No serían los únicos, Chris Barber y Alexis Korner también le propusieron unirse a sus respectivas bandas a mediados de los sesenta. Sin embargo, McPhee tiene sus propios planes: crear su propia banda de blues, la nueva encarnación de los Groundhogs.
Mentes de Ácido: ¿Qué puedes decirnos de tu forma de tocar la guitarra?
Tony McPhee: Mi forma de tocar la guitarra viene de diferentes elementos de mis héroes del blues, Hubert Sumlin, John Lee Hooker, Howlin’ Wolf, Robert Johnson etc.
En este momento, el grupo vive un momento agridulce como banda, ya que tienen una más que reconocida reputación como banda de directo, incluso han grabado junto a grandes artistas, pero aun no han conseguido editar un LP a su nombre. En Inglaterra se empieza a hablar de la calidad del grupo en directo, basado, principalmente, en nunca repetir un concierto (canciones siempre tocadas de forma diferente, espacio para la improvisación…), aunque esto será más claro algunos años después.
Mentes de Ácido: ¿Cree que el directo es la fórmula perfecta para una banda de rock?
Tony McPhee: Era la única manera de sobrevivir para una banda por aquellos días, y de acercar tu sonido a tanta gente como fuera posible. “La máquina publicitaria” era mucho más limitada por aquel entonces. Aunque sigo pensando que el directo tiene algo especial.
Mentes de Ácido: ¿Qué concierto recuerdas con más cariño?
Tony McPhee: Mi concierto favorito fue en Glasgow, en el Greens Playhouse donde llenamos “hasta la bandera” después de haber teloneado unos meses antes allí a los Stones. Fue genial conseguir tanta multitud como cabezas de cartel.
1968 y 1969 fueron años en los que muchas bandas decidieron grabar discos de blues, pero que fueran novedosos. Es lo que se ha venido llamando blues progresivo, o lo que es lo mismo, una serie de discos que partiendo desde las coordenadas clásicas del blues intentan reinventarlo a través de la influencia de elementos ajenos al blues, como puedan ser el jazz, el rock, el hard rock, o incluso, el rock progresivo. Es difícil señalar a un solo personaje o banda que cambiase la concepción del blues, convirtiéndolo en blues progresivo o hard blues, pero lo verdaderamente importante, al margen de nombres como Cream, Johnny Winter, Canned Heat, Ten Years After, Savoy Brown o los propios Groundhogs, es que realmente hubo una reinvención del blues que afectó a muchas bandas de su tiempo, e incluso, a los grandes bluesmen negros (como lo demuestran la colaboración de Hooker con Canned Heat en el inmenso ‘Hooker & Heat’, o la grabación del psicodélico ‘Electric Mud’ a cargo de Muddy Waters).
El problema de la falta de un álbum a su nombre se soluciona en 1968, cuando Roy Fisher, el manager de los primeros Groundhogs, les consigue un contrato con Liberty/United Artist, y McPhee junto a Pete Cruickshank al bajo, Ken Pustelnik (ex The Deep) a la batería y Steve Rye a la harmónica, decide re-formar The Groundhogs para grabar ‘Scratching The Surface’, el que sería su debut, producido por Mike Batt. Lo cierto es que ‘Scratching The Surface’ es un disco que hoy llama poco la atención, pero que en su momento fue original de algún modo. El debut de los Groundhogs es, definitivamente, un disco de blues clásico, inspirado por los sonidos de Hooker, pero no es menos cierto que su clasicismo recurre a la base del blues negro, sin pasar por el tratamiento que los blancos solían dar al estilo. Más interesante sería ‘Blues Obituary’, segundo LP (1969), que aún manteniendo la línea del debut de blues clásico, se beneficia de la salida de Steve Rye, dejando al grupo como trío, y en el que destaca un tono mucho más oscuro y tétrico, e incluso un toque progresivo que lo hace un disco muy especial, su portada lo dice todo.
Después de que McPhee colaborase con la banda Hapshash And The Coloured Coat en el álbum ‘Western Flier’ (1968), se produce la primera salida de la banda, el harmonicista Steve Rye se une a la Brunning Hall Sunflower Blues Band (con Jo-Ann Kelly), por lo que The Groundhogs se convierte en un trío, formato que mantendrá durante muchos años. Su colaboración con Hapshash And The Coloured Coat sería esencial para el futuro de los Groundhogs, ya que el sonido de Hapshash sería algo enteramente novedoso para McPhee. ‘Western Flier’ era un disco complejo, con toques de progresivo, folk, incluso se acercaba a veces a la música medieval y al canto gregoriano, lo que abría el abanico de posibilidades de McPhee. Además, otro miembro del grupo, el letrista Mike Batt sería un personaje importante en el futuro de los Groundhogs, al producir el primer disco de la formación.
