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martes, 13 de mayo de 2014

H.R. Giger: un maestro del fantástico (1940-2014).

Este artículo fue publicado en 2008 en la web Mentes de ácido. Sirva ahora como sentido homenaje a Giger, recientemente fallecido.

Quien piense que la pintura sirve meramente para decorar paredes con cuadros o para retratar lo bello de la vida burguesa está muy equivocado. El arte pictórico ha servido también durante generaciones y generaciones de artistas para mostrar los aspectos más terribles y oscuros de la existencia que tenían ante si o para plasmar las imágenes más misteriosas surgidas de sus propias mentes. Desde esas pinturas medievales sobre martirios de santos, las fantasías desbocadas del Bosco o Brueghel, los ágonicos Cristos de Matias Grünewald, las pinturas negras de Goya, el submundo de colores descrito por expresionistas y antecesores como Ensor o Munch, el perturbador universo de muchos surrealistas como Bellmer, Brauner u Oscar Dominguez o el aullido existencialista de Francis Bacon... muchos han sido los que han usado su talento para explorar y expresar la cara más oscura y misteriosa de la realidad.

HR Giger también ha sido uno de ellos. Su obra, sin embargo, no ha seguido el curso normal que suele valer para el arte y los artistas. Entre una cosa y otra siempre será más recordado por el gran público como diseñador de efectos y elementos cinematográficos que como pintor, y es que su obra ha quedado eclipsada por el enorme éxito de sus diseños para películas como Alien (que incluso le hizo ganar un Oscar). Aun así Giger no deja de ser a fin de cuentas un pintor con una enorme y genial obra a sus espaldas. Ahora bien, también es verdad que su obra ha sido comercializada hasta la saciedad (con el pleno consentimiento del artista) a través de infinidad de almanaques, postales, posters, libros, cartas del Tarot e incluso juegos de ordenador. Algo que ha terminado repercutiendo en la consideración hacia su obra como algo serio e importante.

Otra razón para que Giger se haya salido de los conductos más “selectos” del gran arte es que usara desde prácticamente el principio de su carrera una técnica tan subestimada como es el aerógrafo. Normalmente solemos relacionar esta técnica con usos publicitarios e incluso la decoración de automóviles y motocicletas. Pero Giger ha demostrado un uso magistral de este medio, con un refinamiento y preciosismo equiparable al que se puede conseguirse con el óleo, hasta el punto de que parezca mentira que la gran mayoría de sus obras hayan sido realizadas con pistola pulverizadora a mano alzada.

No obstante, sea cual sea el conocimiento que el gran publico tenga de su obra, Giger será recordado siempre por muchos incondicionales como un maestro del mejor arte fantástico, por supuesto no del arte fantástico lleno de clichés que ilustra miles de portadas libros de ciencia-ficción y tantos discos de heavy metal repletos de dragones y chicas ligeras de ropa, sino un arte que surge de la rigurosa obsesión por explorar los poderes de la imaginación. Por ello, Giger merece figurar junto a otros grandes como Roland Topor, Ernst Fuchs, Erik Brauer o Frederich Schroder-Sonnenstern, por mencionar solo unos pocos, artistas que han creado un mundo absolutamente personal y perturbador con su arte y que transciende lo meramente estético o decorativo para llevarnos a una visión descarnada de lo que a veces se oculta tras lo real. Son obras que exigen del que mira un vínculo que escapa al mero gusto por divertirse o evadirse, por mucho que de ello pueda extraerse algún tipo de placer.