Aunque el segundo disco de los Groundhogs, volverá a seguir las claves blueseras del debut, en ‘Blues Obituary’ (1969) ya se dejan notar algunas diferencias, pero sobre todo, el interés del trío en generar canciones originales de blues. Es decir, en ‘Blues Obituary’ (título que hace referencia a ‘la extinción del blues’, cuyo espacio está siendo ocupado por el rock), The Groundhogs llevan a cabo un blues ciertamente más arriesgado y original que en ‘Scratching The Surface’, mucho más, si se quiere, progresivo, y el resultado es un álbum de crudísimo y oscuro blues, pero a la vez, con una energía increíble de la que carecía el debut. En resumen, un álbum excepcional, con piezas alucinantes en las que McPhee por fin se desata tanto como cantante y guitarrista (su trabajo es inapelable) como compositor: ‘Times’ con su maravillosa slide, el crudo arreglo que le dan al clásico ‘Mistreated’ convirtiéndola en una de las referencias de su sonido, el tremendo instrumental ‘Light Was The Day’ con sus guitarras psicodélicas y sus percusiones salvajes, o el oscuro ‘B. D. D.’ son auténticas joyas de su estilo.
Incluso en este contexto, el blues, el grupo de McPhee fue original de algún modo, primero por tomar como referencia el blues negro, sin pasar por un tratamiento británico, y segundo por la forma de McPhee de afrontar su instrumento, al margen de otros guitarristas de su generación, sino más bien recurriendo a las fuentes originales. Un clasicismo basado en el blues negro americano que era, precisamente, una de las características que hacían originales al grupo. Por su parte, la sección rítmica es apabullante: afrontando sus instrumentos con gran libertad, a la manera heredada de Cream, con una compenetración sorprendente. Si Cruickshank (que estuvo al lado de McPhee desde 1962) es un auténtico reloj de precisión, Pustelnik está menos atado a la hora de tocar, de hecho, el propio McPhee reconoce que a veces ha tenido problemas para seguirle.
En algún sentido, se acercaban más a lo que, al otro lado del Atlántico estaban haciendo grupos de white blues como The Paul Butterfield Band. En Inglaterra, The Groundhogs comparte con los Ten Years After de Alvin Lee y los Fleetwood Mac de Peter Green el status de gran banda de blues rock británica: las tres son clásicas pero originales de algún modo… si el grupo de Lee ofrece fuerza, los Mac ofrecen un estilo más cuidado (no en vano sus miembros proceden de la banda de Mayall). Por su parte, The Groundhogs ofrecen el lado más rudo del blues clásico, la imagen británica de John Lee Hooker (en los Estados Unidos esa imagen sería ocupada por The Paul Butterfield Band, por un lado, y por Canned Heat, por otro). Pero habría muchas más bandas mencionadas antes, como los colosales Savoy Brown de Kim Simmonds, Chicken Shack, Spooky Tooth o Stone The Crows, aunque ninguna de ellas como The Groundhogs.
Lo que mostró ‘Blues Obituary’ es a una banda de blues inquieta, que parecía decidida a ofrecer cosas realmente nuevas dentro de los márgenes del blues. Sin embargo, para su siguiente disco, de 1970, las novedades son mucho mayores, y el blues estará, al menos a primera vista, en un segundo plano. Es tan grande la evolución que The Groundhogs vive en su seno que es inevitable preguntarse: ¿qué ocurrió entre 1969 y 1970 para que se produjese en el seno del grupo semejante evolución?
Mentes de Ácido: ¿Qué ocurrió en el seno de la banda para el cambio que se produjo entre ‘Blues Obituary’ y ‘Thank Christ for The Bomb’? ¿Cómo afectó ese cambio a la banda?
Tony McPhee: El blues estaba pasando de moda y empecé a encontrar dificultades para escribir canciones de blues que fueran suficientemente diferentes. El blues puede llegar a ser un poco limitado. De cualquier modo, el resto de la banda estaba feliz con el cambio.
La banda no deja de crecer en estos últimos años de los sesenta, su reputación como banda en directo se incrementa, y la creatividad aparece, como lo demuestra ‘Thank Christ For The Bomb’ (1970), que sería uno de los pilares de la carrera de la banda y donde, por fin, se materializaría su personal sonido. ‘Thank Christ For The Bomb’ muestra a un grupo que parece haber alcanzado plena madurez, dejando a un lado el blues clásico de sus dos primeros discos para girar hacia la floreciente escena de hard rock que había en Inglaterra. El disco tiene un buen éxito de ventas, llegó al puesto 9 de las listas inglesas, donde se mantuvo durante 13 semanas.
‘Thank Christ For The Bomb’ entra en los charts (algo que la banda esperaba) y permite al grupo tener más libertad, pues les facilita el hacer más conciertos, incluso talonear a los Rolling Stones… con todo, el éxito de ‘Thank Christ For The Bomb’ nunca se volvería a repetir, por lo que fue su punto más alto de fama en toda su carrera, y perlas del calibre de ‘Soldier’, ‘Garden’ o ‘Eccentric Man’ serían temas habituales de sus directos durante muchos años. Quizás un mayor consumo de drogas sería la causa de que la creatividad del grupo, especialmente McPhee, estallase… McPhee ha crecido mucho como guitarrista y compositor desde ‘Blues Obituary’. Esto permite al grupo ofrecer, por un lado, una nueva vuelta de tuerca del blues, y por otro acercarse a los nuevos sonidos que estaban imperando en Inglaterra en aquellos años. Led Zeppelin, que ha aparecido tras la separación de Cream, ha removido los cimientos del rock británico y, de alguna forma ha marcado uno de los caminos a seguir. Decir que The Groundhogs se vinculan al sonido de los de Page y Plant sería algo, no obstante, injusto. Si bien es cierto que la banda de McPhee abandona el clasicismo blues de sus primeros discos, no es menos cierto que ‘Thank Christ For The Bomb’ intenta también una cierta reinvención del blues. Muchos grupos de aquellos años utilizan el blues como vehículo para desarrollar ideas, en principio, alejadas del blues (es el caso de Johnny Winter And en América, o Led Zeppelin y Ten Years After en Inglaterra), y los Groundhogs, por su parte, en un estilo propiamente McPhee, donde todo tiene cabida, y que les acerca, en este sentido, más a lo que estaban haciendo The Stooges o MC5 (utilizar las figuras rítmicas del blues en sonoridades absolutamente novedosas en aquellos años) en los Estados Unidos, o algunas bandas alemanas de comienzos de los setenta, que a sus compatriotas británicos.
El caso de ‘Thank Christ For The Bomb’ es paradigmático del tiempo en el que fue concebido. Como el propio McPhee explica, el blues se ha quedado pequeño para el desarrollo que está sufriendo el grupo. McPhee echa una mirada a su alrededor y descubre que va a ser difícil crecer dentro de los severos límites del blues. Sin embargo, ‘Thank Christ For The Bomb’ todavía puede ser visto como un disco de blues, o mejor, de blues progresivo. McPhee pone toda la carne en el asador y se atreve con una serie de temas arriesgados en los que, como sus contemporáneos, se dobla las guitarras, dejando crecer toda su imaginación. ‘Thank Christ For The Bomb’ es un disco oscuro, pero que contiene alguno de los mejores temas grabados por el grupo (‘Darkness Is No Friend’, las geniales guitarras dobladas de ‘Strange Town’, la épica desnuda de la pacifista ‘Thank Christ For The Bomb’, con un desarrollo eléctrico brillante, la originalidad de ‘Soldier’ (que el mismo John Peel alabó cuando apareció) o ‘Garden’, la potencia desbordante de ‘Eccentric Man’). Cambios de ritmo, guitarras salvajes, voces acertadamente temblorosas, bases rítmicas pétreas son las características de un álbum que, de algún modo, contiene importantes críticas a un mundo capitalista. Incluso hay quien afirma que es, en cierta forma, un disco conceptual que gira en torno a la enajenación de los individuos en el marco de las sociedades desarrolladas del capitalismo occidental, algo que enriquece un álbum que roza la perfección.‘Thank Christ For The Bomb’, además, será el disco favorito del propio McPhee, y contará con la ventaja de tratar temas que permanecen actuales, y una música que aún hoy parece del futuro. Siempre interesado por la lírica de sus canciones (es un disco cuyas letras están muy trabajadas), McPhee tiene, al menos en estos años, una visión idealista del mundo, aunque alejado de toda influencia hippie, por su carácter malhumorado, oscuro (a veces indescifrable) y contestatario. Con los años, sus letras dejarán de ser idealistas, para mostrar su cara más crítica y pesimista con la condición humana.
El éxito de ventas de este trabajo ayuda a que en noviembre de ese mismo año la banda vuelva a entrar en el estudio de grabación para facturar el que, posiblemente, sea su mejor trabajo, ‘Split’ (editado en 1971). Tuvo un gran éxito de ventas (llegó al puesto 5), tanto que distribuyeron pocas copias y las tiendas se quedaron sin material (quizás, de haber distribuido más copias, el disco hubiera llegado al número uno). Su primera cara contiene un tema, ‘Split’, dividido en cuatro partes, y que trata de un viaje por una crisis mental del propio McPhee.
Mentes de Ácido: ¿Cuál es el origen de ‘Split’?
Tony McPhee: La noche después de un concierto en Huddersfield, me invitaron a la casa de Mick Hubberts (un técnico) a un curry. Mick tenia un inquilino americano que había hecho algunos porros de cannabis con la hierba que Ken Pustelnik (mi antiguo batería) le había dado. Recuerdo como regresamos del concierto la noche anterior e intentarlo sin ningún efecto. También recuerdo pensando sobre ello (y es divertido recordarlo ahora) que las semillas se habían quedado dentro y que el porro podría ‘petar’ como un cigarro explosivo de esos de broma. Compartí un porro que el tío había hecho. De repente la tele de Mick se dividió por la mitad. Los demás parecían estar pasándolo bien pero yo me sentía raro. Fui al baño y abrí el grifo pero empecé a sentir que “las cosas” crecían como en ‘Alicia en el País de las Maravillas’. Intente tocar la guitarra para centrarme en algo pero estaba perdiendo contacto con la realidad y todo lo que podía ver eran espirales. Mi corazón latía tan rápido que pensaba que iba a explotar, Mick me pidió que vigilara el curry, ya que la última vez que lo vio se estaba saliendo de la sartén, fui a la cocina y abrí una ventana, y el jardín parecía un paisaje de Marte. La mujer de Mick estaba allí, así que me agarre a ella porque ella no estaba fumada y necesitaba a alguien así para conseguirlo yo también (conseguir estar bien).
Incluso empecé a perder la consciencia. Después de unas horas volví a la normalidad. Estoy seguro que aquel episodio abrió una puerta que no pude cerrar.