Hans Rudi Giger nació en 1940 en Chur, la ciudad más antigua de Suiza. Hijo de un farmacéutico con gran reputación en la pequeña ciudad y que según el artista muy severo como padre. El mismo Giger nos cuenta que creció y se educó entre frascos de pociones, material médico y modelos anatómicos humanos, algo que con seguridad influyó en su obra. Pese a lo que uno pudiera imaginar viendo sus cuadros, fue un niño extremadamente tímido que se pasaba plácidamente las horas jugando con un túnel fantasma que el mismo había construido. Aunque fascinado desde muy pequeño por el sexo opuesto le podía más la vergüenza y según sus propias palabras antes de jugar con las niñas se aseguraba de que “no hubiera que besar a nadie”. En la pubertad fue desarrollando una personalidad muy original y se interesó por cosas tan dispares como tocar jazz y la afición a las armas de fuego (hasta el punto de empezar a coleccionar revólveres). Esta afición a las pistolas (que mucho después volvería a cultivar y que le valió algunos sustos) se ha vertido en numerosas ocasiones en sus cuadros, donde no es extraño encontrar escopetas y otras armas de fuego. Ya con 17 años era una chaval extremadamente creativo. Por ejemplo, transformó un piso superior inutilizado de la casa familiar en lo que el llamaba la habitación negra, transfigurándola con todo aquello que salía de sus lecturas juveniles. Según el mismo, era un espacio ideado para “tocar jazz con los amigos y seducir muchachas”.
 
A partir de ése momento realiza algunos primerizos óleos y dibujos que ya muestran un sentido muy macabro, así como un evidente gusto por el universo fantástico de obras literarias como Dracula o El Fantasma de la Opera; también un marcado contenido erótico y un regusto fetichista por las medias de mujer, algo que iría desarrollando más y más con los años. En 1965 acaba su preparación en la Escuela de Artes Industriales de Zúrich, y durante unos tres años más trabaja para un estudio como diseñador de muebles de oficina e interiores (con bastante éxito), sería en ese momento cuando la obra artística deja de ser para Giger algo secundario. Deja su trabajo y se aplica al cien por cien de su tiempo al arte. No obstante mientras tanto ya había dado muestras de un gran talento publicando su serie de los Atomkinder (Niños Atomicos) y los dibujos de Ein Fressen fur der Psychiater (Una comilona para el psiquiatra) en varias revistas underground estudiantiles como Clou o Agitation. Estos últimos dibujos serían el fruto de su estudio de Freud y la interpretación de los sueños. Fueron reunidos y publicados en su primera carpeta de serigrafías con una edición de 50 ejemplares y pueden ser considerados un verdadero germen de su universo pictórico posterior. De hecho marcaría el inicio de su personal exploración onírica en busca de motivos para sus obras. Según el propio Giger, sus sueños, y especialmente las pesadillas, fueron durante años su principal fuente de inspiración. La experimentación con drogas como el LSD, por ejemplo, no le reportaría según él mejores resultados. Durante estos primeros experimentos llegaría a intentar condicionar los sueños mediante distintas acciones antes de dormir, lo que algunos llamarían precipitar sueños lúcidos que despues se reflejarían en sus obras.

Además de algunas primeras pinturas al óleo e infinidad de dibujos a tinta china, también comenzó a realizar algunos trabajos escultóricos en poliester, normalmente máscaras y distintos muebles. Todos estas creaciones solían mostrar ya ése carácter híbrido entre lo artificial y lo orgánico, lo que después el mismo denominaría como biomecánico y que caracterizaría toda su obra. Este estilo precipitaría con los años una estética que sería adoptada por una corriente de la ciencia-ficción llamada cyberpunk, que encontraría en Giger un referente a la hora de describir a los seres humanos con componentes tecnológicos integrados: los cyborgs. En 1966, trabajando para el estudio de Andreas Christen en el diseño de una linea de oficinas, vive en Zúrich con el actor de teatro Paul Weibel. A través de él conoce a la bella actriz Li Tobler, de la que se enamora sin remisión y con la que mantendrá una relación de varios años pero que tendría un trágico desenlace. A partir de 1967 se traslada a vivir con ella a una casa con amenaza de demolición en la que durante las noches y los ratos libres se dedica a realizar dibujos cada vez más grandes y elaborados. Surgen entonces auténticas obras maestras como Madre con hijo, Máquina de parir o Bajo la tierra, realizadas con una meticulosidad extraordinaria y surgidas de lo que evidentemente es una imaginación fuera de lo normal. Si bien durante toda esta época de iniciación (hasta 1972) intenta también refinar su técnica al óleo sobre madera, la cual había aprendido de forma autodidacta, pronto la abandona a favor de la tinta china trabajada con aerógrafo, técnica que terminaría adoptando para el grueso de su obra.

Sin embargo estos cuadros al óleo, de un marcado carácter surrealista que evidencia la influencia del surrealismo, sobretodo los paisajes de Richard Oelze y las imágenes eróticas de Hans Bellmer, no eran nada desdeñables. Estos cuadros, muchos de ellos perdidos y solo conservados a través de fotografías, mostrarían normalmente paisajes extraños semejantes al interior de órganos anatómicos, repletos de cavidades, glándulas y excrecencias. Destaca entre estos, los varios Homenaje a S.Beckett de 1968, donde figuras de carácter larvario se retuercen incrustadas en una estructura metálica. Este motivo, la carne atravesada por el metal y extraños componentes mecánicos, será una constante de su carrera y le relaciona de cerca a la obra de otros artistas, como pudieran ser el cineasta David Cronemberg o el escritor de terror Clive Barker, ambos también obsesionados con la carne y sus posibles transformaciones, así como por el dolor o la mutilación. Los tres, cada uno a su manera, construirían un universo personal con estos ingredientes, donde lo artificial, la mutación carnal y el erotismo más oscuro se mezclan indivisiblemente dando lugar a criaturas y situaciones inconcebibles.

En 1967 conoce al productor de cine F.M. Murer y colabora con él para realizar el primer corto documental (de unos diez minutos) sobre su obra con el título de High. Ese año empieza también a exponer cuadros y objetos. Así es como para 1968 ha dejado ya su trabajo decidido a dedicarse íntegramente a su carrera artística. En ese momento, F.M Murer le pide que se encargue de algunos diseños para Swissmade un medio-metraje de ciencia ficción que éste va a producir. Giger ideará así su primer ser extraterrestre para el cine. También para esa película idearía una armadura para perro realizada en vinilo en la cual sería introducido el perro de su amigo Paul Weibel.

Para 1969 empiezan ya a ser reproducidos sus imágenes en de posters, normalmente en ediciones limitas, lo cual sería una constante durante toda su carrera, así como lo sería algo después, a partir de finales de los 70, la edición de grandes libros de lujo sobre su obra. Ese año también publica su magnífica carpeta serigráfica Biomecaniodes, con ocho imágenes en negro sobre color plata. Estas obras son ya una plena declaración de principios y anticipan con toda claridad muchas creaciones posteriores, incluido el diseño de su monstruo para Alien. En 1970 deja constancia de unas agobiantes pesadillas a través de una serie de pinturas. Estos cuadros al óleo muestran cuartos de baño y habitaciones extrañas con ventanas a interiores muy angustiosos. Gracias al disolvente usado (gasolina) consigue una textura que hace parecer que los cuadros estén hechos con piel. Son imágenes verdaderamente claustrofóbicas y que según el propio Giger le sirven de terapia eficaz. Pinta también una extraña serie denominada Pasajes, motivadas por un recolector de basuras que había fotografiado y que serían la excusa para imágenes de alto contenido erótico. Algo más tarde serían el hilo conductor para un nuevo corto documental sobre su obra, otra vez a cargo de su amigo F.M. Murer.

En 1971 forma un grupo para reivindicar el asilo político en Suiza de Tim Leary, el guru del LSD que en ese momento se hayaba perseguido por la justicia norteamericana. Leary es finalmente expulsado de Suiza y apresado tras una serie de huidas de país en país. Pasará varios años en la carcel... pero esa es otra historia.