Unas semanas después, mi entonces mujer y yo, nos fuimos a pasear con el hijo de nuestra casera, era un día muy caluroso, y mas tarde, aquella noche no podía dormir. Fue entonces cuando me dio un ataque de pánico, empecé a preguntarme cómo podía existir, sigo teniendo problemas en explicarlo, era una negación de la existencia, así que intente huir de aquel pensamiento, corrí escaleras arriba, hacia la parte superior de los apartamentos (‘Split 1’) estaba demasiado oscuro y encendí las luces, y entonces estaba demasiado iluminado (‘Split 2’) no pude deshacerme del pensamiento en toda la noche, finalmente pude dormir de puro exhausto (‘Split 3’) pero cuando me levante el sentimiento volvió hacia mí inmediatamente, estaba completamente paranoico (‘Split 4’). Mirando hacia atrás, hubo algunos meses donde hubiera creído cualquier cosa, una puerta se abrió en mi mente y no pude cerrarla. No lo temo ahora, pero solía hacerlo.
‘Split’ se me antoja no sólo como el disco más importante de los Groundhogs, sino también como uno de los álbumes más importantes de su tiempo. 1970 es un año esencial para el curso del rock, en el que se ve claramente como los cambios comenzados hacia 1968 y desarrollados en 1969 han dado sus frutos: el rock ha cambiado. El underground de finales de los sesenta está ya, al menos en parte, dentro del overground. El hard rock y el progresivo primigenios ha afectado a buena parte de la música rock: la psicodelia tiene un desarrollo muy rico en la hard psicodelia, el rock progresivo entra en los charts, y el blues triunfa, básicamente como blues rock (o hard blues). ‘Split’ sería uno de los grandes álbumes que llevaron a cabo esa concepción del rock nueva, típica de los setenta, en parte por el enorme trabajo de Martin Birch a los controles. El grupo de Cruickshank, Pustelnik y McPhee parece alejarse definitivamente, al menos en comparación con sus discos anteriores, del blues para crear una música realmente innovadora, en la que temas de primigenio hard rock reciben un tratamiento de guitarras heredado de la psicodelia más salvaje. La cara A, compuesta por las cuatro partes de ‘Split’ contiene 20 minutos de pura energía, con un sentimiento y una emotividad que no dejan de sorprender, con una sección rítmica que puede mirar cara a cara a los Bruce/Baker o a los Bogert/Appice, y con un McPhee en estado de gracia, que muestra su evolución desde el blues clásico a través de unos recursos que parecen infinitos (guitarras dobladas, dobles solos de guitarra, wah wah, slide, fuzz, delays…). La cara B contiene la que, posiblemente, es el tema más conocido de la banda, ‘Cherry Red’, una obra de arte de gran potencia (posible antecedente del punk) y de nuevo, con un McPhee soberbio, con unos solos de guitarras propios de los mas grandes de la época. En conclusión, a McPhee siempre le ha perseguido la sombra de guitarrista ‘de culto’, lo que le ha llevado a estar infravalorado, aunque la verdad es que tenía poco o nada que envidiar a Page o Clapton, incluso llegaría a decir que fue tan innovador, y puede que técnicamente más, que los dos anteriores.
1972 dio a la banda una de cal y otra de arena… por un lado, The Groundhogs graba un disco en enero, ‘Who Will Save The World? The Mighty Groundhogs’, producido de nuevo por ‘el mago’ Martin Birch (luego productor de bandas como Iron Maiden), con una maravillosa portada estilo ‘Marvel Comic’ de Neil Adams (luego famosísimo dibujante de cómic), pero que, aunque sigue teniendo partidarios entre los fans del grupo (por ejemplo, Julian Cope), lo cierto es que el mismo McPhee nunca estuvo muy contento con el resultado final (según sus propias palabras, debido, en parte, al estudio en el que lo grabaron). Sin embargo, ‘Who Will Save The World?’ es un disco excelente, pero también mucho más arriesgado que sus anteriores discos: McPhee empieza a utilizar sintetizadores y mellotrones (algo que muchos seguidores nunca le perdonaron), además de alejarse aún más del blues. El medio tiempo pseudo-boogie de ‘Wages Of Peace’, esa extraña perla llamada ‘Earth Is Not Room Enough’, con su relajada parte central de mellotron, la oscuridad casi apocalíptica de ‘Music Is The Food Of Thought’, la preciosa ‘Death Of The Sun’ o esas joyas incalificables que son ‘Body In Mind’ y, sobretodo, ‘The Grey Maze’, con un McPhee impresionante y un acompañamiento rítmico tan salvaje como perfecto. Este álbum supone la primera gran aproximación del grupo a los pantanosos terrenos del progresivo.
No deja de ser interesante que The Groundhogs pertenezcan en este tiempo al sello Liberty/United Artist, bajo la supervisión de Andrew Lauder (luego en A&R), que también graba los discos de Can, Amon Düül II, Man o Hawkwind. Éstas bandas, junto a los Groundhogs, serían los grandes grupos ‘de culto’ del sello, y serían esenciales para el futuro del rock. En 1972, parece que The Groundhogs ha dejado el blues (casi) definitivamente, al menos en sus discos en estudio, y puede ser que gran parte de ese hecho esté, de alguna manera, influenciado por las tres bandas arriba mencionadas. De hecho, McPhee llegó a aportar su guitarra en un disco de Amon Düül II, aunque muchos años después (‘Die Lösung’, 1989), y siempre tuvo buenas relaciones con Hawkwind, incluso The Groundhogs contó en los 80 con el bajista de Dave Anderson, que había sido bajista, además de los Amon Düül II, de Hawkwind en su primer disco, antes de la entrada de Lemmy Kilmister. Críticos, como Julian Cope, sitúan el estilo de los Groundhogs bajo la misma etiqueta que los grupos anteriormente citados, incluso más que con respecto a grupos de blues progresivo de finales de los sesenta.