Tras varios cambios de domicilio, Giger adquiere un pequeño chalet en Zúrich y se traslada allí junto a su compañera Li. A partir de 1972 Giger empieza usar decididamente el aerógrafo con una serie de obras que el mismo calificaría de psicodélicas, hachas sin plan concebido alguno al estilo del automatismo puro, muy influidas por los escritos del pintor Ernst Fusch. Comienza haciendo obras en blanco y negro, casi meros esbozos. Estas son de gran tamaño y observándolas cronológicamente podemos ver como Giger va adquiriendo destreza en el manejo de una técnica tal difícil. Entre estas primeras obras en blanco y negro se encuentran ya algunas maravillas como Chiquita, gran y enrevesado dibujo de 240 x 420 centímetros. A partir de estos primeros experimentos las imágenes irían tornándose técnicamente más complejas y adquiriendo volumen y profundidad, con lo cual va añadiendo colores, pero pronto comprueba que usando muchos colores estos se mezclan, lo que conlleva un verdadero caos visual. Decide usar solo variaciones de un mismo color para cada cuadro, normalmente el gris o el marrón, quizás algún otro más claro para resaltar efectos de luz. Esto hará que la inmensa mayoría de sus cuadros con aerógrafo presenten un tono muy oscuro y decadente, algo que será uno de sus sellos de fábrica. Para 1973 acomete ya obras tan majestuosas como Aleph, un tipo de obra que ya deja ver tanto una vertiente surrealista como un creciente interés por los símbolos ocultistas.

Ese año muere uno de sus mejores amigos, el pintor Friedrich Kuhn, para Giger de los mejores pintores de Suiza. Sobre una fotografía ampliada de su amigo realiza una serie de retoques con aerógrafo, el resultado será un espléndido retrato de Kuhn convertido en un Mago rodeado de seres fantásticos. Ya por esa época Giger es ya muy conocido en el extranjero. Recibe el encargo de realizar la portada de un disco para el grupo de rock progresivo Emerson Lake and Palmer, lo cual acomete sin pensarselo. Aun así no es su primera ni última relación con la música y la industria discográfica. Ya en 1968 había hecho la cartelería para el grupo suizo de rock-satírico-político Flogh de Cologne y en 1969 había ilustrado el disco del grupo de hard rock underground Walpurgis. Posteriormente músicos y grupos tan dispares como Magma, Debbie Harry, Celtic Frost o Steve Stevens utilizarían imágenes de Giger (algunas expresamente hechas para ellos) para ilustrar sus vinilos.

Sería también en ese año,1973, cuando se encierra durante dos semanas junto a los pintores Claude Zandoz y Walter Wegmüller en lo que sería la realización de una serie de estupendas pinturas conjuntas. El resultado son unas obras increibles que conjugan el talento de tres grandes artistas. Esto sería vertido en un documental de J.J. Wittmer. 

En 1975 su obra ya ha adquirido una consistencia increible, es un universo verdaderamente personal con sus propias leyes. Ese año expone su gran Templo de los Pasajes. Una obra espectacular pensada para crear un entorno tridimensional, una especie habitación a la que el observador entra y queda rodeado literalmente del mundo de Giger. Esta obra inicia la etapa más madura y prolífica del artista, que durará hasta mediados de los 80. Sin embargo no todo es felicidad, pues llega una repentina tragedia. A finales de ése año Li recae en un fuerte estado depresivo (a los cuales era muy propensa) y se suicida con un disparo de revolver. Esto supone un shock para el artista. Siempre recaerá sobre él la acusación de haber influido negativamente sobre su compañera a través de la temática de sus obras o su carácter tan atraído por todo lo morboso. Pese a estas acusaciones, la muerte de su compañera deja un inmenso vacío en el artista y decide celebrar un ritual en honor suyo. Se trata de The Second Celebration of the four, realizado en 1976, segunda parte de una perfomance anterior y que Giger decidió convertir en un memorial especialmente ideado para Li. De este acto se derivó una serie de imágenes que serían publicadas en un álbum de edición muy limitada.