Por otra parte, The Groundhogs tuvieron un gran éxito en la gira americana de aquel 1972, cuyo resultado sería el poderoso ‘U.S. Tour ’72’, que no se editaría hasta 1999, aunque también algún bootleg, como ‘Shadows 1972’. 1972 es el año en el que el trío aparece en el mítico Top of The Pops. Sin embargo, no todo serían buenas noticias de aquella gira, porque, a su regreso a Inglaterra, McPhee llegaría con la muñeca rota y con la mala noticia de que el batería Ken Pustelnik abandonaba la formación. Su sustituto sería Clive Brooks, que procedía del grupo Egg, formado de las cenizas de los míticos Arzachel.
En septiembre de ese mismo año, McPhee, Cruickshank y Brooks vuelven al estudio a grabar ‘Hogwash’, que parece una vuelta de tuerca al sonido Groundhogs tras el ‘fallido’ LP anterior, y que cuenta con una labor magistral del ingeniero de sonido Martin Rushent. Pero McPhee tampoco hace ninguna concesión esta vez: sigue alternando guitarras y sintetizadores, logrando una mezcla imponente de ambos. ‘I Love You Miss Ogyny’, de título polémico, ‘S’one Song’, la perfecta y emocionante ‘3744 James Road’ (que habla de la estancia del grupo en Memphis, en una casa con la dirección del título), la pseudo-acústica belleza de ‘Earth Shanty’ de una originalidad que aún hoy deja perplejo, o ‘Sad Is The Hunter’ (dura crítica a la condición humana en general, y a los cazadores de animales en particular) son temas realmente buenos, que retoman el pasado de los Groundhogs pero con un sonido propio de 1972, lo que da al disco un carácter, si se quiere, más progresivo, con unos riffs no tan potentes como sí milimétricos y afilados, pero donde hay una perfecta combinación de nuevos sonidos progresivos, con el blues rock marca de la casa (hermanado de cierta forma al no menos colosal ‘Back To The Future’ de los galeses Man), llegando a superar cualquier estilo para llegar a una música plena, dura, del futuro, que tendría cierta continuación años más tarde. Muchos de los grupos actuales como QOTSA o Masters Of Reality deben mucho a este disco, incluso el propio Jack Endino productor de muchos de los grupos mas importantes de los 90's, como Screaming Trees y guitarrista de SkinYard, dice que éste fue el disco que le cambio la vida.
Temáticamente, ‘Hogwash’ es un álbum poco menos que profético, pues en él McPhee saca a la luz su preocupación por el mundo actual, con una lírica muy inteligente en la que se muestra realmente enfadado, Las canciones finales de ‘Hogwash’ muestran a McPhee en solitario, en acústico, demostrando que nunca abandonará el blues.
En el impagable directo ‘BBC Sessions 70-72’ se incluyen abrasivas versiones de ‘I Love You Miss Ogyny’, ‘3744 James Road’ , ‘Earth Shanty’ , ‘Sad Is The Hunter’ y ‘You Had A Lesson’.
A finales de 1972, McPhee empieza a experimentar con su guitarra y con sintetizadores, y en 1973 graba ‘The Two Sides Of Tony TS McPhee’, en solitario y en el estudio de su casa de Suffolk, un álbum con clara vocación experimental, que combina elementos del blues acústico en los cuales McPhee se siente muy a gusto, con ‘The Hunt’, un tema de casi 20 minutos de experimentación electrónica, que aún suena actual, y que muestra a un McPhee muy interesado en las nuevas tecnologías. La escucha de ‘The Hunt’ puede llegar a convertirse en toda una experiencia, quizás agotadora por su dificultad, pero siempre interesante, además de criticar duramente uno de los temas que más le preocupan, la caza de animales.
Al año siguiente, The Groundhogs vuelven a entrar en el estudio para grabar ‘Solid’ (aunque antes llegarían a grabar un single, ‘Sad Go Round - Over Blue’), que sería uno de los discos más recordados por los fans de la banda y en la que, de nuevo, recurrían a ese sonido tan personal que caracteriza las obras del trío durante este periodo, incluyendo un uso muy interesante de los sintetizadores. En esta ocasión, las ventas serían realmente escasas, lo que propiciaría el fin de The Groundhogs. Siguiendo la tónica de los dos trabajos anteriores del grupo, guitarras y sintetizadores, este álbum cuenta con no pocos partidarios, quizás porque ‘Solid’ sí consigue lo que ‘Who Will Save The World?’ sólo intenta, a través de un tratamiento decididamente más rock, donde el sonido es más afilado y a la vez más cuidado. Desde ‘Light My Light’ (uno de los grandes temas de la formación) hasta esa oscura locura que es ‘Joker’s Grave’, pasando por las perfectas uniones de sintetizadores y guitarras que son ‘Sins Of The Father’ o ‘Snow Storm’, la progresiva ‘Plea Sing Plea Song’ o el clásico blues acústico ‘Free From All Alarm’. Puede ser que el disco que se beneficie de la experimentación llevada a cabo por McPhee en ‘The Two Sides…’ un año antes.
Tras la grabación de ‘Solid’, el grupo se separa.
Mentes de Ácido: ¿Por qué fue diferente el sonido de aquella época? ¿Cree que fue una época irrepetible?
Tony McPhee: Fue porque muchas bandas de aquellos días venían del blues, aunque nunca volvió completamente, nada lo hace en realidad, pero también pienso que es una equivocación intentar hacerlo.
Naturalmente, hay quien pensaba que los Groundhogs acabaron con la grabación de ‘Split’, otros más optimistas opinan que ‘Solid’ fue el principio del fin del grupo. McPhee, de todas formas, nunca fue partidario, como decía Zappa, ‘de buscar el camino fácil’, y lo demuestra con una serie de discos que dentro de un marco que puede considerarse blues rock, a través una forma, si se quiere, progresiva, alternando guitarras llenas de zigzagueos, cambios de ritmos y melodías realmente complejas, con sintetizadores, desafiando a todo su medio entorno musical. Hubo quien no se lo perdonó.
Afortunadamente, McPhee vuelve a formar la banda a finales de 1975, pero con unos miembros totalmente nuevos: además de McPhee a la guitarra, le acompaña a dicho instrumento Dave Wellbelove, Martin Kent al bajo y Mick Cook a la batería… la primera vez que The Groundhogs grababa como cuarteto desde su debut, y el resultado de esta re-formación fue el álbum ‘Crosscut Saw’, a principios de 1976, que se mantiene aún como un notable disco de blues rock que se beneficia de un carácter más oscuro y tortuoso de anteriores entregas y donde el trabajo de McPhee es prácticamente perfecto. Su guitarra pocas veces ha aparecido tan deformada y enferma. El disco tiene cierto carácter conceptual, ya que en los temas que lo forman hay un tema más o menos fijo: la maldad de la mujer, lo que ha hecho que se especule sobre el carácter misógino de Tony McPhee. Sin embargo, nuestra idea es otra: McPhee ha crecido con el blues, y ‘la maldad de la mujer’ es un tema esencialmente ligado al blues, resultando más bien una oda al poder que la mujer ejerce sobre el hombre. El disco es muy potente, uno de los más poderosos de los Groundhogs, envuelto en una oscura atmósfera que, a veces, lo emparenta (salvando las distancias) con los primeros Black Sabbath. ‘Crosscut Saw’, las poderosas guitarras de ‘Promiscuity’ o ‘Boogie With Us’, o la épica de ‘Eleventh Hour’ muestran a un grupo impresionante, unos ‘dinosaurios del rock’ que aún tienen muchas cosas que enseñar a las nuevas generaciones.
A McPhee le agrada esta formación, y a mediados de ese mismo año vuelve a entrar en el estudio para otro nuevo disco, ‘Black Diamond’, con el único cambio en la guitarra acompañante, donde Rick Adams sustituye a Dave Wellbelove. Quizás ‘Black Diamond’ no es tan potente ni abrasivo como ‘Crosscut Saw’, pero en muchos sentidos es un disco más perfecto (puede ser el álbum más infravalorado de McPhee) donde su evolución como guitarrista vuelve a subir un peldaño, mezclando los sonidos típicos de la banda con efectos de chorus en sus guitarras que las hacen aun más poderosas, derrochando una creatividad que parece no tener límite. Las tremendas ‘Friendzy’, con sus guitarras enfermas, ‘Fantasy Partner’, que encajaría a la perfección en ‘Thank Christ For The Bomb’, el blues actualizado de ‘Live Right’ o el precioso tema que da título al álbum, son muestras de ello.
El éxito de estos dos discos sería casi ínfimo (existe una edición en CD que incluye los dos álbumes), no hay que olvidar que en Inglaterra se estaba gestando en punk en aquellos días, y el blues, o blues rock, ya no era del gusto de la juventud. Sin embargo, y esto es curioso, pueden considerarse que, en algún sentido, son dos de sus discos más ‘comerciales’. The Groundhogs se convertían de la noche a la mañana en ‘aburridos dinosaurios del rock’. El inevitable directo de esta gira, sería el fiero y salvaje ‘Live U.K. Tour '76’ (editado en 2004), de una potencia desbordante grabado en la gira del ‘Crosscut Saw’, y con un épico ‘Cherry Red’ de casi cuarto de hora. Son los años del nacimiento del punk y The Groundhogs parecen no tener sitio en la escena. ‘Live U.K. Tour '76’ es un álbum vibrante, un directo realmente diferente, no se parece a nada de lo grabado en vivo por el grupo antes o después, por eso es esencial para entender ese ‘oscuro’ tiempo que vivió la banda a mediados de los setenta.
Mentes de Ácido: Entre 1975 y 1977, el público se interesa masivamente por el rock, pero hay un cambio en las tendencias, y los grupos clásicos pasan a un segundo plano. ¿Cómo vivió la banda esta época?
Tony McPhee: …Muy difícilmente. Como muchas otras bandas no consigues superar el cambio, y The Groundhogs nos separamos en 1976 hasta que volví a formar la banda en 1984.