Pese a esta repentina tragedia Giger no descansa creativamente. A través del pintor norteamericano Robert Venosa conoce a Alejandro Jodorowsky, el famoso mimo, actor, escritor, guionista de comics, mago y director de cine que en ése momento estaba tramando la adaptación de Dune, el famoso libro de ciencia-ficción. A través del director chileno Giger conoce personalmente en Cadaques a Salvador Dali, al que admiraba desde siempre. Dali iba a figurar en la película a petición de Jodorowsky, pero dado que el insaciable pintor catalán pedía un desorbitado caché por ello (100.000 dolares a la hora!!) y a casua sus constantes observaciones a favor del franquismo (algo que Jodorowsky no podía soportar) todo el proyecto se fue al garete, sobretodo por no encontrar financiación suficiente. Sin embargo a Giger le dio tiempo de realizar una serie de diseños que serían su primera contribución (que en este caso no se materializaría) a una gran producción de cine. Viendo estos diseños resulta una pena que no llegaran a ser puestos en escena, una auténtica maravilla. El también gran artista Moebius escribía parte del guión y diseñaba algunos detalles relativos a la parte positiva de la historia. Giger tenía a su disposición todo el oscuro mundo de los Harcones, por supuesto los malos de la novela. Posteriormete Giger se quejaría de que siempre le tocara diseñar los monstruos o los malos, pero dado su estilo es lógico que así fuera. Aun así sería una experiencia ver unos dibujos a lo Disney con diseños de Giger... 

Como ya hemos dicho, durante todo este periodo de los 70 Giger había hecho llegar sus cuadros a unos parámetros geniales mezclando sus ideas estéticas sobre la biomecánica, su atracción por el erotismo o los símbolos del ocultismo. Destaca entre todo esto la serie The Spell. Son cuatro grandes paneles que podemos considerar de lo mejor del pintor. Una de estas obras es una adaptación del Baphomet (supuesto ídolo de los templarios) de Eliphas levi, famoso ocultista del siglo XIX. Conservando las principales referencias esotéricas del dibujo original, Giger adapta el diseño a su propio mundo, el resultado es una imagen inolvidable que destila una auténtica oscuridad y perversión. Ya había dejado ver su intenso interés por el ocultismo en otras obras, como el retrato de Aleister Crowley, también llamado la Bestia, uno de los magos más seguidos y con peor fama (infundada en su mayor parte) del siglo XX.

Aquel primer e infructuoso proyecto para adaptar Dune en 1975 tiene ahora sus frutos. En ese momento, 1977, se había publicado el primer gran libro sobre su obra: Giger’s Necronomicon, un libro espléndido que incluye gran parte de sus cuadros y dibujos realizados hasta la época. Este libro cae en las manos del productor y guionista Dan O’Bannon, el cual tiene planeado hacer una película de ciencia-ficción titulada Alien y ve en las imágenes de Giger algo perfecto para lo que tenía pensado. Los ejecutivos de la Fox son rapidamente convencidos de que Giger es el hombre que debe diseñar gran parte de los escenarios, pero sobretodo el monstruo, centro indiscutible de todo el film. Nuevamente compartirá diseños con Moebius y nuevamente será él quien se encargue de los componentes más macabros del proyecto.

Sus diseños para Alien resultan un éxito rotundo. Con su participación en esta película Giger altera en su totalidad la estética convencional de la ciencia-ficción, al menos en su versión cinematográfica. Nada que ver su visión del género con películas como 2001: un Odisea en el espacio, más bien sería equiparable al terror cósmico de un H.P. Lovecraft y sus ideas sobre seres interplanetarios de carácter maligno. De hecho Alien es básicamente una película de terror ambientada en el espacio y Giger sabe sacar todo el partido de esto. Con su monstruo, Giger encarna una imagen perfecta del alienígena inefable y absolutamente falto de empatía por el ser humano, más que un animal parece un insecto, aunque de una gran inteligencia. Además, el artista juega claramente con símbolos sexuales de todo tipo para crear no solo el monstruo sino también el entorno donde es descubierto, algo que recarga aun más la capacidad perturbadora de las imágenes puestas en acción. Toda la larga escena en la nave alienígena abandonada, totalmente apoyada en sus diseños, es una cumbre del cine de terror, por lo cual no es extraño que le fuera concedido el Oscar.