Una de las cosas que se le suele recriminar a McPhee es que perdió la esencia del ‘sonido groundhogs’ con el paso de los años, y si bien es cierto que dejo de lado el blues más clásico y la hard psych de comienzos de los sesenta, nos parece que no es menos cierto que McPhee nunca perdió lo que hemos venido definiendo como ‘marca de la casa McPhee’, y es que todos los discos de los Groundhogs, estén más cerca del blues, del hard rock o del progresivo, suenan a Groundhogs. ‘Black Diamond’, ‘Hogwash’ o ‘Solid’ son discos, quizás, alejado de las sonoridades de ‘Split’, pero que guardan con él un aire de familia, en esos ritmos y melodías llenos de recovecos, esas guitarras tan salvajes como emotivas, y esa voz quebrada tan propia de McPhee, una forma absolutamente personal de entender el rock. Lejos de intentar agotar o exprimir una fórmula o una figura rítmica, el afán experimentador de McPhee sería una de las más interesantes y originales características del sonido del grupo.
En los años siguientes McPhee compaginó diversos trabajos y colaboraciones, desde Terraplane, una banda vinculada a la obra de Robert Johnson, colaborar con Mike Batt (viejo conocido de Hapshash And The Coloured Coat con el que colabora en ‘Tarot Sweet’, 1979) o con Billy Boy Arnold (‘Checkin’ It Out’, 1980), hasta formar una banda al margen de Groundhogs, con escaso éxito, la Tony McPhee Band, que graba sólo un single (‘Time Of Action / Born To Be With You’, 1983) pero da numerosos bolos en Inglaterra o formar una banda como Tony McPhee’s Turbo, en el que estaría el futuro miembro de los Groundhogs Alan Fish.
Después del éxito del clásico directo ‘Hoggin’ The Stage’ (edición de 1983 de un directo de 1972), McPhee decide volver a re-formar los Groundhogs, de nuevo en formato de trío, con el bajista Alan Fish y el baterista Mick Kirton, con los que realizó muchos conciertos. Con esa formación decide volver al estudio para grabar el notable ‘Razor’s Edge’ (1984), aunque también se grabaría ‘No Surrender’, directo de la gira de 1985 pero no editado hasta finales de los ochenta. ‘Razor’s Edge’ es el primer disco de la formación desde ‘Black Diamond’, y es un disco que debe ser inscrito en el tiempo en el que fue hecho, 1985, cuando el mercado estaba ocupado, en buena medida, por el heavy metal y lo que se vino en llamar AOR. Así, aunque tiene la esencia de los Groundhogs, puede ser calificado de ‘blues metal’, un disco muy potente, posiblemente el más potente de todos los grabados por el grupo, y también el disco que peor ha envejecido, quizás debido a una producción floja, típica de los años ochenta. Con todo, tiene temas soberbios, como la propia ‘Razor’s Edge’, ‘I Confess’, la alucinante ‘Moving Fast, Standing Still’ o ese blues clásico que es ‘I Want You To Love Me’.
Los cambios de formación son constantes en la banda, y los Hogs vuelven a cambiar en 1987, pues entran Dave Anderson al bajo (que había tocado, nada más y nada menos, con Hawkwind y Amon Düül II) y Mick Jones a la batería, con los que vuelve a entrar en el estudio para facturar un nuevo LP, ‘Back Against The Wall’ (1987), y de ese tiempo vuelve a quedar constancia de la clase del grupo en directo con ‘Hogs On The Road’ (1988).
‘Back Against The Wall’ es un ejemplo de actualización del blues rock progresivo en los difíciles finales de los años ochenta, y de alguna forma, una vuelta a las sonoridades de ‘Thank Chist For The Bomb’ y ‘Split’, en formato de trío, como mandan los cánones, y con una sección rítmica impagable, McPhee vuelta a destilar clase a las seis cuerdas: ‘No To Submission’, ‘Waiting In Shadows’, la fascinante ‘Ain’t No Slaver’ o la acústica y desnuda ‘54146’ son buenas pruebas de la enorme calidad de este álbum (el título ‘54146’ hace referencia al número de serie de la Gibson SG que le fue robada al propio McPhee). ‘Hogs On The Road’, por su parte, fue el álbum que se grabó de la gira de ‘Back Against The Wall’, e incluye material clásico y material más reciente (tremendas versiones de ‘3744 James Road’, ‘Amazing Grace’, ‘I Love You Miss Ogyny’) y alguna revisión de clásicos del blues. Ambos discos han sido recientemente editados en un CD doble bajo el nombre de ‘54146’.
Los noventa se caracterizan, sobre todo, porque marcan el inicio de la ya definitiva aventura en solitario de McPhee al margen de Groundhogs, a través de discos y actuaciones en los que Tony está acompañado de su guitarra, y se dedica a tocar blues clásico acústico. Su primer álbum así, ‘The Blues And The Beast’ (1993), grabado en Alemania, es un disco excelente, pero también ‘Foolish Pride’, grabado poco después, donde Mcphee se encarga de todos los instrumentos. ‘Slide, TS Slide’ sería una muestra de su capacidad en solitario sobre las tablas de un escenario, capacidad que le llevaría a talonear a Jefferson Starship durante estos años. Es increíble ver a McPhee en solitario tocando blues, lo lleva en la sangre, es un enamorado del estilo. Además, en 1992 se produce una colaboración soñada desde hacía décadas, McPhee presta sus servicios en algunos temas para el álbum ‘Dining with the Sharks’ de los míticos Blue Cheer, banda con la que Groundhogs tiene más de un punto de contacto.
En 1996 vuelve a reformar unos nuevos Groundhogs (esta vez bajo el nombre de Tony McPhee’s Groundhogs) para grabar ‘Who Said Cherry Red?’, disco en directo acompañado por Dale Iviss a la batería y Pete Chymon al bajo, formación que no duraría ni un año, pues en 1997 The Groundhogs vuelven a grabar un disco, el notable ‘Hogs In Wolf’s Clothing’ (1998, disco de versiones de Howlin’ Wolf, pero que suena a puro Groundhogs) con una nueva formación: los excelentes Pete Correa (batería) y Eric Chipulina (primero como guitarrista, mientras Alna Fish estaba en el grupo, y luego como bajista), otros hombres crecidos dentro del blues rock… Con esta formación también grabará ‘Eccentric Man. Live At The Marquee’ y el brutal directo ‘Groundhogs Night’, un doble CD que actualiza los clásicos de la banda con una fuerza, una potencia y una calidad realmente indescriptible. Posteriormente, Chipulina y Correa, junto a Alan Fish (también acompañante de McPhee durante algún tiempo) formarían la notable banda de blues rock Egypt. ‘Groundhogs Night’ muestra a una banda, y en especial a un McPhee, que puede seguir pateando culos de grupos y guitarristas con 20 o 30 años menos, ofreciendo un impresionante recital a las seis cuerdas.
A partir de ahí es el tiempo de los tributos, de las recopilaciones de los materiales añejos, el reconocimiento, por fin, de McPhee como uno de los más grandes guitarristas de su tiempo, la importancia de la banda para la escena blues rock, incluso se la considera una de las ‘raíces del punk’…
Mentes de Ácido: ¿Piensa que The Groundhogs han sido alguna vez valorados en su justa medida?
Tony McPhee: Realmente no, a pesar de que tuvimos algo de éxito en las listas de álbumes durante los primeros 70, y yo fui votado el 4º mejor guitarrista de UK en el 71. En el otro lado de la moneda, está muy bien que pueda seguir teniendo una vida normal, sin tener que enfadarme ni tener discusiones todo el tiempo.
1999 comienza con una nueva grabación de The Groundhogs, ‘The Muddy Waters Song Book’, un álbum tributo al gran Waters en el que se acompaña de los Egypt Chipulina y Correa, y en el que se aprecia el gran amor de McPhee por la obra del bluesman.
Hoy, Tony McPhee sigue en activo, con diversos proyectos, entre los que destaca el dúo de blues acústico que tiene junto a su esposa Joanna Deacon, que tienen muchos conciertos en las Islas, y acaban de editar un álbum, ‘Blues At Ten’… también ha colaborado en el disco homenaje a John Lee Hooker ‘From Clarksdale To Heaven (A Tribute To John Lee Hooker)’ grabando un par de temas (‘Groundhog Blues’ y ‘I'm Leaving’) con los míticos Dick Heckstall-Smith y Clem Clempson (Colosseum). Y de vez en cuando, menos frecuentemente de lo que nos gustaría, vuelve a coger la guitarra eléctrica para hacer algunos conciertos eléctricos, en dos caminos diferentes: alguna vez ha reunido a los Groundhogs originales, Peter Cruickshank y Ken Pustelnik (que siguen unidos a la obra de McPhee con su propio grupo, Groundhogs Rhythm), para hacer conciertos (su memorable actuación en Shrewsbury en 2003, con el trío clásico – Pustelnik, Cruickshank y McPhee – quedó recogida en el DVD ‘60/40 Split’, demostrando que siguen siendo geniales), pero es más fácil disfrutarle al lado de los Tony McPhee’s Groundhogs, junto a Dave Anderson y baterías diferentes.. Además, Martyn Hanson (autor de libros sobre Colosseum o The Nice) ha escrito un libro sobre la historia del grupo, que lleva por título ‘Hoggin’ The Page. Groundhogs: The Classic Years’ (2005, Northdown).
Habitantes de una tierra no explorada, orgullosos de encontrarse allí, The Groundhogs se sitúan en un universo peculiar, que puede ser visto como el hábitat del más especial e inquieto bluesman blanco de la historia del rock, McPhee es un ejemplo de integridad, siempre yendo acorde con los tiempos pero guardando unas pautas que le son propias, ‘el sonido McPhee’, tan imitado como inimitable, y que ha marcado, aun desde su posición minoritaria de grupo de culto (quizás incluso se le puede catalogar de ‘grupo maldito’), a generaciones posteriores.
George Brigman o los actuales Orange Sunshine tienen una esencia Groundhogs incuestionable en su sonido, pero no son los únicos, Master Of Reality, Queens Of The Stone Age (versionan ‘Eccentric Man’), Current 93 (versión de ‘Sad Go Round’), Mudhoney, Earthless (ambos versionan ‘Cherry Red’), Foo Fighters o Pavement (Dave Grohl y Steve Malkmus son grandes seguidores de los Groundhogs) también dejan entrever importantes puntos en común con el grupo de McPhee. Incluso músicos, en principio, alejados del estilo de los Groundhogs les consideran una de las bandas más influyentes de la historia del rock, caso de Captain Sensible, líder de The Damned, y fan confeso del grupo.
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