Ese año había conocido a la que sería su segunda espoca, Mía Bonzanigo. Su trabajo en Alien y la atracción por su nueva compañera le inspira la serie de Erotomechanics, obras de un carácter eminentemente erótico. En éstas puede observarse como el acto sexual ha sido absorvido por la geografía y se nos mostrará como paisajes de otro mundo o como parte de un complejo biomecanismo. Son obras absolutamente explicitas y que para muchos suponen mera pornografía. Sea como sea son obras muy interesantes que llevan un paso más lejos experimentos que en ese sentido realizara ya en los años 30 un pintor como Hans Bellmer, artista con el que Giger tiene una evidente deuda.

Hasta mediados de 1980 se encuentra absorvido por todo el proceso de promoción de Alien. De sus frecuentes viajes a Estados Unidos nace una fascinación por sus ciudades, la mostruosidad de los rascacielos y el carácter de una sociedad tan maquinal. De esta fascinación surge su serie de pinturas N.Y. City. En estas obras usa por primera vez unas plantillas para componentes eléctricos suministradas por su amigo Cornelius de Fries (que en ese momento se encargaba de llevar a las tres dimensiones sus diseños de muebles para la película de Dune). Estas plantillas le permite realizar obras muy complejas y que expresan a la perfección la arquitectura de ciudades frías e inhumanas. A partir de este momento y a través de los años 80 y principios de los 90 se puede detectar una cierta decadencia en la obra de Giger. Seguirá realizando muchos diseños para el cine, entre ellos para The Tourist, nunca realizada, o para la segunda parte de Polstergeist, si hecha realidad pero con resultados poco satisfactorios para Giger. Más recientemente se encargaría de Species y la tercera parte de Alien. Sin embargo no volvería a tener tanto éxito como con la primera parte Alien. Además se dedicaría a otras ocupaciones al margen de la pintura como diseños de joyas, bolsos o relojes para la famosa marca Swatch, incluso la creación de un par de bares con su nombre y estética en Chur y Tokio. Todo esto hizo que se fuera alejando del arte cada vez más. Aunque todavía le daría tiempo de hacer obras muy destacables, como la impresionante Anima Mia en 1988, pero es evidente que ya no tenían la fuerza de los comienzos. Llegado un momento abandona la técnica del aerógrafo, prefiriendo usar colores a la cera y la tinta china para sus obras más recientes, estas además serán cada vez más modestas en tamaño.

Aun así su fama no ha dejado de crecer en todos estos años. A mediados de los 90 se inaugura una página web oficial sobre su obra que es visitada por millones de personas. Cada cierto tiempo se reeditan todos sus libros o salen otros nuevos, en incluso, ya como reconocimiento total, se abre un impresionante Museo Giger en Gruyere, Suiza.

Sin embargo, tal y como dijimos en un comienzo, el nombre de Giger dificilmente irá junto a otros grandes. El especial carácter de su obra, la forma en que ésta ha sido dada a conocer, sus ocupaciones extra-pictóricas y el altísimo grado de comercialización de su nombre ha hecho que quede bastante relegado. No obstante, volvemos a señalar que su obra merece ser conocida en profundidad, sobretodo la de los años 70, porque sumergirse en el mundo de este maestro del arte fantástico significa una experiencia inolvidable.


Artículo de Antonio Ramírez. 

Bibliografía usada:

HR Giger ARh+
HR Giger's Necronomicon 1 y 2
HR Giger's Biomechanics

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